Son espacios que se alquilan por horas, días, semanas o meses que reúnen a personas que trabajan en un mismo rubro; buscan generar sinergia y productividad
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La necesidad de trabajar en comunidad no es un concepto que haya nacido en los últimos tiempos. Hace casi 20 años el programador Brad Neuberg junto a dos colegas, en San Francisco (Estados Unidos) y sin darse cuenta, comenzó a darle forma a lo que con el tiempo sería el coworking temático. Por aquella época, ese grupo de jóvenes abrieron las puertas de su hogar a profesionales de su rubro para compartir los gastos y, así, comenzaron a dar forma a una tribu laboral.
Hoy el trabajo colaborativo es sin dudas una tendencia que crece y que ya revolucionó la forma de trabajar. En este contexto, los proyectos que ofrecen espacios laborales segmentados por rubros o industrias se multiplican y los coworking temáticos ganan adeptos. Hay para todos los rubros: desde los espacios de trabajo especializados en diseño, indumentaria, creatividad, comunicación, tecnología, vitivinicultura, música, leyes y hasta en real estate, entre otras variantes. “Estábamos viendo este tipo de coworkings antes de la pandemia. Pero, sin duda, en los últimos tiempos esto se potenció”, dice Mariana Stange, CEO & fundadora de Mariana Stange Real Estate.
Más allá de un espacio compartido y flexible, estos sitios reúnen a personas o empresas que tienen intereses y necesidades comunes; de manera que ese contacto sirve como “potenciador” de sus proyectos. Estos espacios se convierten en verdaderos laboratorios laborales y creadores de singulares tribus que dialogan en un idioma afín. Quienes trabajan en esos lugares, construyen una relación win–win. “En la pandemia se puso en movimiento la colaboración. Entendimos como sociedad que nos necesitamos pero que es bueno encontrarse porque la gente se potencia. Así, se ha generado un verdadero ecosistema de trabajo, donde cada parte aporta su experiencia. Comprobamos que la suma de las partes es mucho más que el todo”, aclara Stange.
Según los especialistas, la idea de los coworkings temáticos es que las personas compartan información, se capaciten, colaboren entre sí y se les simplifique el proceso de llevar adelante un emprendimiento. “La sinergia que se genera se da, más bien, entre distintas empresas y en menor medida entre trabajadores de una misma empresa”, explica Karina Longo, gerente de research de Newmark Argentina.
“En los últimos tiempos se observa cierta preferencia -por parte de algunas compañías- por los espacios de coworking dada la flexibilidad que éstos ofrecen en cuanto a ocupación y distribución geográfica”, cuenta Maylingh Contreras, analista research de Newmark Argentina. Y agrega: “Desde la pandemia, el escenario laboral está marcado por la flexibilidad para los trabajadores, y esto se volvió un factor clave”.
Los que saben sostienen que la oficina tradicional como espacio se transformó y ahora se trata de proveer valor, por lo que estos espacios no solo ofertan los escritorios o metros cuadrados en sí, sino la oportunidad de crear interacciones con gente del mismo rubro y la generación de pertenencia con comunidades más alineadas con los intereses de los usuarios. “Los equipos buscan jornadas de trabajo productivas, donde fluye la comunicación in-real-life, fomentando así la colaboración y generando cultura de empresa, mediante las conexiones humanas”, explica Sergio Cantarovici, co-creador y desarrollador del coworking temático A3.
Los casos locales
En la actualidad, existen múltiples ejemplos estimulados por el cambio de paradigma que llegó de la mano de la pandemia. “Por ejemplo, el Distrito Tecnológico porteño cuenta con distintos edificios de categoría dedicados al coworking. Estos fueron pensados para el usuario del área tecnológica. Pero este fenómeno no sólo se observa en proyectos de importantes magnitudes, sino que también existen propuestas de escalas menores pensadas, por ejemplo, para empresas de diseño o de arte y cultura o firmas destinadas al sector financiero, entre otros”, dice Longo. Stange está convencida que esta tendencia se profundizará en breve. “Hoy, por ejemplo, en el microcentro hay un coworking de abogados. Sin dudas, es una idea brillante, no sólo por la ubicación que tiene, sino por la sinergia que la comunidad ofrece. Ese proyecto cuenta con espacios comunes como comedor y salas de reuniones de distinto tamaño”, sostiene. Y agrega: “En Palermo está ‘La Comunidad Inmobiliaria’ para empresas que trabajan en el real estate y para corredores independientes. Cuenta con una terraza donde comparten after office y un auditorio donde se organizan charlas de capacitación”.
El caso de A3 es otro ejemplo concreto. La firma, que se encuentra en Palermo Soho, y que ofrece unos 5000 m² de alfombra, es un edificio de oficinas, con jardín y terraza que nuclea start ups del rubro IT. “Nuestro foco son los espacios de trabajo de diseño, equipados y llave en mano, y operados por Areatres. La mayoría de las empresas presentes en nuestro edificio están vinculadas al mundo de la innovación: tecnología, desarrollo de software, e-commerce y marketing digital”, cuenta Cantarovici.
Martín Frankel, socio Gerente de Areatres Workplace, que opera una de las dos sucursales de la firma, agrega que: “Somos el único partner de Google for Startups en la Argentina, lo cual nos da acceso a lo mejor de Google para conectar con nuestra comunidad. Caso concreto, llevamos a cabo el Google Build, un evento de un día sin costo para 30 startups con mentores y expertos de la red de Google en sesiones de temas como UX, marketing digital, negocios y tecnología”.
La firma cuenta con dos sucursales en el barrio de Palermo ubicadas en Humboldt al 2100 y en El Salvador y Godoy Cruz. Ésta última es el buque insignia de la compañía y cuenta con inquilinos reconocidos como Spotify, Netflix, Airbnb, AMD, Roche y 40 empresas y start-ups locales e internacionales. Según los propios desarrolladores, uno de los puntos fuertes del complejo son las zonas libres, el jardín subtropical y la terraza, ambos de 400 m² cada uno. “Estos son dos espacios de esparcimiento que promueven el desarrollo de la comunidad. Allí hacemos un ciclo semanal de meditación y respiración, por ejemplo. El espacio que brinda soluciones `customizadas´. Los precios mensuales arrancan en los $27.000 por persona”, explican Frankel y Cantarovici.
Music Hub Coworking & Studios (que ofrece dos ubicaciones en Bonpland al 1900 y Thames al 1900), tiene foco en las industrias creativas y audiovisuales. Ambas sedes ofrecen espacios flexibles, modulares, adaptables a las necesidades de sus clientes, ya sea un puesto para un emprendedor como una oficina para 30 personas, estudios de grabación, salas de ensayo o espacios para eventos, lo tenemos. “Tenemos desde oficinas hasta estudios aislados acústicamente y totalmente equipados. Además, de salas de DJ y de ensayos, cabinas de prácticas, y sectores para producir hasta podcast propios”, comenta Max Páez Carrizo, músico, productor y fundador del proyecto.
A la hora de analizar qué deben ofrecer, los especialistas enumeran: espacios flexibles, edificios con seguridad y excelente funcionamiento, áreas verdes, amenities (como gimnasios, locales gastronómicos, sedes bancarias), estacionamientos de vehículos, motos y bicicletas, sistema de lockers, comedores, espacios para capacitaciones y terrazas.
Salvando las diferencias, los coworking temáticos son como los parques industriales de las oficinas, ya que concentran personas con intereses comunes en espacios que les ofrecen una facilidad para desarrollar sus actividades.
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