A la hora de pensar en mascotas que forman parte de una familia urbana, indudablemente lo primero que imaginamos es perros, gatos, peces, hámster y algún otro animal doméstico. Pero en la casa de los Cavanagh hay un “amigo fiel” muy particular: un poni que es furor en redes sociales por las travesuras que realiza y la vida que lleva. Desde su habilidad para ingresar a la propiedad gracias a su hocico que tiene una facilidad única para abrir puertas hasta lograr escabullirse y tomar largas siestas dentro de la casa, o robarse alguna zanahoria o manzana de la frutera de la cocina. Se llama Susana y recibió ese nombre en honor a Susana Giménez, a quien la familia le compró su casa en Tortugas Country Club en 2015.
Todos conocen a la pequeña poni de 5 años en el country. Llegó en 2017, dos años después de que José, su esposa Paz, y sus hijos Josefina (26) y Francisco Cavanagh (17), se instalaran en la propiedad que había sido de la conductora de televisión. “Cuando llegó el poni y vimos que tenía el pelo rubio automáticamente decidimos bautizarla Susana”, comenta Josefina y agrega que la diva nunca pudo conocer a la pequeña integrante de cuatro patas.
Susana, el poni, llegó a los Cavanagh luego de enterarse de que en un campo en la localidad de 25 de Mayo estaban buscándole un nuevo hogar, por lo que Paz insistió a su marido José en darle refugio en su propia casa. “Hoy en día es mi mamá la que sale a hacer gimnasia en el country y Susana la acompaña al galope”, cuenta la joven de 26 años.
“El country tiene caballeriza para hacer equitación y polo, por lo que duerme en un box de ese lugar, pero todos los días la vamos a buscar por la mañana para que esté en nuestro terreno y la devolvemos cuando se va el sol. Está en casa todo el día, ya sea en el jardín o en el terreno de enfrente para que se sienta libre”, dice Josefina a LA NACION. Diariamente Susana recibe a los chicos que viven en el barrio cerrado, que siempre buscan el momento para acercarse y así conocer a la gran atracción del country: “Los vecinitos pasan y le dan de comer manzanas, zanahorias y hasta le regalan flores. Todos quieren compartir un rato con ella”.
Pero Susana no está sola dentro de la casa ni es la “reina” de todo el espacio: Toro, Ramón y Chola, los tres perros de la familia, la persiguen a todos lados, se suben y juegan encima de ella, a tal punto que comen frutas como la pequeña poni. “A veces, Susana es como un perro más, aparecen primero los tres y luego viene ella. Sabe abrir las puertas y quizá estamos durmiendo o viendo la tele y escuchamos sus pasitos, y ahí es cuando se aparece y te mira para recibir un mimo”, relata Josefina, que se considera una amante de los animales, algo que la llevó a ser veterinaria, profesión que actualmente ejerce.
Todos en la familia de los Cavanagh conocen los movimientos de Susana en el hogar. Con su hábil hocico, entra por las puertas del jardín y va directamente a la cocina porque “sabe que es la oportunidad para picar algo y robar manzanas de la frutera. También abre alacenas y se lleva pan o galletitas, para después ponerse a recorrer la casa”, cuenta entre risas la joven de 26 años.
Josefina asegura que a pesar del tamaño de su poni, nunca le realizaron modificaciones a la propiedad para adaptarla a su presencia. “No rompe nada ni hace ensucia con sus necesidades dentro de la casa. En el verano es cuando más está con nosotros, porque aprovecha a dormir siestas adentro. Es como un perro más, va de un lado a otro junto a Toro, Ramón y Chola. Susana siempre se las arregla para esquivar muebles, escabullirse entre las mesas y las sillas y nunca tirar nada.
Desde que llegaron a la casa en 2015, todo cambió. Si bien la familia Cavanagh tiene un vínculo especial con los caballos (Paz en su adolescencia practicaba salto, mientras que José y Francisco realizan actividades ligadas al polo), la llegada de el pequeño poni cambió la rutina del hogar y hoy en día celebran que Susana haya llegado a sus vidas.
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