A 100 años del primer cruce del Río de la Plata a nado, Lorenzo Raggio, gerente general inmobiliario, decidió emprender la misma hazaña
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El deporte siempre es beneficioso para la salud física y mental. Están quienes disfrutan de practicarlo en un entorno controlado, y quienes deciden ir un paso más allá y emprender hazañas que desafíen los propios límites en contacto con la naturaleza y toda su potencia.
Lorenzo Raggio pertenece, sin dudas, al segundo grupo. Economista, gerente general de la inmobiliaria Interwin, hombre de familia y padre de dos hijos, con 48 años, decidió recorrer nadando la distancia acuática que separa las costas uruguayas de las argentinas.
La historia de su cruce comenzó mucho antes del 10 de diciembre de 2023, cuando a las 04.24 de la mañana -como detalla, con suma precisión- dio las primeras brazadas en Colonia de Sacramento, que lo dejarían en las costas argentinas, en el mirador de Punta Lara, exactamente 14 horas y 22 minutos más tarde.
Lorenzo tiene una expresión alegre dibujada en el rostro, en la que asoma un poco de asombro al hablar, como si todavía no terminara de creer la travesía emprendida. Cuenta que desde pequeño la hazaña del cruce a nado del Río de la Plata -realizada por primera vez por Lilian Harrison el 21 de diciembre de 1923- circuló en su familia como una historia mágica, un mito que lo llenaba de curiosidad y entusiasmo.
Con un gran vínculo con Club Náutico de San Isidro, al cual representó en el cruce, dice que mientras lidiaba con las corrientes y olas cambiantes del Río de la Plata, su mente divagaba llevándolo a los orígenes familiares: “Me conmoví mucho al pensar en mi tatarabuelo que vino desde Capri, un lugar hermoso en Nápoles, Italia, que fui a conocer el año pasado, y donde también nadamos en equipo con Julieta O´ Connor. Pensaba que si él decidió dejar esos paisajes tan bellos, lo hizo porque la Argentina era muy promisoria también”, comenta, emocionado.
Lorenzo cuenta que en el 2002, a partir de un taller de creatividad, decidió escuchar un deseo que tenía pendiente con el agua, y comenzó a practicar natación, así llegó a federarse, y desde 2015 participó en algunas carreras de aguas abiertas que fueron llenándolo de entusiasmo.
Durante la pandemia frenó un poco, pero apenas comenzaron a abrir algunos espacios, continuó sus prácticas en grupo en countries con lago en los que vivían amigos.
“Esto fue un trabajo en equipo. A mí solo no se me hubiera ocurrido hacerlo, pero la idea del grupo tomó fuerza. Julieta (O´Connor) fue el alma mater, ella tenía metida en la piel la idea de este cruce, y fue contagiando su energía y entusiasmo. Después se sumaron más, entre ellos Tomás Larocca, que es un amigo de la infancia que me ayudó a salir de mi zona de confort. Él no tenía tanta experiencia en esto, pero se propuso el objetivo”, dice Lorenzo, y destaca la importancia de contar con un grupo que organice, y apoye en el momento del cruce, que en el caso de ellos fue la empresa Open Waters Argentina.
El cruce y sus desafíos
Lorenzo habla de corrientes, de vientos, de la logística que requiere cruzar un río que involucra dos países, y otras cuestiones técnicas, pero también habla de los aprendizajes que surgen en el agua, pero se llevan adentro. “Uno sabe que más allá del cuerpo, lo que hay que dominar es la cabeza, cuando algún pensamiento te saca de eje, eso te puede frenar. La costa argentina, por ejemplo, la ves siempre igual desde el agua, parece que no cambia: nadás horas y horas y no la ves acercarse, así que en un momento tuve que decidir no mirar para adelante y seguir nadando”, cuenta. Se trata, dice, de encontrar las estrategias para avanzar sin permitir entrar los pensamientos que obstruyen, y eso se puede aplicar en diferentes aspectos de la vida.
Destaca también que el entrenamiento para lograr este objetivo le enseñó mucho sobre el orden y la disciplina. En una rutina en la que trabaja de lunes a sábados, con 80 personas a cargo en la inmobiliaria Interwin, logró encontrar los tiempos para entrenar duro y de manera constante. Además, siguió un riguroso plan que implicó ir aclimatándose y ganando seguridad en el agua. Así, realizó la travesía de San Nicolás a San Pedro, un logro que sumó confianza y lo ayudó a estar más preparado, aunque señala que las exigencias del Río de la Plata son mucho más desafiantes que cualquier otra.
En ese sentido, subraya que es fundamental ir, paso a paso, desde el comienzo y anticiparse. “Cuando estás en una largada de una carrera de aguas abiertas, estás con 100 personas alrededor, pateando y moviéndose. La adrenalina y la sensación como de asfixia son muy fuertes. La experiencia te da el recurso de anticiparte, de saber de antemano que eso va a pasar, para poder prepararte y aplicar algo de control mental, encontrar un espacio para respirar. Eso es un recurso fundamental para luchar contra la ansiedad. La única salida es para adelante, me digo siempre cuando estoy ahí. Sin cometer irresponsabilidades, hay que saber apagar los miedos y seguir nadando. Y creo que eso también pasa en el día a día con las presiones laborales o familiares. Es fundamental parar la pelota y separar lo real de los impedimentos que te pone la cabeza. Los problemas hay que reducirlos hasta dejarlos del tamaño que uno puede resolver: en el caso de la natación es nadar, en los negocios, tomar las tareas desde la forma más chica para que se puedan sacar proyectos adelante”, concluye.