La última incorporación del barrio de Chacarita es Casa Seis, un local de tan solo 25 m² con una selección limitada de platos pero una amplia variedad de vinos, todo en un ambiente íntimo y reservado.
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El barrio porteño de Chacarita, visto como una extensión de Colegiales,, Palermo y Belgrano R, está emergiendo como una destacada postal de Buenos Aires, con características que lo distinguen de otros barrios de la ciudad. La profusión de árboles y áreas verdes, los adoquines y la arquitectura evocativa crean un ambiente único, ideal para la aparición de vermuterías, cafés en las esquinas, galerías de arte y establecimientos exclusivos de diversos rubros.
Entre las nuevas tendencias que marcan la pauta en el sector, la proliferación de bares de vinos o wine bars es notable en el panorama gastronómico porteño, coincidiendo con un momento de gran apogeo para el vino argentino. Específicamente en Chacarita, se está viviendo un verdadero auge de locales dedicados a este rubro. La última incorporación del barrio es Casa Seis, un local de tan solo 25 m² con una selección limitada de platos pero una amplia variedad de vinos, todo en un ambiente íntimo y reservado.
Detrás de esta iniciativa se encuentra Fidel Pérez Ochoa, un empresario gastronómico colombiano que se inspiró en su infancia para nombrar su nuevo emprendimiento. Aunque su formación académica está en contaduría financiera, Pérez Ochoa incursionó en el mundo de la publicidad y hace siete años se dedica al ámbito gastronómico.
“Hace tiempo que manejo una cervecería en Palermo, pero me dieron ganas cambiar de rubro y meterme en el de los vinos, apuntar a otro tipo de público”, relata el empresario. Su meta era establecer un espacio más íntimo, alejado de las dimensiones más amplias de su ubicación anterior. Después de mirar diferentes opciones, encontró un local de 40 m² en Guevara 495, en el barrio de Chacarita.
“Quería abandonar Palermo y cambiar de ubicación. Estaba indeciso sobre si abrir este nuevo negocio en Chacarita o en Colegiales. El polo gastronómico está creciendo mucho en la zona, especialmente en Chacarita. Me encanta el barrio y lo considero más tranquilo que Palermo, que está saturado. Aunque en Palermo hay un flujo constante de personas, buscaba un lugar donde la gente pudiera disfrutar sin sentirse abrumada, y Chacarita me ofrecía esa posibilidad”, explica Pérez Ochoa. Asegura que, a pesar de su rápido crecimiento, el barrio sigue siendo una zona tranquila.
“Estaba buscando un local chico, aunque no tan diminuto como el que finalmente encontré. Cuando me reuní con los arquitectos, nos enfrentamos al desafío de adaptar todo al reducido espacio disponible”, explica Pérez Ochoa. Tuvieron que encontrar la manera de distribuir los espacios de forma eficiente, especialmente considerando que en el ámbito gastronómico se necesitan dos baños, una cocina y un área de despacho. “Originalmente, quería una barra central al estilo madrileño, pero al llevarlo al plano, resultaba bastante incómodo. Optamos entonces por un diseño más tradicional, aunque buscamos evitar lo convencional”, menciona el empresario.
El local anteriormente albergaba una pollería y sufrió una transformación completa. “Estaba en un estado bastante desastroso, pero hoy es un espacio completamente renovado”, explica Pérez Ochoa. En 25 m² lograron resolver toda la parte de atención al cliente, con un total de 16 cubiertos en el interior y espacio para otros 15 clientes en el área al aire libre. Todo el diseño fue concebido en dos secciones distintas divididas por una puerta de vidrio que puede abrirse para crear un pasillo amplio.
“Estuvimos cuatro meses trabajando en la renovación. El nombre del local es un homenaje a mis hermanos. Cuando éramos chicos, solíamos despertarnos los sábados para ver dibujos animados, todos reunidos en el sillón mientras nuestra mamá nos servía el café con leche con galletitas para el desayuno. Así eran todos nuestros fines de semana. La casa donde pasé mi infancia se encontraba en la manzana cinco, casa seis″, concluye, evocando con nostalgia esos momentos familiares.
La ruta del vino porteña
Si bien la cultura del vino siempre estuvo arraigada en Argentina, actualmente se observa una tendencia hacia los bares especializados que ofrecen una experiencia más cercana para disfrutar del vino. “Ahora la gente no solo lo consume junto a una comida, sino que va en busca de probar diferentes variedades”, explica Pérez Ochoa.
En particular, en estas cuadras del barrio de Chacarita, a metros donde se encuentra Casa Seis, hay una gran variedad de locales dedicados únicamente al vino. A unas cuadras se encuentra Naranjos Bar, mencionado por la revista Condé Nast Traveller como uno de los mejores nuevos restaurantes del mundo en 2021. Además, entre otros locales se destacan Veredita, Sifón, Lardito, La Fuerza y Sede, formando una auténtica “ruta del vino” porteña. “Aunque hay una variedad de establecimientos gastronómicos, se observa una concentración de wine bars en estas cuadras, razón en parte por la que decidí abrir aquí”, concluye Pérez Ochoa.
Esta nueva tendencia se suma al boom gastronómico que vive la zona desde hace unos años. “Chacarita está experimentando una alta demanda”, añade Javier Igarzabal, director de DIC Propiedades. “Junto con Villa Crespo, son consideradas las zonas ´relajadas´ de CABA, y Chacarita en particular viene con un crecimiento acelerado y una creciente cantidad de locales dedicados a bares, cafeterías especializadas, comercios y arte. Es especialmente popular entre los jóvenes, quienes buscan propuestas interesantes a un precio más asequible que en Palermo o Colegiales”, destaca.
Sin embargo, este crecimiento no se replica en todo el barrio. “Chacarita, específicamente en el área alrededor del cementerio entre las avenidas Corrientes, Dorrego y Jorge Newbery, en dirección al Club Atlanta, aún está bastante tranquila, con poca afluencia de personas hacia esa zona”, comenta Jorge Gayoso, broker de la División Locales de L.J. Ramos. “Pero si nos desplazamos hacia la zona de Álvarez Thomas y Niceto Vega, en el límite entre Chacarita y Colegiales, se observa más movimiento. Cerca de Plaza Mafalda se está formando un clúster gastronómico con importantes establecimientos”, asegura Gayoso. En esta área, alquilar un local de alrededor de 250 metros cuadras se sitúa en un promedio de US$20/m². “Esto representa un costo bastante elevado para la zona”, añade.
Además, el broker resalta una microzona del barrio que tiene mucho un potencial. “Desde que se hizo el viaducto, en la zona del Movistar Arena, el triángulo que se forma entre las avenidas Dorrego, Warnes, Jorge Newberry y Corrientes de a poco va cambiando. Ya hay pequeñas cafeterías de especialidad que se van instalando; Palermo está empujando y no hay lugar. La gente se aburre de ir siempre a los mismos lados y esperar por las demoras y va migrando a distintas zonas”, finaliza Gayoso.
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