Argentina es experta en inflación, algo que no es para orgullecerse pero que sirve para saber cómo invertir en ese contexto sin correr (tanto) riesgo; transformar el dinero en ladrillos tiene un impacto positivo en la economía
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La inflación es hoy en día un problema mundial que los principales países están tratando de resolver con medidas muy potentes, como la fuerte suba de tasas de interés en Estados Unidos, cuyos resultados aún están por verse.
Se trata de un fenómeno que obedece a múltiples causas, entre las que se destacan las ayudas gubernamentales por la pandemia, la guerra de Ucrania y las dificultades logísticas de China. Este tipo de problemas estaban fuera de agenda desde hace décadas en la mayoría de los países. Las medidas que se están adoptando tienen contraindicaciones significativas, como por ejemplo el desencadenamiento de una posible recesión. Mientras tanto, los inversores deben resguardarse y el camino más adecuado pasa por migrar a activos reales, entre los que naturalmente se destacan los inmobiliarios de calidad.
A raíz de ello, en todas partes los precios han aumentado mucho recientemente hasta tocar récords históricos. Claro que el aumento de tasas de interés augura el fenómeno inverso a futuro, sobre todo teniendo en cuenta que en los países desarrollados todas las transacciones inmobiliarias se financian con créditos, de modo que su encarecimiento disminuye la capacidad adquisitiva de la gente.
En Latinoamérica el fenómeno es el mismo, aunque se lo percibe de maneras diferentes en cada país. En muchos se lo siente como algo transitorio y coyuntural que estaría llegando a su fin, mientras que en otros, como el nuestro, se sufre como algo grave que demorará en resolverse.
En mi opinión, la inflación es algo muy difícil de controlar en todas partes, que no debe subestimarse, y el resguardarse en activos reales de calidad es la decisión más inteligente que los inversores en la actualidad deben adoptar.
Más difícil es responder a la pregunta sobre dónde y en qué producto invertir, sobre todo porque en muchos sitios la presión de la demanda sobre los bienes raíces ha elevado los precios, como dijimos, a las nubes con más chances de caer que de mantenerse o de subir a futuro.
En ese sentido, Argentina parece generar una gran oportunidad porque está históricamente muy barato y pareciera estar finalizando ese ciclo para comenzar a rebotar en los años por venir.
Por lo demás, apostar por ladrillos en Argentina es, desde mi punto de vista, mejor idea que hacerlo por inmuebles terminados porque los costos de construcción han caído mucho más que los terminados en los últimos años, por lo que puede esperarse un rebote más fuerte a futuro.
En este marco, el blanqueo de dólares con un régimen de incentivos que se ha prorrogado por un año que permite la normalización voluntaria de la tenencia de moneda nacional o extranjera en la medida que los fondos se apliquen exclusivamente a la construcción privada, plantea una oportunidad. Como opciones, hay desarrolladores de todo el país que tienen a disposición barrios cerrados y edificios en construcción que son aptos para comprar mediante este blanqueo. El 19 de noviembre terminó la primera etapa del blanqueo en la que se pagaba una penalidad del 5%. Del 20 de noviembre al 17 de febrero de 2023 el impuesto será del 10%; del 18 de febrero y hasta el 16 de agosto ascenderá al 20%.
Es un gran momento para invertir en ladrillos en Argentina y esta ley es un buen camino para lograrlo. El hecho de que ese dinero se transforme en ladrillos tiene un impacto positivo en la economía, ya que genera un ingreso fiscal, tanto por el impuesto especial como por la propia dinámica de las obras y sus ventas. A su vez, genera nuevos puestos de trabajo directos e indirectos.
No obstante, hay que reconocer que construir en nuestro medio no es fácil, con una inflación tan alta y restricciones para importar. Sin embargo, estoy convencido de que estamos atravesando un ciclo prometedor para hacerlo, que vale la pena aprovechar.
A nivel regional, la visión es la misma. Sin embargo, nos toca advertirles a los desarrolladores latinoamericanos que deben hacerlo con mucha precaución porque la inflación es muy complicada. En efecto, administrar proyectos sin conocer a fondo cómo operar en contextos inflacionarios, puede ser muy riesgoso.
Los argentinos somos expertos en inflación, lo cual no nos enorgullece, pero hoy en día nos sirve.
*El autor es presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU)
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