El pie es una parte fundamental del cuerpo del caballo, dentro de sus funciones figuran: soporta el peso del cuerpo, le permite sostenerse y cumplir con total naturalidad con la importante misión de la locomoción en sus diferentes tipos de marchas (paso, trote, carrera, etc.). Un pie equilibrado lo faculta para: mantener su armonía física, desarrollar una movilidad normal, contribuir al bienestar del caballo y facilitará poder cumplir con la actividad que tiene destinada.
Cuando se produce el apoyo del miembro en el piso, se genera usualmente una presión en el interior del casco llevada a cabo por sus componentes. Cada vez que el caballo da un paso, el pie recibe el efecto del golpe contra el suelo, y envía inmediatamente sus consecuencias hacia las partes superiores del miembro como son las articulaciones, tendones, ligamentos, etc. Es por eso que el pie, debe gozar de una buena salud y de una simetría con respecto al tamaño del caballo, al tener proporciones correctas le permitirán poseer un cierto equilibrio.
Observado desde el frente y desde el costado sobre un piso firme, puede destacarse la mayoría de sus proporciones normales o no. Una correcta proporción en sus estructuras, un adecuado balance de sus componentes con respecto al animal en sí y la realización de un cuidado apropiado colaboran para evitar diferentes problemas.
Es imprescindible que el pie pueda cumplir con satisfacción todas las funciones que lo caracterizan, debe estar dotado de la correspondiente estabilidad tanto en el momento del apoyo sobre el suelo como cuando realiza el correspondiente movimiento. Todos los componentes del pie deben estar bien proporcionados para evitar los conocidos inconvenientes cuando existe una anormalidad y eso incluye la inclinación del casco y las falanges con respecto al suelo, llamado ángulo falangeano.
El objetivo primordial de un normal funcionamiento, muestra que el apoyo que debe hacer el pie sobre el piso debe tener las siguientes cualidades: correcto, armonioso y balanceado, para evitar que sucedan irregulares, recargas o a veces exceso de presiones en alguna de sus partes, con la consecuente manifestación de dolor en algunas de sus estructuras o regiones de su cuerpo. Si el pie no posee una contextura uniforme y no le aporta una buena seguridad, una posibilidad para tratar de corregirlo, es hacerle un herrado que tienda a equiparar esas diferencias que pueden mostrar sus extremidades.