En el corazón de San Telmo, sobre la calle Humberto Primo 343 y a pocos metros metros de la Plaza Dorrego, dos imponentes magnolias han resistido el paso del tiempo por más de dos siglos. Su longevidad y majestuosidad las han convertido en las más antiguas de la Ciudad de Buenos Aires y en protagonistas de innumerables fotografías. Pero su importancia no es solo estética: son testigos vivos de la historia porteña.