Por Cristina L. de Bugatti
Porque es áspera y fea/ porque todas sus ramas son grises/ yo le tengo piedad a la higuera..., decía Juana de Ibarbourou en un recordado poema... Pero este árbol cuyo nombre botánico es Ficus cairica, originario de la cuenca del Mediterráneo y que es de la misma especie que los gigantescos gomeros, ha sido una presencia familiar en patios y jardines aunque con algunas singularidades.
Su savia es un abundante látex que mana cuando se quiebra una rama, las hojas son palmadas o lobuladas y caen en otoño, las flores están dispuestas de tal modo que hay quien considera que la higuera no da flor, pero en realidad forma unos receptáculos llamados síconos llenos de diminutas flores, masculinas y femeninas, muy apretadas y ocultas, de manera que se notan cuando ya está el higo formado. Es tan rara esta floración y fructificación que hasta la época de Linneo se creía que la higuera no daba flores y se acercaba más a los helechos.
Existen numerosas variedades de esta planta cuyos frutos pueden agruparse según su época de maduración. Están las brevas, que se desarrollan sobre yemas de la temporada anterior y maduran temprano, a fines de la primavera o principios del verano; están las que lo hacen a mediados y fines del verano, y finalmente las del otoño.
Una misma planta puede dar frutas en las distintas épocas de maduración. Se multiplica fácilmente por estacas.
En el ámbito doméstico distinguíamos estos frutos con nombres también muy familiares, y así teníamos los higos blancos de España; los higos de Nápoles, de cáscara oscura; otra especie de piel color canela, que recibía justamente ese nombre, más duros y usados para dulce, todos producidos por plantas de la llamada higuera común. Pero a partir de la década de 1980, el INTA comenzó a implantar cultivos experimentales en Catamarca, aprovechando condiciones ambientales adecuadas, con cultivares existentes desde la época colonial, más nuevas variedades introducidas desde distintos lugares del mundo, especialmente, Italia. Desde entonces se han implantado, en distintas áreas del país, más de 300 hectáreas, con cultivo exclusivo, y con plantas más tupidas, con aplicación de alta tecnología. Y, naturalmente, con más precisión en sus nombres.
El nuevo sistema de conducción de las higueras tuvo resultados valiosos, sobre todo la alta densidad de la plantación, de más de mil plantas por hectárea, con podas cortas que facilitan las tareas de cosecha y producen la renovación anual de la copa. Así se logran altos rendimientos y se aumenta la calidad de la fruta.
Hay mucho más para decir de las propiedades y los beneficios de su consumo, y de los usos en medicina popular, donde se aplica también su látex. Pero de eso se ocupan las numerosas tradiciones y leyendas que la incluyen.