El proyecto, diseñado por Juan Campanini y Josefina Sposito, se destaca por su estructura de hormigón blanco y grandes ventanales que ofrecen abundante luz natural y ventilación
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El proyecto de los arquitectos Juan Campanini y Josefina Spósito, un edificio de departamentos en la calle Virrey Avilés 3462 en el barrio porteño de Colegiales, fue elegido como uno de los cuatro finalistas al Premio Mies Crown Hall Américas (MCHAP) 2024 en la categoría de “Prácticas Emergentes”. Este galardón celebra las mejores obras construidas en América del Norte y del Sur de 2022 y 2023.
El proyecto se basó en la utilización de un fideicomiso que facilita a grupos de clase media invertir en edificios pequeños, mejorando así la accesibilidad al mercado inmobiliario. La ceremonia de premiación se llevará a cabo del 25 al 27 de septiembre en el SR Crown Hall de Mies van der Rohe, el corazón arquitectónico del campus principal del Instituto Tecnológico de Illinois, en Estados Unidos.
Diseño integral y adaptación al entorno
El edificio en Virrey Avilés 3462 se destaca por su estructura de hormigón pintada de blanco, grandes ventanales y una integración con el entorno verde de Colegiales. Josefina Sposito explicó: “Las ventanas siempre miran hacia afuera, ya sea hacia el pulmón de la manzana o hacia el frente, lo que permite que el paisaje de la ciudad se integre en el edificio, manteniendo siempre el contacto con el barrio. Además, incluimos estos colores en el proyecto para reforzar esa conexión. Las losas de hormigón y las baldosas de cemento en los balcones están suspendidas, lo que crea una continuidad entre el interior y el exterior”. Este diseño no solo maximiza la luz natural y las vistas, sino que también asegura una durabilidad prolongada y bajo mantenimiento mediante el uso de aluminio en la fachada.
La ubicación del edificio en una manzana triangular añade una capa de complejidad al diseño. “Cuando las manzanas son irregulares, las reglas cambian un poco. En este caso, al tratarse de una manzana triangular, no hay líneas frente internas ni pulmón de manzana, lo que permite construir hasta el final del lote. Sin embargo, esto obliga a generar espacios propios de ventilación, ya que todos los ambientes requieren una superficie de ventilación adecuada según su uso”, explicó Josefina.
El origen del proyecto
En Argentina, el fideicomiso se ha consolidado como una herramienta clave en el sector inmobiliario, especialmente tras la crisis de 2001. Juan Campanini señaló que el fideicomiso permite que pequeñas inversiones se agrupen, compren terrenos y financien obras. “Es un modelo virtuoso porque permite a los arquitectos involucrarse en todas las etapas del proyecto, desde la elección del terreno hasta la venta final. Así surgió esta iniciativa, mediante un fideicomiso con conocidos que se unieron para llevarlo a cabo”, agregó.
Por su parte, Josefina explicó que el momento de inicio del proyecto fue crítico debido al cambio en el código urbanístico en la Ciudad de Buenos Aires en 2018. Ella destacó que este proyecto fue uno de los últimos en recibir aprobación bajo el antiguo código, que empleaba las figuras de Factor de Ocupación del Terreno (FOT) y Factor de Ocupación del Suelo (FOS), las cuales han quedado obsoletas.
El Factor de Ocupación del Terreno (FOT) y el Factor de Ocupación del Suelo (FOS) son normas urbanísticas que regulan la construcción en un terreno. El FOT establece la proporción del lote que puede ser ocupado por la edificación, mientras que el FOS limita el área total construible en el suelo de una parcela. Ambos factores buscan controlar la densidad y mantener un equilibrio entre el espacio construido y el espacio libre en un terreno.
Materiales y sustentabilidad
A pesar de ser más costoso, el aluminio fue elegido por su durabilidad y bajo mantenimiento, características esenciales para un edificio de pequeña escala con expensas controladas. En el interior, la estructura de hormigón, combinada con acabados en hierro pintado, brinda una notable flexibilidad en la configuración de los espacios, permitiendo adaptaciones funcionales a lo largo del tiempo.
