Cada vez que la Argentina tuvo un ciclo económico con dólar caro, las propiedades bajaron, en esa misma moneda, a la par que la mayoría de los bienes locales y viceversa. A mediados de la década del 70, del deme 2, cuando todo el mundo iba a Miami de vacaciones, tuvo los valores más altos de los inmuebles que se recuerden. En los 80 sucedió lo contrario, mientras que en los 90, con el regreso de los viajes al exterior de la familia clase media, los precios se recuperaron significativamente. La década pasada comenzó con una gran devaluación, después de la cual, mientras los dólares brillaban y construir era regalado, los valores de los bienes raíces se desplomaron hasta que en los últimos años, con el retraso cambiario, llegamos a ver cifras del Primer Mundo casi en cualquier edificio de Buenos Aires. Todo inversor lo sabe: siempre es relevante participar en buenos proyectos y hacerlo con developers habilidosos y profesionales. Pero el ciclo económico muchas veces se impone más allá de la pericia individual del emprendedor. Hace un par de años que los inversores sofisticados del Real Estate global han puesto su foco primero en EE.UU. en la etapa posburbuja y más recientemente en el sur de Europa. Ese mismo perfil de inversor es el que espera oportunidades en nuestro país de la mano de la aparición del dólar blue y el abaratamiento del costo de la construcción, esperando que las propiedades sigan la misma tendencia. Este país siempre tuvo períodos más largos de dólar barato que caro. Y el inversor, por definición, procura evitar entrar a un mercado con atraso cambiario, cuando está relativamente alto y existe una expectativa generalizada que ello cambie.
No nos engañemos: no fue el cepo lo que ahuyentó a los inversores, sino los precios, que en la actualidad se están corrigiendo. De hecho, quien no se adapta no vende y, en consecuencia, el volumen de operaciones está trabado hace un año. Los Cedines no corregirán este problema porque la dificultad no es instrumental. Mientras tanto subsiste una tenue demanda de inmuebles de quienes tienen pesos sin opciones reales de inversiones alternativas, o de quienes necesitan mudarse ya. Pero el que puede postergar la decisión, lo hace y espera. El Real Estate, por definición, siempre tiene una demanda genuina, que proviene del que necesita una vivienda, una oficina o un local. Pero el dinamismo del sector, en cualquier lugar del mundo, surge de los desarrollistas y sus inversores, que hoy acá desafortunadamente están muy retraídos.
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