Un restaurante de carnes abrió dentro de La Rural; su arquitectura y sus platos evocan al campo argentino en el corazón de la ciudad de Buenos Aires.
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Dicen que no son las paredes las que hacen un lugar, sino las personas que lo habitan. En el caso del restaurante Barreto el clásico dicho se cumple, ya que es el nombre de un cliente fiel quien bautiza a esta nueva propuesta gastronómica, que abrió sus puertas en agosto de este año dentro del predio de La Rural en Palermo.
Cada año, Barreto se presentaba a visitar la exposición ganadera en la Sociedad Rural. Bien temprano en la mañana, antes de comenzar la recorrida, se aproximaba a la parrilla del lugar para hacer su clásico pedido de “un kilo de corazón de lomo” para las 13. Sin faltar a su palabra, llegaba en punto para degustar su plato preferido al que empezaron a llamar “el Barreto”. Hoy, el local que funciona ya de forma permanente durante todo el año, lleva su nombre.
Ubicado dentro del predio de La Rural, Barreto es una de las ofertas gastronómicas de Palermo con opciones a la parrilla, horno de piedra y de barro. El restaurante se caracteriza por ofrecer una experiencia que une el campo y la ciudad, a través de su construcción campestre y de sus platos tradicionales. “La gente cuando viene a La Rural busca comer la mejor carne del país aquí y por eso nos decidimos a abrir un restaurant de carnes”, aseguró Daniel Mendez, dueño de Barreto, en diálogo con LA NACION.
El inmueble con formato de quincho se remodeló a partir de una estructura existente, que antiguamente se utilizaba para la exposición ganadera en la Rural. El Grupo ByC, con más de 20 años de experiencia en el mercado gastronómico, tomó la decisión de hacer una inversión de más de US$400.000 y reformar la construcción, otorgando una impronta argentina en toda la obra.
Un viaje al campo en medio de la ciudad
El ajetreo propio de una gran ciudad va alejando a los ciudadanos de sus raíces patrias. No sólo por la amplia oferta de comidas fast food, sino también por la ausencia de paisajes de campo, con atardeceres, casas revestidas de madera y el olor característico a pasto y animales, que libera la mente de todo estrés.
El estilo de este nuevo restaurante guarda una huella argentina en todos sus muebles. Para lograr este efecto, buscaron conservar los materiales nobles, haciendo poca interferencia en las sillas, mesas y el resto del mobiliario dentro de Barreto. “La ambientación es bien rústica, propia del campo, de tal manera que podamos generar una reminiscencia con ese ambiente”, aseguró Lola Fernández, la arquitecta a cargo de la obra.
Sus muebles, arquitectura y decoración evocan las tierras pampeanas, para que todos los residentes de la Capital Federal, alejados del campo argentino, puedan vivir esta experiencia auténticamente argentina.
La barra está hecha de pinotea y las mesas fueron intervenidas por un artista, con dibujos diferentes en cada una. El lugar está decorado por materiales de terracota, macetas con plantas que logran trasladar a cualquier cliente a la pampa argentina. “La estructura simula una gran pulpería, con un poco más de glam”, agregó la arquitecta.
Un restaurante de carnes
Lucas Russo es el principal chef del lugar y, en línea con la identidad del nuevo restaurante, busca la simpleza en las comidas. Estudió en el IAG y, luego de recorrer varios espacios gastronómicos, entre ellos, el Hotel Alvear Palace y el hotel LLao Llao en Bariloche, se sumó a la propuesta de Barreto.
“Hoy en día hay una gastronomía moderna que implica mucha manipulación de alimentos. Nosotros brindamos una gastronomía simple, para mostrarle a la gente que con buena materia prima y buena mano se puede comer muy bien”, aseguró.
A diferencia de otras ofertas de Buenos Aires, Barreto no es una parrilla, sino un restaurante de carnes: los cortes no tradicionales, el cuidado en su materia prima y la atención en su servicio lo vuelven una propuesta distinta a las existentes en la ciudad. “Acá se trabaja mucho la carne y hay una vuelta de rosca en la atención y el servicio”, aseguró Mendez. Lucas Russo suele salir de la cocina, para conversar con los comensales y contarles sobre los platos que están degustando, mostrarles la cocina y la materia prima que utilizan.
El local no cuenta con microondas ni maquinaria industrial, intentando evocar también en sus platos y en su filosofía la sencillez propia del campo. En ese sentido, Russo agregó: “En el campo prima la simpleza, algo que nosotros queremos replicar también entre estas paredes”.
La carta ofrece diversos cortes de carnes y los acompaña con vegetales de temporada a las brasas, al horno de barro y en la parrilla, para que nadie quede afuera y todos disfruten de sus platos y sus fuegos.
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