Sin dudas, el coronavirus Covid19 puso todo patas para arriba en unos pocos días. En horas, los recursos tecnológicos de las empresas nos sorprendieron a todos permitiendo que continuemos trabajando desde nuestras casas. Como el ser humano es sin dudas un animal de costumbre, en pocos días más consideraremos normal y cotidiano el trabajar en la mesa de casa, cocinar y usar plataformas colaborativas virtuales para compartir reuniones, archivos y conversaciones.
Por otra parte, Gobiernos, infectólogos científicos y empresarios en general miran atónitos el crecimiento del contagio sin saber bien los pasos a seguir en una semana, cuanto menos en unos pocos meses. Ahora bien, como profesionales del sector inmobiliario corporativo es parte de nuestra misión pensar en el día después, en el momento en el que podamos -del modo que de a poco encontremos- regresar a nuestras oficinas.
¿Será un regreso "a la normalidad"? Sin dudas que no. Nadie imagina pasar encerrado un mes para luego hacinarse en el tren el primer día de trabajo, o tomar el ascensor colmado, apoyarse en una cafetería y en el área de relax de la oficina como antes. Entonces surgen ciertos interrogantes que no dudo nos obligarán a replantearnos el modo en el que trabajaremos y la estrategia de workplace a implementar.
Ahora la paradoja será reconstruir la economía y poner en marcha a las empresas con menos gente en sus oficinas, pero sin reducir su footprint. La superficie por empleado forzosamente obligará a disponer escritorios, áreas y densidades de otro modo. Al mismo tiempo, la inversión en edificios será importante. Ascensores, recepciones, tecnologías que permitan desde dispositivos móviles acceder a edificios, salas de reuniones, sin necesidad de filas, aglomeraciones y esperas formarán parte de las nuevas demandas. De la misma forma, imaginemos el impacto en aeropuertos -que claramente no están destinados a permanecer cerrados de por vida– centros comerciales, industrias, transporte público, hoteles, bancos y todo activo inmobiliario.
Por eso armemos un pequeño check list o agenda de temas a tener en cuenta para llegar sin sobresaltos al día después:
Mantengamos distancia. Implementar la distancia social, en áreas públicas, pero también en ascensores, halls de acceso y recepciones.
De-densificar las áreas de trabajo. Cómo salir del benching y el hoteling, modalidades que no solo estaban cambiando la densidad y el impacto económico de los costos de ocupación, sino la modalidad de trabajo pasando al modelo colaborativo, donde los puestos no son fijos y sí reducidos y multiusuarios. Cabinas de telefonía, micro salas de reuniones y cafeterías con barras comunes ya no funcionarán como hasta ahora: deberemos, sin dudas, repensarlas.
¿Volveremos a la oficina cerrada o asignada? Claramente no, pero la situación impone reinventar la dinámica del espacio sin asignar. Regresar a la oficina considerando no compartir de cualquier modo escritorios, asignándolos por día con previa desinfección ante un nuevo usuario del espacio, días de trabajo remoto y otros presencial, nueva distribución de espacios donde esto sea posible, serán algunas de las alternativas ante la vuelta a la oficina.
Tecnología como aliada. Sin duda, la tecnología deberá ser la gran aliada de este proceso. Donde su desarrollo y uso masivo no serán más que factores de democratización de acceso al trabajo y colaboración. Pero cuidado con compartir teclados, teléfonos o mouses, que pueden transformarse en gran medida en agentes de contagio al entrar en contacto con ellos si no son higienizados correctamente.
Definir protocolos de limpieza. En todos los ámbitos deberemos ser cada vez más trasparentes con los protocolos para usuarios, visitas, personal interno y externo y cómo actuar ante cada caso. Empoderar y educar será uno de los desafíos previos al regreso. Implementar y controlar, el del día después. Tanto la higiene del área de trabajo, de los objetos personales, la recepción de las visitas y conducta en reuniones como el uso de dispositivos, rutinas de mantenimiento de áreas propias y comunes impactaran no solo en la vida diaria sino en los insumos, tareas y costos de expensas, mantenimiento y prioridades.Cambios y limpieza de filtros, ventilación de espacios, elección de materiales y texturas dentro del espacio de trabajo que faciliten la higiene y el cuidado antibacterial serán los protagonistas de todo nuevo proyecto en el futuro inmediato.
Seamos abiertos a las nuevas formas de trabajo. El distanciamiento social obligatorio nos permitió, aunque de modo coercitivo, implementar el trabajo remoto sin dejar de ser colaborativos y nos desafió a construir y mantener el ADN de cada corporación, pequeña o microempresa. Pensemos entonces de modo abierto que la forma de trabajar de ahora en más no será como lo conocíamos hasta el 20 de marzo pasado. Es más, no quedan dudas de que cambiará. No será mejor ni peor, será la que tengamos. Hagamos entonces que lo sea y volvamos mejores de esta.
Por Domingo Speranza, CEO de Newmark Knight Frank - Argentina