Azulejos celestes, pelotas inflables y escaleras en las paredes disfrazan el local de alhajas para transmitir un ambiente familiar nostálgico a sus clientes
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La experiencia del cliente a la hora de comprar es uno de los aspectos en los que las empresas cada vez destinan más recursos para mejorar. En las tiendas online, la agilidad y el diseño de uso intuitivo son unos de los aspectos más relevantes, mientras que en el mundo físico la iluminación, atención del personal, decoración y perfume son otros criterios que influyen en el comprador.
Las joyerías suelen tener un perfil elegante y sobrio a la hora de ambientar sus locales. Las vidrieras impolutas, las puertas aseguradas y los cajones llenos de alhajas prolijamente alineadas son la estética clásica de este tipo de comercio. Sin embargo, una joyería en la isla griega de Mykonos decidió apostar por lo diferente y ambientó su negocio como si fuera una pileta de la década del 60. En honor a la época, el blanco, celeste y rojo vivo son los colores que componen la paleta elegida para la estética del lugar.
La marca italiana Gavello decidió romper el molde de la mano del estudio de arquitectura Dive Architects y el estudio creativo Saint of Athens y eligieron los azulejos celestes para vestir las paredes y mostradores del local. Complementaron la decoración con las típicas escaleras de metal pegadas a la pared y las luces redondas que se encuentran en las piscinas.
Otro detalle son los accesorios colgantes en las paredes, que remiten a los que usan las personas para tender sus toallas antes de zambullirse en la pileta, pero que en este caso adaptaron su uso para colgar collares y piezas que se luzcan extendidas. Además, hay dispersas piletas inflables de playa y en el fondo del local colocaron lockers rojos como los que se encuentran en los clubes para que la gente guarde sus pertenencias.
Son quienes se atreven a entrar al local los que descubren el particular estilo elegido, ya que desde afuera la fachada se camufla con el resto de los negocios comerciales en las islas Cícladas: paredes blancas, una puerta beige y un escalón para entrar con piedras incrustadas. La experiencia comienza una vez dentro, cuando los clientes pueden comprar piezas de joyería mientras sienten que están en un día de verano cualquiera.
Para no dejar de lado el perfil de joyería, una serie de espejos, almohadones y vidrieras están distribuidos por el local para ver y probar las alhajas. El objetivo de sus creadores fue generar un sentimiento de nostalgia, ambiente familiar y que la vista los remonte al lujo de las piscinas urbanas de la época.
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