El agua desempeña un papel muy importante en la vida de muchos seres vivos, ya que el líquido conforma un porcentaje mayoritario de su estructura corporal. Su pérdida minoritaria y temporaria puede ser regulada por su organismo interno sin causarle graves consecuencias, pero cuando la pérdida es superior al 10% de su cuerpo se verá comprometida la vida del animal.
La deshidratación como tal dependerá básicamente de dos causas principales y que guardan cierta lógica. Estará dada porque, por un lado, hubo un ingreso nulo o insuficiente de agua (mayormente afectado en épocas de intenso calor y humedad), mientras que en el otro extremo figura una excesiva eliminación del cuerpo.
El ejercicio de intensidad, realizado con temperaturas elevadas asociadas a altos porcentajes de humedad, provoca una pérdida importante de líquido, pero también de electrolitos o minerales que también salen de su cuerpo, asociados a una cierta incapacidad en los mecanismos involucrados en su regulación. Una manera visible de la eliminación hídrica del organismo es a través de la sudoración; ésta se presenta cuando el animal elimina agua con la finalidad de perder calor. Las glándulas sudoríparas serán las encargadas de expulsar agua y electrolitos con destino hacia la piel. Dichas glándulas poseen también una regulación nerviosa.
Las pérdidas que se producen pueden afectar los mecanismos utilizados para la regulación térmica de su cuerpo. Aparecerán problemas en el medio interno y cardiovascular. Con objeto de mantener la temperatura corporal dentro de valores normales, el cuerpo del equino está capacitado para garantizarle una temperatura adecuada. Posee varios mecanismos y eso está directamente relacionado con la intensidad del trabajo muscular. Los trastornos harán que el animal produzca agua endógena por destrucción de hidratos de carbono, proteínas y grasa con la pérdida consecuente de peso. También el organismo presentará problemas circulatorios como consecuencia de un aumento en la viscosidad de la sangre, debilidad muscular, pérdida del apetito, orina concentrada y materia fecal seca por una mayor retención de líquidos
El autor es asesor veterinario de equinos de la Sociedad Rural Argentina