El edificio Flatiron en Nueva York llevaba cuatro años sin ser habitado y su destino ahora es una incógnita
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Con el golpe del martillo del juez del Tribunal Supremo del Estado, el destino del rascacielos Flatiron en Nueva York parecía haber quedado sellado. Fue en la subasta que se llevó a cabo la semana pasada en Nueva York donde los asistentes creyeron que Jacob Garlick, socio fundador de Abraham Trust quien se había comprometido a pagar se US$190 millones, se quedaría con el edificio. Sin embargo, un clima de desconcierto rodea a la construcción de 22 pisos.
Según trascendió la noticia, el creador de un fondo especializado en distintas operaciones de inversión no ha depositado el monto correspondiente a la garantía. En ese escenario es que numerosos medios locales publicaron que su titularidad sobre el edificio neorrenacentista queda anulada.
Qué pasará con el edificio
De acuerdo a los términos y condiciones de la subasta realizada en el Bajo Manhattan, si el postor no pagaba el 10% del monto estipulado el rascacielos pasaría a las manos del segundo mejor pujador. No obstante, queda pendiente definir si éste deberá pagar el precio final establecido por quien ganó la subasta o por el que había apostado por última vez antes de perderla.
Según Jeffrey Gural, el segundo inversor interesado y el único en competir contra Garlick en la subasta, el monto final era excesivo. Este casi cuadruplicaba la cifra inicial de US$50 millones. El líder de la inmobiliaria GPF Real Estate admitió no comprender la forma en la que el comprador oficial había podido pagar la suma en cuestión, teniendo en cuenta que el edificio está vacío y se necesitarán unos US$100 millones para acondicionarlo.
“Sospecho que (Garlick) no tenía el dinero, o se dio cuenta de que ofreció demasiado y decidió no consumar la compra”, dijo Peter Axelrod, nombrado árbitro en la subasta, en diálogo con el diario New York Times. Sin embargo, el comprador oficial había manifestado su sincera felicidad al lograr vencer en la subasta. “Ha sido el sueño de mi vida, desde que tenía 14 años. Trabajé todos los días de para estar en esta posición y lograrlo”, declaró Garlick a NY1 tras comprar la propiedad, y agregó: “Nos sentimos honrados de ser administradores de este edificio histórico, y la misión de nuestra vida será preservar su integridad para siempre”.
La transacción era altamente esperada por la sociedad. “No quería perderme este momento histórico. Estamos hablando de uno de los edificios más famosos del mundo. Una de las estructuras artificiales más fotografiadas del mundo, y creo que es un honor para el nuevo propietario”, había señalado luego del fin de la subasta a NY1 Tom Brady, agente inmobiliario de Douglas Elliman Real Estate, presente en el lugar.
El edificio de casi 87 metros de alto y 23.700 m² ya lleva cuatro años cerrado luego de que su último inquilino MacMillan Publishers se fuera en 2019 y este desbarajuste entorno a la subasta no plantea en el horizonte que vuelva a ser habitado pronto. Ubicado en el 175 de la Quinta Avenida, fue diseñado por Daniel Burnham y Frederick Dinkelberg y es fácilmente reconocible ya que su frente anguloso responde a la manzana triangular en la que está emplazado. Tal es la iconicidad del edificio que su nombre bautiza al barrio que lo rodea, el Flatiron District.
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