En cuanto a la fachada, el revestimiento se presenta como una superficie continua, rompiendo con la lógica tradicional de sostenibilidad, pero integrando un diseño que equilibra estética y eficiencia sin sacrificar el concepto de sustentabilidad arquitectónica. Campanini explicó que son piezas cortas, pero que, debido a la manera en que se encastran, el resultado final parece un todo, como si fuera un machimbre. “Al final es como un rompecabezas, porque todas tienen distintos largos. Pero la manera en la que se encuentran entre sí es así, y ese estriado hace que pierdas los juntos, entonces lo veas muy continuo”, afirmó.
En términos de sustentabilidad, la integración de un sistema de ventilación cruzada es una característica destacada. “El mantenimiento es crucial para el envejecimiento del edificio y para evitar reparaciones constantes. Pero lo más importante es que las unidades son pasantes, lo que significa que ventilan tanto al frente como al contrafrente. Esto permite una ventilación cruzada que reduce significativamente el uso de aire acondicionado; si abris un poco las ventanas al frente y atrás, siempre circula una brisa. En Buenos Aires, no es tan común encontrar unidades pasantes, especialmente en departamentos pequeños”, señaló Josefina.
En cuanto a la modificación del Código Urbanístico en la ciudad de Buenos Aires, Sposito remarcó que la normativa anterior permitía una mayor flexibilidad en cuanto a la altura y la cantidad de metros construidos en relación con el lote. “Esto nos permitía diseñar edificios con volúmenes más libres, adaptándonos mejor a las irregularidades de los terrenos. Sin embargo, con el nuevo código, las restricciones se han vuelto más rígidas y los edificios están limitados en altura y ocupación del suelo, lo que nos obliga a ser más precisos en el aprovechamiento del espacio. Si bien esto presenta un desafío, también nos impulsa a buscar soluciones creativas que respeten las normativas sin perder la calidad arquitectónica”, explicó.
El impacto de la pandemia
Campanini y Sposito afirmaron que la obra comenzó en 2019, pero se detuvo durante un año debido a la pandemia y terminó en 2022. “La pandemia fue un momento particular para nosotros, ya que decidimos irnos a estudiar al extranjero mientras el edificio estaba casi terminado”, señaló Josefina. “Hicimos una maestría que nos permitió dedicar más tiempo a la academia, algo que siempre hemos combinado con nuestra práctica. Fue una oportunidad para potenciar ciertos intereses que ya estaban presentes en el proyecto, aunque de forma más intuitiva que consciente. Hoy, creemos que eso se refleja en el funcionamiento del edificio”, agregó.
Campanini y Sposito reflexionaron sobre la importancia de la nominación al MCHAP, destacando cómo este reconocimiento valida su enfoque innovador y su compromiso con la arquitectura sostenible. Para ellos, la nominación no solo es un honor, sino también una oportunidad para compartir su visión en una plataforma internacional. Campanini destacó que lo que realmente hace especial al premio, en comparación con otros reconocimientos, no es solo el galardón en sí, sino la oportunidad de impartir clases en la Universidad de Chicago. “Para mí, enseñar en una institución de ese calibre representa el mayor prestigio”, afirmó.
En la misma línea, Sposito subrayó que ser elegido por la obra y luego invitado a dar clases refleja el reconocimiento del valor que aportan. “Eso demuestra que consideran que tenés algo valioso que aportar. Para nosotros, eso es enorme y es lo que más nos entusiasma del premio”, concluyó.
Ambos arquitectos tienen una destacada trayectoria académica en la Universidad Torcuato Di Tella, donde Campanini es profesor ordinario y director de la nueva editorial de la Escuela de Arquitectura de Estudios Urbanos (EAEU), mientras que Spósito es profesora ordinaria en proceso de convertirse en profesora asistente. Juntos dictan el Taller de Proyecto en la misma institución.
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