El mercado de oficinas y el de logística buscan satisfacer las demandas de un mundo en pleno cambio en el que las nuevas generaciones marcan la agenda y exigen proyectos distintos
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No es nuevo que el cuidado del medio ambiente y la sustentabilidad sean temas que cada vez más formen parte de las políticas empresariales. Lo novedoso es que día a día se suman compañías que parecen interesarse por el denominado triple impacto. Éste es un moderno modelo de negocios y de desarrollo empresarial que está basado en tres pilares: el valor económico con la búsqueda de la rentabilidad, la mirada social vinculada a la inclusión y la equidad, y el impacto ambiental que generan las actividades económicas y productivas. Esta tendencia ya instalada en las principales empresas internacionales, hoy suma adeptos en nuestro país. “Cada vez más empresas están interesadas en adentrarse a prácticas de triple impacto. Hoy las compañías buscan comprender cómo generar negocios en los que la sustentabilidad ayude a potenciar su valor”, comenta Ivan Buffone, socio de la consultora Bussines & Sustainabilty, especializada en asesorar sobre triple impacto.
Según los que saben sobre el tema, en nuestro país hubo un notable crecimiento en la conciencia de que la sustentabilidad es un must. “Notamos que a las empresas cada vez les resulta más extraño realizar proyectos sin pensar en sus ramificaciones sociales y ambientales. Esto, sin duda, es un avance muy importante de cara al triple impacto”, comenta Lucas Peverelli, el otro socio de la agencia.
El desafío en cada caso es encontrar las oportunidades a partir de las cuales sea posible crear el mayor valor a través del triple impacto. Y en ese sentido hay que contemplar el tiempo que van a tardar en aplicar estas políticas y los beneficios económicos que vendrán tanto a corto como a largo plazo. En Argentina ya de por sí hacer negocios puede ser una tarea compleja. En este sentido es imprescindible entender la sustentabilidad como un gran creador de valor económico a partir de varios elementos: la construcción reputacional y el posicionamiento; la inserción en cadenas globales de valor; la atracción de capital humano, nuevos clientes y de inversores y entidades financieras preocupadas por impulsar proyectos sostenibles, generar un impacto y diversificar el riesgo de sus carteras. Todo esto va llevando a las organizaciones a valorar la importancia de que sus negocios estén atravesados por la sustentabilidad.
Buplasa -una firma argentina especializada en el desarrollo de productos plásticos para la industria cosmética que opera hace 40 años- es una empresa B ubicada en Pilar. Este tipo de compañías cumple con los más altos estándares en términos de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad empresarial. Además, la firma trabaja en el cumplimiento de al menos cinco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y busca transformar la forma de producir de la industria hacia una mucho más consciente y responsable. “Un ejemplo que da cuenta de nuestro compromiso es el lanzamiento de la línea sustentable de productos: Buplasa Bio. El proyecto involucra artículos plásticos que se diferencian de los convencionales por su materia prima. En lugar de fabricarse con materiales provenientes de fuentes no renovables, éstos se realizan a partir de plástico recuperado (proveniente de fuentes post-industriales y post-consumo) y de bioplásticos biobasados que derivan de fuentes renovables como la caña de azúcar. Esta elección genera un doble impacto: en la reducción de la huella de carbono -a través de los bioplásticos- y en la disminución del consumo de energía eléctrica a raíz del material recuperado”, explica Laura Busnelli, presidente de la firma.
La compañía, que tiene una planta de más de 1500 m² con tecnología de última generación, no deja de lado la mirada social vinculada a la inclusión y la equidad. “En términos de género, nuestro equipo de colaboradores está compuesto por un 45% de mujeres y esperan que este índice supere el 50% durante 2021″. Para la firma, las políticas de triple impacto no atentan contra los beneficios económicos sino que los potencian: “Somos la primera empresa B de Pilar y exportamos a varios países de Latinoamérica. Además, tenemos más de 50 empleados y en 2021 proyectamos facturar más de $250 millones y utilizar al menos 100 toneladas de materia prima recuperada”, cuenta Busnelli.
