Tomás Costantini, hijo de Eduardo Costantini, creó una plataforma que luego exportó a Miami y fue desarrollada por los diseñadores del MALBA
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Por sus altas rentas, el alquiler temporario pisa cada vez más fuerte y domina a las principales ciudades del mundo. Miami no es la excepción, donde muchos condominios se alquilan por plazos cortos a turistas o nómades digitales. Seducidos por este negocio, los propietarios comúnmente contratan especialistas -llamados property managers- para que les administren el alquiler del departamento.
El lado B de esta fuente de renta es la dificultad para garantizar que se cumpla a rajatabla el contrato y, por ejemplo, que no ingrese en la propiedad más gente de la pactada o que no cumplan con las normas de convivencia del edificio. Por ejemplo, un grupo de amigos puede pagar por cuatro personas y en realidad dormir seis o pueden hacer fiestas que molesten a los vecinos.
Pero una aplicación creada por un argentino con apellido de renombre en el mercado de real estate, se usa en la ciudad costera estadounidense y permite hacerle frente a estos problemas. Miii es una aliada de los administradores porque puede medir a través de sensores la cantidad de personas dentro de una vivienda y en espacios públicos de un edificio, sin identificarlos e individualizarlos.
La mente detrás de la herramienta es Tomás Costantini, hijo del desarrollador, creador de Nordelta y coleccionista de arte dueño del museo MALBA, Eduardo Costantini.
Con herramientas como ésta, “los administradores de edificios dedicados al alquiler temporario pueden controlar la apertura de una unidad funcional y no necesariamente estar presentes cuando entregan la unidad”, dice Matías Huala, cofundador y actual CEO de Miiii.
Pero el nivel de control sobre la unidad funcional va más allá. “Como propietario o administrador, si detecto que estás haciendo una actividad incorrecta por fuera de las normas del edificio, te mando una notificación y en base a eso puedo acceder legalmente al sistema para que corte parte del servicio que tengamos”, dice Costantini.
Por ejemplo, “en una situación extrema puedo cortarte un servicio -como la luz- si los sensores de sonido detectan que hay música muy alta o ruidos molestos para los vecinos, o puedo enviarte una notificación si los sensores detectan que los muebles se están moviendo de lugar, otra cosa que está prohibida”, añade Huala.
El fin último de la aplicación es facilitar la vida de los habitantes de una comunidad, ya sea un barrio cerrado o un condominio. “Por ejemplo, se detectan automáticamente cuestiones que suceden en espacios habitacionales relacionadas a la seguridad, como escapes de gas, agua, presencia de fuego, apertura de puertas, caída de ancianos a la piscina o pérdida de niños”, explica Costantini.
La detección de una tendencia
Pero la idea que tuvo el empresario no empezó por el costado del Internet de las Cosas (IT). Siete años atrás, apeló a sus estudios de tecnología cursados en Estados Unidos para desarrollar una aplicación de lifestyle. Nació a modo de servicio digital en la posventa de los productos de Consultatio en Puertos, el megadesarrollo en el kilómetro 45 de la Panamericana Ramal Escobar.
El fin era que los barrios cerrados pudieran unificar el chat entre vecinos, recibir las novedades del barrio y aprovechar otras funciones organizativas como la reserva de un espacio común. Sin embargo, “Tomás al año de empezar se dio cuenta de que la gente que vive en ese ecosistema usaba la app una vez al día”, dice Matías Huala, y señala que eso lo animó a dar un paso hacia una tendencia en auge y agregarle una capa transaccional.
Fue así como se le ocurrió fusionar una aplicación de estilo de vida con el mundo fintech, revolucionario en los últimos años con las billeteras virtuales. Invirtió US$2 millones de su propio bolsillo, hizo acuerdo con bancos tradicionales y transformó la aplicación en una billetera digital que hoy contratan los barrios para usar en su gestión.
De esta forma, los vecinos pueden reservar la mesa del restaurante del barrio y pagar con QR desde la app, comprarle objetos en venta a sus vecinos con las tarjetas adheridas, reservar el SUM sin la necesidad de pagarlo por las expensas, pagar con tarjeta de crédito o usar el dinero en la cuenta, contratar un seguro y hasta abonar las expensas o consumos tanto dentro o fuera de la comunidad.
Estas funciones no son nuevas en el país, sino que hay otras plataformas que las ofrecen, como Open Key y Simple Solutions, que representan el 80% del mercado. Sin embargo, un dato llama la atención: desde Miiii “unieron la grieta” y en lugar de diferenciarse de muchos barrios por tener un servicio que integre lifestyle y medios de pago, salieron a democratizar su acceso. “Somos los únicos que unimos de manera total lo social con el servicio de recaudación pero le proveemos el servicio a los competidores para que en sus barrios hagan la cobranza de forma completa. En otras palabras, somos los operadores detrás de la competencia”, profundiza Huala.
En la Argentina, el modelo de negocio contempla tres vías de ingresos. “Cobramos un fee al banco, otro a Mastercard y le cobramos a cada barrio el procesamiento de expensas”, detalla Huala. en cuanto a este último aspecto, especifica que el barrio contrata la aplicación, todos los vecinos la usan de forma 100% gratuita y aquellos que además la utilicen para los servicios transaccionales -como puede ser el pago de expensas- pagan un porcentaje que “por el paquete que ofrecemos resulta más barato que lo que cobran otras aplicaciones de administración”. En definitiva, destaca que su diferencial es ser un servicio gratuito para los vecinos -contrario a la competencia- y solo le cobran a quienes usan la parte de la billetera virtual.
Los pasos de expansión se dieron naturalmente. Empezó en Puertos y en 2020 sumó Nordelta a su portfolio en el rubro de barrios cerrados. Más adelante salió del ecosistema de Consultatio y llegó a otros 11 barrios del Gran Buenos Aires de la zona norte y oeste.
Los desafíos de cruzar la frontera
Consolidado en estos espacios, Costantini se sintió preparado para subir un escalón y conquistar otro mercado más ambicioso. Fue así como hace más de un año y medio desembarcó con su aplicación en Miami, ciudad frecuentada por argentinos con 350.000 conglomerados habitacionales. La exportación a otro país requirió una “tropicalización” del producto, como le llama su creador, que se adaptara a las necesidades del lugar.
“Allá el property manager tiene una tabla de control donde puede ubicar empleados, coordinar el vallet parking, el sistema de paquetería te avisa que te llegó el paquete y si está disponible para retirar, coordinación de eventos en el edificio, enviar alertas si se rompió el ascensor y otras opciones que generan una omnicanalidad de comunicación entre el usuario, el propietario y el administrador del edificio”, detalla Costantini.
Argentina fue la prueba piloto para consolidar un producto que la empresa tiene pensado exportar. “Buscamos expandirnos más adelante a los principales centros urbanos de Estados Unidos y a otros mercados relevantes de América Latina y Europa”, proyecta.
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