La multimillonaria Yuki Oshima-Wilpon busca una vivienda muy especial en las cocinas de Mónaco
LONDRES (The Sunday Times).- Salir en busca de una casa con ricos y famosos puede constituir un negocio delicado y complejo. La diva pop estadounidense Mariah Carey "no sube ni baja escaleras", y Paris Hilton sólo quiere ver propiedades que tengan refrigeradores lo suficientemente grandes como para ingresar y refrescarse.
Y luego está Yuki Oshima-Wilpon. Como Paris, Yuki, de 24 años, es otra niña mimada de la alta sociedad neoyorquina. Su padre es un empresario coreano-japonés, con una fortuna estimada según la revista Forbes -la Biblia estadounidense de los negocios- en 1400 millones de dólares, y está casada con Bruce Wilpon, de 27, hijo del multimillonario developer inmobiliario de la Gran Manzana, Fred Wilpon, también propietario del equipo de béisbol Los New York Mets.
La pareja multimillonaria trata de elevar su perfil y proyectarse dentro de la sociedad londinense, motivo por el cual -un frío día de invierno- estábamos en el aeropuerto privado de Farnborough y Yuki quería comprar una casa en las colinas que enmarcan Mónaco e invitó a The Sunday Times a unírsele para que la vieran en acción.
En el aeropuerto de Niza, los esperaban Wendy MacAnthony y su equipo de la firma inmobiliaria internacional MacAnthony Realty International. Camino a la primera residencia, Yuki explicó qué buscaba en una propiedad. Es budista, por lo que exige un adecuado feng shui. Las paredes debían ser blancas por dentro y por fuera, y tenía que haber una "sensación de fluidez y continuidad en los espacios".
Los jardines debían tener plantas orgánicas y certificado que asegurara que no se habían utilizado pesticidas. Cuando llegó a la moderna villa de 230 metros cuadrados inmediatamente detestó el lugar. La cocina era un chiste y el césped, muy verde. "Es el efecto de los pesticidas", habría dicho.
De nuevo en viaje con dirección a la siguiente propiedad, el BMW azul que trasladaba a Yuki descendió por una escarpada colina. "Esto rompe con las reglas del feng shui -dijo-. No se debe vivir en una pendiente." Sin embargo, la moderna casa de vidrio y acero cumplía con sus estándares de limpieza, aunque la vista era muy fea: el paisaje principal eran los techos planos de un edificio cercano de departamentos.
Era casi la hora del almuerzo. Wendy y su equipo decidieron realizar una visita más. "Es la vivienda de una artista que podría tener el estilo que ustedes están buscando", le propusieron.
Tres horas más tarde y en medio de un escándalo, Yuki lloriqueaba histéricamente; Bruce se había ido a las manos con el personal de custodia, y estaban en camino una ambulancia veterinaria y la Gendarmería debido a que ella había encontrado en el lugar un perro con bultos en las patas y no quería abandonarlo porque había pensado que podría morir. Además, le había tomado antipatía a Véronique Deguilhem, la agente inmobiliaria francesa, porque su abrigo tenía detalles de piel.
Entonces Wendy, temerosa de que la policía fuera la próxima en llegar, decidió que era tiempo de partir y convenció a la pareja para que subiera al BMW:
"Chicos, nosotros sólo necesitamos llevarlos al aeropuerto y dar por finalizado el día lo más rápidamente posible!", les explicaron.
Yuki y Bruce no compraron ninguna propiedad ni vieron alguna que remotamente les gustara. "Esta es la última excursión de rescate de animales en la que quiero participar", suspiró MacAnthony.
Traducción de Angela Ciocca
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