El gigante tecnológico desembolsó US$1000 millones por su sede temporal en el Reino Unido mientras aguarda que se construya la definitiva cerca de la estación King´s Cross
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La vuelta a la presencialidad reactivó la búsqueda de muchas empresas que analizaban el mercado para encontrar oficinas acordes a las nuevas exigencias sanitarias. Una de las operaciones que más llamó la atención fue la que realizó Google ante la compra de un edificio en Londres.
El gigante tecnológico invirtió US$1000 millones por el edificio Central St. Giles en el centro de la capital inglesa, cerca de Covent Garden, que hasta el momento alquilaba. Allí funciona ahora la sede de la compañía en el Reino Unido hasta que se termine de construir otro edificio cerca de la estación King´s Cross, diseñado por Heatherwick Studios y Bjarke Ingels Group (BIG). En caso de cumplir con la meta de terminarlo antes de 2024, este último pasaría a ser su sede definitiva en el país.
Pero esta no es la única jugada destacable de la empresa sino que en los últimos años registró diversas operaciones en el mercado inmobiliario, específicamente en el estadounidense. Por ejemplo, la compañía dio a conocer la noticia de que realizaría inversiones por US$7000 millones en el negocio del real estate a través de proyectos como la ampliación de centros de datos y nuevas oficinas a lo largo del país.
Los destinos donde Google tiene planeado desembarcar con nuevas sedes de oficinas en el país norteamericano son Seattle, Houston, Misisipi y Oregón. Además, su plan también contempla ampliaciones en propiedades que ya tiene, como en sus centros de datos en Nebraska, Carolina del Sur, Virginia, Nevada y Texas. En sus planes de expansión, también contempla ampliar su espacio en Atlanta, Nueva York y Washington DC. En total, la inversión de la tecnológica se repartirá entre 19 estados, la cual incluye US$1000 millones que se destinarán a las oficinas centrales de California.
Acerca del diseño de las nuevas oficinas, el año pasado Google anunció que sus trabajadores habitarían espacios colaborativos. Se trata de implementar los llamados team pods, que son módulos con ruedas que permiten reorganizar según las necesidades del trabajo. Para favorecer la distancia entre empleados a favor de las medidas sanitarias recomendadas, la empresa también cambiaría las salas de reunión bajo la metodología de sentarse en semicírculos llamados campfire. Como en un fogón, como su nombre en inglés lo indica, los empleados a distancia podrían participar a través de videoconferencias con una pantalla e intercalarían asientos con el personal presencial.
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