El emprendedor abandonó la seguridad del sueldo a fin de mes para cumplir el sueño de animarse a ser independiente
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En el 2013 el agua llenaba las calles de La Plata. La tormenta que tuvo lugar el 2 de abril alcanzó a varios barrios de esta ciudad capital, dejando bajo el agua muchas casas, locales y todo tipo de inmuebles. Cuando Juan Piantoni, el hombre que trabajaba en el mundo de los bancos, le preguntó a una mujer qué eligió salvar cuando el agua entraba a borbotones por las ventanas y puertas respondió: “El cajón de las fotos”.
Ese comentario fue el disparador para entender cuál sería su primer negocio como emprendedor: Ingot, una compañía de cajas de seguridad privada. “Además es una industria que funciona como una especie de contención en situaciones de stress”, relata el entrepreneur que entendió la clave que lo llevaría a ser pionero de un negocio en la Argentina.
“La escritura de una propiedad suele ser un momento de tensión muy grande. La decisión de vender un inmueble siempre guarda una carga emotiva alta, a lo que se suma la cantidad de dinero que se intercambia y con el que se llega o se retira de la sala donde tiene lugar la operación”, relata Piantoni que, desde su posición en el Citibank, siempre fue muy observador y atento al recorrido que hacían los usuarios del banco en las distintas operaciones, sin saber que eso terminaría siendo el disparador de su emprendimiento.
En ese contexto, el emprendedor, junto a otros socios, tuvo la idea de generar una empresa que ofreciera cajas de seguridad privadas y salas de reunión (fuera del sistema bancario). “Las escrituras se hacían en la escribanía o en la inmobiliaria, algo que generaba mucha inseguridad”, cuenta el emprendedor y agrega: “Una operación es una situación que produce mucho nerviosismo. No contar con un espacio acorde que brinde tranquilidad es una fuente de stress”.
De esta forma, en el 2014 se lanzó a ofrecer las cajas de seguridad privada en la Argentina, algo que no existía hasta el momento. Además, desarrollaron las salas de reuniones, espacios en donde pueden hacerse escrituras u otras operaciones. “El servicio de caja de seguridad no está pensando sólo para las personas que guardan dinero. El concepto de valor, en ese sentido, es muy subjetivo: puede ser económico, pero también emocional/sentimental”, explica Piantoni y agrega: “Cuando entendés lo que implica resguardar algo de valor para cada persona, no se trata sólo de algo económico, sino que el servicio que prestamos abarca un concepto más amplio”.
Aunque en la Argentina se estima que el 70% de los clientes aún guardan dinero, entre otros valores, en el mundo el porcentaje mayor está destinado a la reserva de materiales como joyas, escrituras y obras de arte, entre otros valores. El emprendedor explica que mucha gente pide espacio también para guardar documentación y reconoce que se trata de un negocio en crecimiento: por caso en abril se registró un incremento de más del 30% en el alquiler de salas de reuniones para operaciones en todas las sedes del país (en comparación al primer trimestre del año), lo que muestra un mayor movimiento en el mercado inmobiliario. En su caso, el alquiler de una caja chica parte de los $ 29.615 al mes y el de las salas se ubica en $ 42.550 la hora.
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