Son castillos, palacios o fortalezas dignas de un cuento a las que se les llama “paradores” y ofrecen estadías por todo el territorio español
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La España medieval fue una época fascinante, de castillos, murallas y catedrales imponentes. Para descubrir aquellos monumentos históricos, además de pueblos pintorescos y paisajes de cuento, lo mejor es alojarse precisamente en edificaciones antiquísimas. Hay muchas por todo el territorio ibérico y, en conjunto, son conocidas como ‘paradores’.
Paradores Turísticos de España se fundó en 1928. La misión de la organización es contribuir a la recuperación del patrimonio histórico-artístico de este país y preservar sus espacios naturales.
Ya sea en la playa, en la montaña, en un viñedo o en el casco antiguo de una localidad pequeñita, encontrarás alguno de estos refugios. Hay castillos, monasterios, fortalezas y edificios vanguardistas.
País Vasco, Victoria y Argómaniz
En Bilbao, lo primero es lo primero: visitar el museo Guggenheim. El edificio torcido y curvilíneo fue diseñado por Frank Gehry. Puede tomar la forma de un barco si se ve desde el río Nervión o de una flor que se abre al cielo si se aprecia desde las alturas.
Con la construcción del Guggenheim en 1997, Bilbao se transformó en una ciudad vanguardista que recibe un millón de turistas al año. Este museo no solo es una joya por fuera; sus interiores, igual de impresionantes, llevan a través de un viaje por el arte moderno y contemporáneo.
A una hora de distancia se encuentra la capital del País Vasco, Vitoria-Gasteiz, ciudad con un pasado medieval, el cual pueden atestiguar sus templos góticos, sus calles en forma de almendra y, sobre todo, su casco antiguo, uno de los mejores conservados de todo España.
El parador de Argómaniz es el antiguo Palacio de los Larrea, un edificio renacentista de 1712 en la Llanada Alavesa, por donde pasaron romanos, cristianos, moros y judíos. Este palacio destaca, entre otras cosas, por su ubicación: una llanura que sobresale del resto de las casas de la localidad. Se dice que Napoleón Bonaparte descansó dentro de estos muros.
Hay que tomarse un tiempo para visitar, muy cerca de ahí, el Parque Natural de Ullíbarri-Gamboa y del Monte Gorbea, además del casco antiguo y su catedral.
Los jardines de este parador son un verdadero santuario de relajación, mientras que, en su restaurante, preparan pura delicia local acompañada de excelentes vinos y quesos. Sus habitaciones son modernas y sencillas. Si se elige una con jardín, mucho mejor.
La Rioja y Santo Domingo de la Calzada
Nuestro siguiente destino: La Rioja, una región muy atractiva por su producción vitivinícola, cuya denominación de origen es la más antigua de España.
La vid es parte del paisaje, y se puede admirar desde las alturas, a bordo de un globo aerostático, desde donde se alcanzan a ver las tonalidades ocres y verdosas de la campiña.
La arquitectura de sus bodegas bien merece un recorrido por sí sola: construcciones históricas que parecen palacetes y hasta de arquitectura de vanguardia como Marqués de Riscal o Ysios.
Kilómetros arriba, en una colina, está el Monasterio de Suso, en donde los eremitas escribieron en sus scriptorium las primeras palabras en castellano, marcando el nacimiento de nuestro idioma.
Santo Domingo de la Calzada es un parador alojado en el antiguo Hospital de Peregrinos, construido en el siglo XII. La leyenda cuenta que Domingo García (santo patrono del pueblo) ayudaba a los peregrinos del Camino de Santiago, edificando puentes, hospitales y caminos.
El parador se ubica en la plaza principal, frente a la catedral y a un costado de un refugio de peregrinos. Destacan su vestíbulo con arcos góticos, su construcción sobria e imponente, sus salones que nos remontan al pasado y su restaurante de auténtica y tradicional cocina riojeña.
Uno de los pueblos de La Rioja es Cellorigio, que con cuatro habitantes se niega a su extinción. Sus caminos no tienen asfalto y, en pleno campo, se conservan casas de piedra en cuyas fachadas hay relojes de sol y escudos de la familia.
También está Sajazarra, cuya primera mención aparece en el Fuero de Miranda de Ebro en 1099. En este pueblo no ha pasado el tiempo, con sus calles estrechas, su castillo construido en la segunda mitad del siglo XV, sus callejones y su iglesia del siglo XII y XIII.
León y el Hostal de San Marcos
Un paso de peregrinos que sigue el Camino de Santiago es León, ciudad flagrante de belleza histórica, vigilada por la catedral de Santa María de Regla, que inició su construcción en el siglo III. Atesora un conjunto monumental de casi todos los estilos artísticos, como el románico, el gótico, el plateresco, el renacentista, incluso el modernista.
El Hostal de San Marcos es un parador construido en el siglo XII. Es uno de los edificios más emblemáticos del renacimiento español, tan asombroso en su exterior, como en su interior. Además de hotel, también es un museo en el que se resguarda todo tipo de esculturas y ornamentos medievales, como los tapices de los siglos XVII y XVIII que decoran los muros para ser admirados por los huéspedes y paseantes.
Lerma y el Palacio Ducal
Lerma, en Burgos, es un lugar que no tiene desperdicio. Su esplendor fue en el siglo XVII. Debajo de las viviendas y de los adoquines de esta ciudad hay bodegas subterráneas desde tiempos muy antiguos. Algunos restaurantes las adecuaron como cavas y son parte de su atractivo, como el Asador de Caracoles, una casa de comidas con más de 100 años de historia.
El Parador de Lerma ocupa el viejo Palacio Ducal del siglo XVII. Intramuros guarda la historia del duque Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja, el hombre más poderoso del reinado de Felipe III.
Se presume que en esta construcción de piedra, sobria y elegante, con 200 balcones de hierro en su fachada y cuatro torres, durmió también Napoleón Bonaparte. El dramaturgo Lope de Vega igualmente pasó por aquí, estrenando sus obras en el patio interior hace unos 500 años.
Pasear por los alrededores de la plaza implica algo de tiempo bien invertido tomando fotos de cada rincón, incluida la casa en la que vivió durante su juventud José Zorrilla, autor de Don Juan Tenorio. Su escultura se encuentra en los jardines de la Excolegiata de San Pedro, desde donde se puede apreciar todo el valle de Lerma.
El castillo de Sigüenza y la otra Guadalajara
Llegamos a Sigüenza, en la provincia de Guadalajara. Es una ciudad que asombra por su historia tejida entre sus calles y fachadas, pero sobre todo por su monumental castillo que se remonta a la era románica. Sirvió de fortaleza en las guerras carlistas, incluso en la guerra civil de 1936.
En las habitaciones del castillo se dio cobijo a varios personajes de la historia, entre ellos a obispos y reyes, como Felipe III y Doña Blanca (la que está cubierta de oro y plata, según la ronda infantil), que fue encerrada por su esposo, Pedro I de Castilla, para evitar que apoyara a los nobles que pretendían destronarlo en 1355.
Restaurado y con el porte de un edificio de su linaje, este castillo se mantiene firme en lo más alto de Sigüenza (con vistas de infarto). Transformado en un parador, reúne el esplendor medieval y el lujo de vanguardia.
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