Cuando comienzo a proyectar temas para este columna aparece la tentación de hablar de plantas que se cultivaban en antiguos jardines, como el que había en mi casa paterna y en tiempos pasados. Allí las plantas crecían solas o en grupos, en el suelo o en macetas, pero sin la mayor pretensión paisajística. ¿Sería que se valoraba más al individuo? No lo sé, y prefiero no analizar la causa de esa predilección, pero vuelvo a caer en esa temática para ocuparme del enorme tema de las begonias. El género begonia comprende alrededor de 1500 especies, la mayoría de América del Sur, con las que se han obtenido numerosos y muy variados híbridos. Su nombre recuerda a Michel Begon, gobernante de la colonia francesa de Haití, y le fue adjudicado por el también botánico Plumbier y confirmado por Linneo.
La más familiar para nosotros es hoy la Begonia serpenflorens, o flor de azúcar, pequeña de hasta 20 cm, follaje brillante, verde o morado, originaria de Brasil y la Argentina, y en oferta en todos los viveros. Si bien como todas las begonias es sensible al frío, en el clima del Gran Buenos Aires prospera muy bien. El resto de las begonias presenta gran diversidad, en todos sus aspectos. Las hay casi arbustivas, con alturas cercanas al metro y medio, como la llamada Begonia metallica, y especies similares de raíces fibrosas, hojas oblicuas, puntiagudas y manchadas, que producen largos racimos colgantes. Con esas características generales las hay de diferentes alturas. Las de gruesas raíces rizomatosas, superficiales, como la que llamábamos familiarmente corazón de estudiante tienen grandes hojas aovadas al tope de tallos erguidos, así como sus tallos florales más altos que culminan en racimos, generalmente rosados. La popular Begonia rex se presenta como ejemplo de reproducción por división del colorido limbo foliar. Otras llamadas tuberosas son plantas de bellas flores dobles y raíz bulbosa, que se reproducen por medio de ese bulbo. El mundo de las begonias es amplio y siempre en expansión. Debe quedar el concepto de que son plantas atractivas, tradicionales y de fácil cultivo, que sólo piden riego y que las protejan del frío.