Los vecinos de la zona recuerdan a la perfección los problemas que el edificio conocido como “Walkie Talkie” causó en 2013
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Podría tratarse de la escena de una película de dibujos animados, pero sucedió de verdad. En 2013, el rascacielos en Londres conocido como “Walkie Talkie” fue el foco de atención por un motivo muy particular: la luz del sol que rebotaba en los ventanales de los pisos más altos derritió autos que estaban estacionados en la calle de abajo y produjo otros daños en la zona. Aún hoy, ocho años después, los locales recuerdan el episodio y, con el problema ya resuelto, cuentan entre risas que durante un largo tiempo el edificio fue apodado “Walkie Scorchie”, que significa “Walkie abrasador”.
El controvertido rascacielos está ubicado en Fenchurch Street, tiene 160 metros de altura y 36 pisos. Es un diseño del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly y la estructura del edificio se destaca porque es más ancha en la parte superior, lo que hace que tenga una forma similar a los Walkie Talkies. Cuenta con un mirador y un jardín vertical en el piso superior, que está abierto al público desde enero de 2015.
Aunque Londres no se caracteriza por tener un clima cálido, la construcción del rascacielos en la zona empezó a causar problemas en autos y comercios. Olor a quemado y pintura dañada fueron las primeras señales de alerta que los vecinos tuvieron. En septiembre de 2013, un año antes de que se inaugurara el edificio, el propietario de un auto que estaba estacionado en la calle observó que algunas partes del mismo, como el espejo retrovisor, se habían derretido. Casi al mismo tiempo, un peluquero de la zona aseguró que el reflejo del rascacielos había provocado un incendio en una alfombra dentro de su negocio.
Las quejas empezaron a reproducirse y el caso no tardó en llegar a los medios internacionales. Un usuario de Instagram publicó, en ese entonces, una imagen de una de las calles cercanas al rascacielos, en donde se concentraban tanto la luz y el calor que se producía un intenso punto blanco. Algunas personas empezaron a hacer la prueba de cocinar un huevo frito frente al rascacielos. El malestar creció rápidamente.
¿Qué fue lo que pasó? El diseño cóncavo del edificio hizo que los vidrios de las ventanas actuaran como lupas inmensas que aumentaron en más de 20 grados la temperatura del lugar hacia donde apuntaban. Los rayos solares que el rascacielos refleja amplificados empezaron a ser llamados por los vecinos “Rayos de la muerte”, en referencia a la Estrella de la muerte en la saga de Star Wars.
El caso generó tanto revuelo que Viñoly hizo declaraciones al respecto. “Sabía que esto iba a pasar”, dijo al diario británico The Guardian. “Nos faltaron las herramientas o el software que se podría haber utilizado para analizar el problema con precisión”, afirmó. El arquitecto explicó que, cuando identificaron el fallo en un segundo análisis del diseño, consideraron que la temperatura iba a rondar los 36 grados, pero finalmente llegó a superar los 72.
El problema se solucionó temporalmente con un toldo instalado en el costado del edificio y luego, con un parasol, una estructura utilizada para proteger las ventanas del sol. Lo curioso del caso es que Viñoly ya tenía un historial de edificios “calientes”. El hotel Vdara, que diseñó en Las Vegas con una forma cóncava similar al rascacielos de Londres, concentraba tanta luz del sol en la pileta de la terraza que derretía las reposeras y chamuscaba el pelo de los huéspedes. En 2010, el cristal fue recubierto con una capa no reflectante. A veces, es necesario tropezar dos veces con la misma piedra.
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