Cambió el mercado nuevamente y ahora sí entramos en la recta final del ciclo. El dólar se disparó y la Argentina empieza a lucir barata en blue. Los inversores minoristas con excedentes de pesos, a quienes apuntaron los proyectos en los últimos dos años de cepo, en el contexto actual desaparecen por pánico y porque la inflación les carcome su poder adquisitivo. Esos mismos ahora resguardan, bajo cuatro llaves, sus dólares y ahorran en el colchón. Pero empieza a aflorar otro personaje en el Real Estate local que estaba latente y agazapado, esperando con suma atención: el inversor oportunista de mayor escala, con dólares de verdad que ya brillan más. Construir en los próximos tiempos será quizá tan barato cómo lo fue a la salida de la convertibilidad, con constructoras más necesitadas de trabajar que de ganar plata y obreros cuidando sus empleos. Basta recordar el gran negocio que hicieron los que se edificaron sus casas en el auge de los barrios privados en aquella época tan complicada. Los desarrolladores son conscientes de ello y están gestando negocios con esa óptica. Los Cedines ayudarán a materializarlos, y la ingeniería financiera y fiscal será clave para darle luz verde o luz roja a cada transacción. En otros segmentos de la economía hay síntomas similares: los inversores extranjeros que nos conocen están disfrutando la compra de bonos en dólares que tienen un rendimiento extraordinario, para un país en default, pero sin deuda que está a punto de cambiar de ciclo. Con las acciones sucede algo similar. Los próximos tiempos serán claramente de oportunidades para oportunistas con espaldas. Es verdad que muchos la están pasando horrible. De hecho, la gran mayoría padece la inflación galopante, la escapada del dólar y sobre todo la creciente desocupación y la recesión, que ponen a la casa propia cada vez más lejos de las posibilidades de una familia tipo o de una pareja joven que se casa. El Procrear es un paliativo muy menor. Pero los inversores de raza ven buenos negocios hoy que en 2015/2016 darán sus frutos. Saben que el país no es, estructuralmente, una economía barata en dólares. Por nuestra matriz productiva, predominan los períodos durante los cuales la moneda doméstica es fuerte. Y cada tanto (10 años) sobreviene una breve, pero tentadora ventana para no desaprovechar: con pocos dólares billete, se compra mucho y bien.
El autor es presidente de APPI
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