El mejor camino para garantizar la seguridad jurídica preventiva y la legalidad de las operaciones continúa siendo el sistema de notariado latino, en el que el escribano interviene en el proceso de formación del contrato, acompañando a los ciudadanos, interpretando sus voluntades y asesorándolos respecto a derechos y obligaciones. Este es el sistema que rige en nuestro país y que también se aplica en 88 naciones del mundo, entre las que hay potencias como Alemania, Francia, China, Japón o Rusia.
De esa forma, al momento de tomar una decisión importante, que afecta a su patrimonio, a su persona o a su familia, cada ciudadano sabe que el escribano está allí para asegurar de forma absoluta la legalidad y seguridad jurídica de las acciones emprendidas. Todo ello evita que en un futuro quien firma una escritura tenga problemas jurídicos o económicos derivados de la operación realizada.
En cambio, esa seguridad no está presente en el modelo anglosajón, en el que el notario es un mero certificador de firmas y el instrumento es un principio de prueba que necesita ser convalidado judicialmente para gozar de autenticidad. Por otro lado, en varias ocasiones se ha hablado de los costos de ambos sistemas. Al carecer de estudios de títulos, el sistema anglosajón es más inseguro, carencia que se suple con un seguro de caución. Este seguro no solo aumenta los costos de manera considerable sino que, ante un conflicto, no evita el paso por los tribunales, con las complicaciones y costos extra que ello acarrea.
Es importante marcar que el seguro no evita que el daño se produzca, solo indemniza por las falencias del sistema. No se busca la perfección de la transmisión del derecho de propiedad como en el sistema del notariado, sino que solo se reparan los problemas producidos por errores o prácticas desleales o irregulares.
Además, debemos tener en cuenta que, como se sabe, el Estado encuentra en el escribano a un colaborador para su tarea de recaudación, a través de la retención de impuestos, siendo el momento de la escritura la oportunidad propicia para retener tributos varios. Nada nos hace pensar, sin embargo, que de mudar al sistema anglosajón esta situación pudiera cambiar.
El análisis más interesante lo ha llevado a cabo la República Popular China, donde al abandonar el sistema económico comunista se vieron en la necesidad de dar una respuesta a los futuros propietarios y optaron por el sistema notarial latino.
Hoy, en el escenario global del siglo XXI, el modelo de notariado latino vigente en la República Argentina, basado en la seguridad jurídica preventiva, se encuentra en plena expansión, en contraste con el esquema de securitización propio del modelo anglosajón.
A lo largo del tiempo los escribanos consolidamos nuestro trabajo en vinculación estrecha con los ciudadanos y la comunidad. Hoy reafirmamos ese compromiso, cuyo fin no es otro que contribuir al sostenimiento de la seguridad jurídica.
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