Por Cristina L. de Bugatti
En este duro invierno se impone proteger a las plantas friolentas, como las begonias. Su nombre recuerda al francés Michel Bégon (1638-1710), a quien un gran viajero, Charles Plumier, le dedicó ejemplares de esta especie. Y si bien entonces las plantas sólo eran consideradas como alimento o medicina, ya comenzaban a valorarse por su belleza.
Son originarias de Asia, Africa y América. Superan las 750 especies a las que se suman numerosas hibridaciones. El ingeniero agrónomo y botánico Milan Dimitri destacaba en la Enciclopedia Argentina de Agricultura y Jardinería, donde figuran 36 especies cultivadas en el país, que "todas las begonias pueden ser objeto de cultivo".
Y esa certeza se ve, sobre todo, en el ámbito doméstico. Tienen pocas exigencias, pero al ser de climas templados y cálidos, la plena intemperie les resulta agresiva, por lo que en invierno, de noche, necesitan protección con elementos aislantes, como papel, madera, telas y demás. Prefieren suelos húmedos, sueltos y fértiles, y les gusta la media sombra; andan bien en compañía de otras plantas y cultivo en macetas, en galerías o habitaciones luminosas.
La Begonia serpenflorens (flor de azúcar) originaria de Brasil hasta nuestra Mesopotamia es rústica, de raíz fibrosa, y ha sido muy mejorada. Se usa en borduras o agrupadas en macetas, y se reproduce por gajos o división de mata. La Begonia boliviensis, de Bolivia y el norte argentino, con flores simples y raíz tuberosa, ha originado híbridos de grandes flores dobles. La Begonia tuberhybrida que florece una temporada y entra en reposo se desentierra el bulbo, se limpia y guarda para replantarlo, pero rara vez renace. La Begonia Rex, de cultivo en maceta, tiene tallos cortos y grandes hojas coloridas, que se usan para reproducirla: se separa una hoja, en el envés se hacen cortes en las nervaduras, la faz con cortes se aplica sobre sustrato cubierta con plástico transparente; en los cortes se forman plantitas.
Otras begonias de cortas raíces rizomatosas, tallos gruesos y rastreros y pecíolos largos con flores agrupadas, rosadas o blancas son adecuadas para macetas o suelo, y se reproducen por trozos de tallo. Las especies arbustivas, de hasta 2 m, originarias de Brasil y Bolivia, tienen raíces fibrosas, tallos rectos, hojas maculadas y racimos de flores blancas, rosadas o rojas.
Se reproducen por diferentes gajos y aportan un aire de lujo al rincón más modesto.