El modelo de ciudad del siglo pasado, poco o nada integrador, está obsoleto. Los ingentes retos a los que se enfrentan las urbes del siglo XXI exigen un nuevo urbanismo que fomente el crecimiento económico, el empleo y la instalación de nuevos negocios, pero que al mismo tiempo garantice la sostenibilidad y la reducción del consumo energético, la inclusión social, o la movilidad –peatonal, pública y verde– de sus habitantes. Las urbes buscan ese difícil equilibrio y exploran nuevas formas de vivir y de trabajar. "En 50 años estaremos doblando la población que vive en las ciudades en el mundo, de 2009 a 2050, y eso conlleva una gran presión porque por una parte son las responsables del consumo de energía, de la generación de polución, pero a la vez son las que tienen capacidad de atracción de talento, de desarrollo económico, de servicios como la sanidad y la educación; es en la ciudad donde se está centrando la gran lucha por la sostenibilidad futura", señala Pilar Conesa, comisaria del Smart City Expo World Congress y miembro del jurado de Reinventar París.
Estos nuevos desafíos exigen formas distintas e innovadoras de abordar la regeneración urbana. Cómo hacer ciudad fue sobre el tema que debatió un grupo de expertos. "Nadie puede pensar en el desarrollo de la ciudad sin tener en cuenta el consenso, la sostenibilidad y la inclusión social", define Martha Thorne, decana del IE School of Architecture and Design y directora ejecutiva de los premios de arquitectura Pritzker. "Es necesaria la complicidad del sector privado, la ciudadanía y los grupos políticos para planificar las ciudades a largo plazo con una visión global y una dimensión metropolitana y no se puede entender la transformación de las ciudades sin esto", añade Conesa. Porque la urbe es multidisciplinar, su planificación también debe serlo y esta visión integradora también incluye el debate con escuelas de arquitectura y universidades del mundo.
Lecciones de cómo hacerlo las están dando algunas ciudades, como París y Londres, ejemplos de regeneración urbana con criterios de sostenibilidad que se desarrollan a través de la colaboración público–privada, sin la cual son inviables los nuevos planteamientos. "Las administraciones no tienen capacidad para poner en carga todos los equipamientos, servicios e infraestructuras que serían necesarios", dice José Manuel Calvo, concejal de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid.
La capital francesa explora desde 2014 un nuevo urbanismo con la iniciativa Reinventar París, una convocatoria para que las empresas privadas transformen 23 edificios y espacios de propiedad pública en proyectos centrados en la sostenibilidad y el ciudadano. "Hubo más de 300 propuestas de las que participaron arquitectos muy famosos con paisajistas que se asociaban con inversores. El jurado, en el que estaban el Ayuntamiento, el distrito, la sociedad civil y expertos internacionales, preseleccionó cuatro proyectos. Todos incluían tendencias mundiales que no pueden obviarse, como el equilibrio social del barrio, la vivienda social, controlar la gentrificación, la atracción de empresas y del talento, desincentivar el uso del vehículo privado, fomentar el uso de bicicletas y la movilidad peatonal", narra Conesa. Uno de los puntos fuertes de este proyecto ha sido el tener en cuenta la voz ciudadana en las propuestas y decisiones, una tendencia mundial que ha venido para quedarse. "Es un cambio de modelo respecto a cómo se planificaban grandes desarrollos hace 20 años", afirma la experta. La iniciativa parisina se ha trasladado a otras ciudades, entre ellas Madrid con su participación en el concurso internacional Reinventing Cities.
En Londres se desarrolla King’s Cross, un proyecto de regeneración urbana en el centro de la urbe. Se necesitaron varios años de análisis entre el gobierno, la comunidad local y otros agentes implicados, convirtiéndose en un proceso participativo de gran alcance a nivel social, económico y cultural. Está previsto que finalice en 2020.
Madrid también se prepara
La capital española está descubriendo la experiencia de una colaboración equilibrada entre lo público y lo privado. El proyecto que más paralelismos tiene con París y Londres es Madrid Nuevo Norte, uno de los mayores desarrollos urbanísticos de la ciudad que, tras varias décadas de negociaciones, ya tiene luz verde. La transformación de la zona situada junto a la estación de tren de Chamartín incluirá la construcción de 10.510 viviendas y un nuevo distrito de negocios. Este es un ejemplo de regeneración urbana moderna, con usos mixtos, que comparte con los otros proyectos europeos la idea de que la ciudad extensa no tiene sentido. Es un modelo de desarrollo urbano basado en la densidad, el transporte público y la movilidad moderna. Lograr una zona en la que la gente quiera vivir y trabajar, que salga de la oficina y no tenga problemas de seguridad por falta de transporte público o que pueda hacer recados o tomarse una cerveza en un bar; un sitio donde haya vida, que es la tendencia en todas las grandes ciudades del mundo. © El País, SL