En las mesas importantes, donde se deciden los grandes negocios, las variables macro distan de generar optimismo. Pero en mi actividad docente cotidiana con jóvenes emprendedores inmobiliarios que están comenzando, percibo algo diferente que vale la pena destacar. En mi propio campus virtual llamado Cómo ser desarrollador inmobiliario y no morir en el intento, cientos de aspirantes a developers de todo el país se suman a diario para saber cómo encarar sus proyectos. Paradójicamente, debo reconocer que la vocación emprendedora que encuentro en la actualidad no la veía desde hace tiempo en la Argentina. En los foros virtuales, los jóvenes quieren saber, y están ansiosos por aprender, cómo convencer a sus inversores, cómo vender en pozo un proyecto, cómo canjear un lote por futuros metros en el mismo emprendimiento, cómo rendir cuentas de sus resultados, cómo medir la rentabilidad.
En resumen: el planteo consiste en cómo hacer un desarrollo de excelencia. Y lo llamativo es que hay miles de promotores inmobiliarios en potencia que tienen la clara percepción de tener delante de ellos, no sólo atractivas oportunidades de inversión en Real Estate en nuestro país, sino también inversores a los que hay que entusiasmar con sus propuestas de negocios. ?A veces me pregunto si esta generación que nos sigue, que noche y día está casi obsesionada con poner en marcha sus nuevos edificios, lee los diarios o consulta a macroeconomistas. Seguramente sí, y cuando les hablo de timing, me dicen que éste es el momento personal de ellos. Muchos fracasarán, perderán plata y la realidad les enseñará que contra un ciclo adverso y un mal clima de negocios, poco se puede hacer. Pero la ola emprendedora avanza igual, contra viento y marea. Es lo que percibo, y además, confieso que aliento.
La energía vital del joven que está decidido a construir su primer proyecto debe ser incentivada (sin ingenuidad). Es un tema ético. Por otra parte, los gobiernos pasan, las experiencias quedan, y la potencialidad de cambiar la realidad, que el empuje juvenil tiene, es la mejor prueba de mi optimismo a mediano y largo plazo.