La presidente es una ferviente defensora de la sustentabilidad y está convencida de que en la industria plástica más empresas se sumarán a esta tendencia. “En la actualidad, los clientes valoran lo que hay detrás del producto y de qué manera éste puede impactar en el medio ambiente o en la sociedad. Es por eso que cada vez más gente repara en si el packaging de un artículo es reciclable o compostable, o si el producto se fabricó a partir de materias primas provenientes de fuentes renovables. Esto invitará a que más empresas vayan sumándose a esta forma de producción más amigable”, dice la titular de Buplasa.
Muchas compañías coinciden en que lo sustentable y lo rentable pueden ir de la mano. Y que toda firma puede hacer los esfuerzos necesarios para tornar su actividad más amigable con el medio ambiente y más consciente y empática con el entorno social en el que se desempeña.
El Grupo Mitre es una empresa de más de 35 años en el rubro de la demolición y movimientos de suelo que se convirtió en uno de los referentes mundiales en su especialidad. “Somos la primera compañía de demolición en el mundo que figura como empresa B y la primera de este rubro en la Argentina en certificar ISO 9001″, comenta Miguel Ippolito, director del Grupo Mitre. Cuenta con 300 empleados y tiene su oficina central en Munro, y está trabajando en unas 15 obras (entre CABA y provincia de Buenos Aires). Uno de sus objetivos prioritarios es ser una firma que respete el protocolo de basura cero. “Nuestro negocio se impulsa, entre otras cosas, por la implementación de la economía circular, con el objetivo de basura cero. Lo llevamos a cabo de la siguiente manera: luego de un proceso de reciclaje interno, reinsertamos en el mercado todos los productos del desmantelamiento de estructuras con valor comercial (contemplando incluso fracciones áridas como hormigón y cascotes); donamos a fundaciones aquellos materiales que tienen valor de uso pero no valor comercial; y reciclamos lo restante”, explica Ippolito.
El grupo basa su política comercial en una estrategia win win que tiene como ejes el cuidado ambiental y la colaboración social. “Las firmas que quieren prosperar a largo plazo deben aplicar políticas reales de cuidado medioambiental. Nosotros mitigamos el impacto medioambiental, generamos valor real y logramos posicionarnos como uno de los principales jugadores de la industria, que atrae a importantes clientes”, cuenta.
Con la implementación de esta política comercial, la compañía pareció ingresar en un circuito virtuoso en el que todos lograron obtener más y mejores beneficios. El principal cambio que generó esta apuesta fue el acceso a clientes más grandes y, por lo tanto, más exigentes con un estricto estándar de cuidado ambiental y social. “Sin duda, todo esto generó muchas externalidades positivas: desde el compromiso con la medición y consecuente implementación de un plan de reducción, mitigación y compensación de la huella de carbono, hasta el acceso a fuentes de financiamiento internacionales. A su vez, logramos una mejora radical en la visibilidad de la empresa, que fue desde las redes sociales a la posibilidad de participar en eventos como caso de éxito por las acciones de triple impacto desde un rubro históricamente informal como es la construcción”, agrega Ippolito.
Una gran cantidad de empresarios y directivos de compañías entienden que su función está vinculada con la creación de valor económico sostenible en el largo plazo. Sin duda, esta concepción redefine cada determinación que se toma e impacta de lleno en las comunidades donde cada organización se encuentra anclada. “Con sus decisiones, las empresas no sólo generan empleos sino que, además, promueven mitigaciones importantes para el medio ambiente en los procesos productivos y, además, crean valor económico. Hoy, no podemos pensar modelos de negocios que no tengan ejes estratégicos guiados por esquemas de sustentabilidad”, comenta Juan José Lago, gerente de la unidad de negocios de Industrias y Medio Ambiente en Automat Argentina, una empresa de soluciones en ingeniería.
