Las regulaciones y medidas tomadas por el Gobierno durante la pandemia han tenido un efecto directo y evidente tanto en la oferta de los alquileres como en sus precios
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Por menos prefiero no alquilarlo, tengo miedo a que el precio quede muy por debajo del valor de mercado, tengo miedo de que no me pague alquiler o expensas en algún momento y que la Justicia no haga nada; si el vínculo no es bueno, no podré deshacer el contrato hasta dentro de 3 años, tengo miedo de que no cuide el inmueble y luego no me alcance el dinero para poder dejarlo en condiciones, tengo miedo de que me vuelvan a congelar el valor del alquiler o me prohíban el desalojo por falta de cumplimiento con el contrato. Sensaciones y temores de los propietarios en los últimos tiempos.
Las distintas regulaciones y medidas tomadas por el Gobierno durante la pandemia han tenido un efecto directo y evidente tanto en la oferta de los alquileres como en sus respectivos precios incrementando aún más la oferta en venta y provocando al mismo tiempo una fuerte retracción en las opciones para alquilar.
Menos opciones y más caras
Venimos de once meses de caída interanual en la oferta de departamentos en alquiler que ronda en promedio el 14% mensual y que le ha complicado la vida más aún a aquellos que se encuentran en búsqueda de alquiler. Una medida cuya intención era beneficiar a actuales inquilinos con contratos vigentes en el corto plazo, está generando terribles consecuencias para aquellos que desean alquilar produciendo efectos contrarios a los deseados para todos los que intervienen en el mercado de alquileres: propietarios, inquilinos e inmobiliarias. Todos estamos peor, pero aquellos a los que se quería ayudar como objetivo principal de la regulación, aquellas familias de menores recursos, quedaron en las peores condiciones posibles: menos opciones y más caras.
Haber establecido un decreto de congelamiento y prohibición de desalojos y las sucesivas prórrogas del mismo agravan el déficit habitacional, desalentando al sector privado a proveer servicios y viviendas en alquiler.
La ironía del mercado
Quien resignó consumo para ahorrar y comprarse un inmueble sabiendo que el Estado no lo iba a compensar con una jubilación lógica acorde a lo aportado, ahora se le reduce la parte privada de su ingreso, intentando que colabore con el Estado sobre el déficit habitacional con sus propios ahorros.
Todas estas medidas generaron terribles distorsiones en precios e incrementaron la conflictividad entre las partes, otorgando derechos sin respetar las obligaciones que establecen acuerdos preestablecidos de forma voluntaria entre privados.
Los precios son el mecanismo más eficiente para transmitir información. Las regulaciones tienen efectos adversos sobre este mecanismo.
Si existe un compromiso genuino de mejorar las condiciones de los inquilinos, el camino debe ser no obstaculizar el incremento de la oferta, de manera que tengan muchas opciones para elegir. La mejor forma de lograrlo es hacer el mercado más flexible y no volverlo más rígido.
En junio 2020 escribía en mi cuenta de Twitter: “No me imagino un futuro escuchando ‘hemos logrado con esta ley que el proceso de búsqueda de alquiler sea más económico y ameno para el inquilino’”. Ese futuro llegó y mi sospecha se volvió realidad.
La autora es directora de Maure Inmobiliaria.
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