Después de más de un año de fuertes controles cambiarios, está probado que no se puede pesificar a la fuerza el mercado inmobiliario ni obligar a la gente a invertir en ladrillos, en caso de no querer hacerlo.
La fuerte caída de las escrituras y los permisos de edificación, en todas las localidades del país así lo demuestran. Y como, al decir de los economistas, los controles no se relajarán en el corto plazo, no podemos augurar un cambio de tendencia significativo a futuro, aun con el ingreso de los dólares de la soja. El plan Procrear y quienes acumulan pesos sin otras opciones para cubrirse de la inflación que los bienes raíces de renta son paliativos que, en términos relativos, tienen un impacto muy menor en el sector. De hecho, está visto que en la práctica, el mercado no reacciona. El abrupto movimiento que recientemente vimos del dólar blue tiene potencialmente otra lógica. En primer lugar, paraliza. La gente toma menos decisiones que antes ("sobre llovido, mojado") y espera. Algunos se suben a la ola compradora de billetes, sin que realmente medien razones vacacionales, y los que los tienen, no los largan bajo ninguna circunstancia. Ahora bien, lo más novedoso es que el costo de construcción, medido en "dólares cash", bajó, y bastante. La inflación sectorial hizo que algo se recuperara en pesos, pero lo cierto es que al día de hoy, con los mismos dólares billete que hace un año, se construyen más m2. Quienes están pagando un fideicomiso al costo en curso, con pesos excedentes, tímidamente sonríen: los precios de venta virtualmente no cayeron, salvo casos puntuales de necesitados, que no son tantos, pero los costos sí. ¿Es suficiente para cambiar la tendencia? A mi juicio, no. Pero para un desarrollista, es mejor tener inversores sonrientes (aunque asustados pensando que todo puede empeorar), que los otros, que terminaron la obra antes del cepo, con el dólar anterior, y hoy para vender, deben asumir una pérdida. Una carrera dólar blue
inflación sería verdaderamente perjudicial para el sector. Pero un sinceramiento del tipo de cambio que refleje oportunidades de inversión más claras, con márgenes razonables (que habían desaparecido), podría ser positivo para que los inversores se decidan a entrar en buenos proyectos y no lo hagan forzadamente, dado que es evidente que ello, a la larga, nunca es sustentable.