La compañía que cuenta con 150 colaboradores y tiene oficinas en CABA, provincia de Buenos Aires y en Villa Constitución, provincia de Santa Fe, le ofrece sus servicios a importantes empresas del país como Tenaris, Ternium, Bunge, Cofco, Molinos Agro, Loma Negra, Ledesma, Acindar, Shell e YPF, entre otras. “Ofrecemos servicios para industrias que incluyen procesos de limpiezas técnicas con el objetivo de realizar recupero de valor. Esto ayuda a mitigar el impacto ambiental de la cadena de valor de nuestros clientes y nos permite desplegar acciones en tal sentido. Por otro lado, realizamos una alianza estratégica con Cefalux, una empresa del país Vasco, para ofrecer automatizaciones de procesos para aquellos que gestionan grandes volúmenes de infraestructura. Este servicio no sólo nos permite hacer más eficientes sus procesos y capturar datos necesarios para la toma de decisión tanto sobre sus activos como sus procesos, sino que nos puso a la vanguardia de las soluciones de automatizaciones y de la denominada industria 4.0″, sostiene Lago.
En Automat Argentina no sólo se enrolaron con los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas (Salud y bienestar, trabajo decente y crecimiento económico, producción y consumo responsable), sino que, además, incorporaron como parte de su sistema de calidad la Norma ISO9001:2015. “Esto nos impulsa a posicionarnos como una empresa que aporta creación de valor a las grandes industrias. Además, estamos en la misma línea de la política de sustentabilidad que están desplegando jugadores de la talla del Grupo Techint, Arauco, Loma Negra, etc. Ésta es, sin duda, una tendencia que se ha instalado y que nos permite ponernos a tono con el valor que requieren nuestros clientes en la actualidad”, dice Lago.
Desde hace años, Plaza Logística -empresa que se dedica al desarrollo y la operación de Parques Logísticos Triple A (que cuenta con seis parques logísticos multicliente, que incluyen 410.000 m² cubiertos de naves sobre casi un millón de m² de infraestructura)- tiene una filosofía: promover la gestión de la sustentabilidad de modo integral y transversal al desarrollo del negocio. “Esto significa promover una gestión responsable en los aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo, que potencian la creación de valor a nuestros grupos de interés. Para lograrlo, incorporamos estándares e iniciativas que nos ubican a la vanguardia y nos permiten seguir avanzando basándonos en el concepto de mejora continua”, dice Jimena Zibana, responsable de Sustentabilidad. Y agrega: “En relación con el impacto ambiental, en todos nuestros desarrollos adoptamos los estándares LEED y/o EDGE en el proceso de construcción y certificamos ISO 14.001 en los parques operativos. La adopción de estándares internacionales es un eje central en nuestra gestión que nos permite promover el cuidado del medioambiente al minimizar los impactos y cuantificar el ahorro en indicadores claves. Un ejemplo es la certificación del Parque de Esteban Echeverría bajo el estándar EDGE Advanced: concretamos ahorros de energía del 40%, redujimos el consumo de agua hasta el 36% y mejoramos hasta un 43% la energía incorporada por materiales”.
Ellos entienden que, para lograr el éxito a largo plazo, es fundamental la gestión de los aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo. La firma colocó $1800 millones en la primera emisión sostenible de una compañía privada en la Argentina. Se trata de una Obligación Negociable (ON) en UVAs para proyectos de bajo impacto ambiental y que generen empleo en sectores vulnerables. “Los fondos recaudados se aplicarán a inversiones con bajo impacto ambiental con certificación ecológica EDGE y que generen empleo, sobre todo en jóvenes y mujeres, a través del desarrollo del e-commerce”, comenta Zibana.
Para muchas compañías, ya existe una forma positiva de hacer negocios en la que todos ganan y los empresarios pueden ser líderes de un cambio positivo. “Es posible hacer negocios de otra manera. Cuando poseen un impacto positivo en lo económico, lo social y lo ambiental se generan círculos virtuosos. Para nosotros, es el camino”, concluyen Busnelli e Ippolito.
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