Cuando aún quedan casas bajas que permiten extender la mirada, es fácil tropezar con la silueta inconfundible del ápice de alguna araucaria. Los nombres comunes que se le asignan, y algunas de sus características, hacen que se las confunda con pinos. La rigurosa geometría de su ramaje y su estricta forma cónica resultan muy atractivas. Se trata, en estos casos, de una Araucaria heterophylla o excelsa, o araucaria de pisos a la que se solía cultivar en maceta, y aun en muy pequeños patios, donde las paredes parecen ahogarla. Sus ramas están simétricamente dispuestas, de cuatro en cada piso, y cada año, desde la base del tronco, y cubiertas por hojitas como escamas puntiagudas. Se la reproduce por injerto por gajos de sus ramas verticales para logar ejemplares bien simétricos o por semillas alojadas en conos globosos. Es originaria de Norfolk, Australia. El nombre araucaria señala la región de Arauco, al sur de Chile. Dentro de esa misma especie hay formas, con ramitas más cortas y más tupidas, que hacen la copa más angosta y densa.
La Araucaria bidwillii es un árbol de gran porte, también ramificada desde su base, originario de Queensald, otra región de Australia. Forma copa aovada, piramidal, prefiere climas más cálidos y lluviosos, se lo encuentra en plazas y parques de nuestras ciudades, y es excelente forestal aunque de madera blanda.
Araucaria araucana, conocida como Pehuén, tiene ramaje desde su base, pero luego conserva solamente sus ramas superiores, tomando el aspecto aparasolado característico. Produce piñones comestibles que consumían los araucanos de Neuquén.
Araucaria angustifolia o pino Paraná o pino Brasil tiene porte aparasolado con las ramas agrupadas en el extremo del tronco y hojas punzantes de un centímetro de ancho. Prospera en Misiones formando montes, es muy apreciada por su madera apta para diferentes usos. Sus semillas comestibles germinan fácilmente.
Son bellos árboles, presentes en nuestras plazas y parques, que merecen ser tenidos en cuenta. Todo es cuestión de espacio.