Por la pandemia de coronavirus muchas familias se volcaron a refaccionar su casa para aprovechar el bajo costo de construcción en dólares y el ahorro que tenían. Y esta tendencia no solo se reflejó en la compra de materiales sino también en la adquisición de piletas con constructores que vieron multiplicado su trabajo en los últimos meses, al punto de que ya no tienen casi más turnos para iniciar obras en lo que resta del año.
En tanto, fábricas de piletas y accesorios reconocen que están con "problemas de stock" por interrupciones en la producción por casos de Covid-19 y la altísima demanda.
"En septiembre explotó y tenemos más del doble de pedidos que en igual mes del año pasado. Si por día en 2019 te entraban 50 pedidos ahora estamos entre 100 y 120, algo impensado hace tres meses. No damos abasto", afirmó a LA NACION Juan Manuel Selvas, de Selvas Natatorios, que trabaja en la Zona Norte de la provincia de Buenos Aires.
Según explicó, la situación es generalizada, por lo que no pueden derivar clientes, sino que dan turnos y tienen una demora de aproximadamente 60 días y sujeta al factor climático. Entre las razones del fenómeno, Selvas enumeró tres factores: que, ante la imposibilidad de tomarse vacaciones, la gente quiere una pileta; los bajos valores para construir y la fuerte demanda de alquiler de casas para veranear siempre y cuando tengan pileta.
"Las piletas llegaron a valer entre US$15.000 y US$18.000 y ahora están en US$8000, la mitad que hace tres años", aseguró, y dijo que la demanda no solo proviene de barrios privados de la provincia, sino también de Capital Federal, donde propietarios con terrenos chicos quieren instalar una pileta.
Por su parte, Alejandro "Nano" Salas, de Aguas Cristalinas, que opera en la zona de Luján, dijo que el aspiracional de la clase media es tener la casa propia, auto, parrilla y pileta, y ahora es un buen momento para conseguir esto último.
"Las piletas domiciliarias de ocho metros por cuatro siempre costaron, aproximadamente, unos US$10.000, pero ahora con menos dólares podés acceder a una. La persona que tenía guardados US$7000 antes no se la podía hacer y ahora sí", explicó. En su caso, para instalar piletas de fibra, están dando turnos, y para lo que es construcción responde que hasta enero no puede atender. Una pileta de fibra se instala en cuatro días, mientras que las de material llevan una obra de tres semanas.
Otro que vio cómo se multiplicaban los pedidos es Javier Flores, de Natatorios Peumayen. "El año pasado recibía tres llamados diarios y ahora tengo entre 15 y 20", dijo a este diario.
Sin embargo, Flores opinó que, más allá de que haya mucha demanda, es un año complicado para la construcción. "El problema es que el corralón no tiene hierros, nos entrega muy poco, y que en la fábrica del equipamiento de pileta no hay nada. No entregan bombas, filtros y lo que entra, sale enseguida. Cuesta mucho conseguir esos insumos y, cuando hay, están a un valor cinco veces mayor", resumió, y dijo que la demanda actual es similar a la de 2012.
"Estamos haciendo 10 piletas a la vez y tengo firmados contratos para hacer unas 10 más. Además, están dando vueltas otras 15 que seguro se van a cerrar", contó también Marcelo Sanavera, de MarcPool, y agregó: "El boom comenzó en los últimos 40 días o un mes. Estamos trabajando los fines de semana para poder cumplir con los trabajos. Hoy, que es feriado, estamos trabajando en tres piletas".
Según Sanavera, con la reapertura de las actividad, "empezaron a full con las piletas". "El problema es que no tenemos materiales. Nosotros trabajamos con una empresa para accesorios, pero no te vende nada hace 20 días. Y otras empresas tampoco dan abasto con la demanda y no consiguen materia prima", describió.
"Con las baldosas me pasa lo mismo. La persona que me entregaba de a mil baldosas por pedido, ahora me está entregando 50 por semana y esta semana no me entregó porque se quedó sin. No consigue cemento blanco para fabricar la baldosa", explicó el titular de MarcPool, y completó: "No sé si esto va a seguir así o va a cambiar. El piletero no tiene materiales. Yo tenía acopio, pero tengo para dos o tres piletas más. No sé qué pasará esta semana, si comenzarán a vender y a qué precio".
La situación de las fábricas
Consultado por LA NACION, Juan Olocco, de Vulcano (firma de accesorios para piletas), dijo que el problema pasa por la "excepcional demanda" y que, al igual que los pileteros, ellos también están desbordados intentando producir la mayor cantidad posible.
Por otro lado, Mariano Paz, gerente de Marketing de Piscinas IPC, empresa que fabrica piletas de fibra en Mendoza, detalló que hubo problemas en la producción por casos sospechosos de Covid-19.
En el caso de IPC, cuando un trabajador tiene síntomas compatibles con el virus, lo envían a la casa por precaución y así tuvieron meses con un ausentismo del 17%. Pero, para mantener la producción, sumaron 80 empleados, llegando a una dotación de 260, y este año llevan vendidas 8300 piletas contra las 4800 que hicieron en 2019.
"Nosotros no dejamos nunca de trabajar, porque en el inicio de la cuarentena salimos con un descuento del 25% para las compras digitales, aprovechando que nuestros concesionarios tenían stock. Los primeros meses fueron normales, pero ya desde junio o julio nuestros vendedores nos empezaron a informar de récords de ventas a nivel de un noviembre", relató, y dijo que los precios de ellos no siguieron al dólar y hoy se puede comprar una pileta por entre $300.000 y $600.000.
"Nosotros apuntamos a la cantidad y no a vender caro, aunque estamos teniendo un límite, porque estamos enviando piletas a nuestros concesionarios, pero ya las tienen vendidas de antemano. En 2021, queremos abrir una planta en Buenos Aires y replicar nuestro proceso para crecer regionalmente con miras al exterior", cerró.
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