El empresario analizó los desafíos que enfrenta Milei, dió la fórmula para salir del cepo y compartió cómo fue el momento Eureka en el que decidió invertir en ladrillos: “no quería ser una cuenta corriente”
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Eduardo Costantini es uno de los empresarios que mejor entiende el timing de las inversiones en la Argentina. Hoy vive entre Uruguay y la Argentina, pero sueña con que su hijo nazca en el país. Apasionado por el hacer, uno de los hombres de negocios más reconocidos del país también lidia con un proyecto parado por cambios en las “reglas de juego” en un terreno en el que desembolsó US$140 millones y con los vaivenes locales de la macro.
Pero sigue adelante, arranca la charla con LA NACION hablando del bebé que espera junto a Elina: “Mi última creación y la más importante, un milagro”, reconoce y se predispone con una sonrisa al mano a mano que realizó con José del Rio –Secretario General de Redacción- en el marco del evento del sector inmobiliario que todos los años realiza LA NACION el noveno capítulo del Summit de Real Estate,
-¿Cómo está viendo esta etapa del país?
-En general, bien. Pensemos que este Gobierno tomó a una Argentina quebrada por donde la mires, reservas negativas, importaciones no pagas, un tipo de cambio atrasado, una brecha altísima, todo el mundo pensando en dólares, baja demanda de dinero, una curva en pesos difícil de controlar, precios retrasados, un déficit enorme navegando una inflación mensual del 13% con precios controlados.
La Argentina estaba al borde de la híper y con muy malas expectativas. Es muy difícil administrar esta situación económica, financiera y social con estas expectativas.
-¿Cree que el Gobierno logró cambiar esas expectativas?
-Si, logró producir un cambio violento de expectativas en relación al peligro de la hiper. Nadie pensó en esa posibilidad aunque al principio y hasta enero hubo una fuerte suba de la inflación que rápido e inesperadamente se desaceleró al 4,2%. En el medio, tuvimos el comportamiento de los flujos por comercio exterior y las inversiones especulativas, que son traicioneras porque acentúan la volatilidad del tipo de cambio con una baja muy fuerte, a mi juicio y con el diario del lunes, y exagerada del dólar tocando casi los $1000.
-¿El dólar está caro?
-Tenemos un Gobierno que ideológicamente cree en el superávit fiscal y que, si bien, habló de la motosierra y de la casta, la realidad es que el ancla monetaria se generó más por la licuación que por la política fiscal, que es lo que termina teniendo impacto a mediano o largo plazo. Lo difícil es que tenés que poner en equilibrio a la política cambiaria con el sector externo. Es decir, se tiene que lograr equilibrio fiscal y monetario, siempre con un ojo puesto en el nivel de actividad y el crecimiento. Y sobre todo eso, tenés las expectativas. Ha habido un cambio de expectativas muy grande referido a la política cambiaria, que es el problema que tiene que solucionar el Gobierno.
Hace 10 días, se hizo un comunicado sano para tratar de normalizar la actividad del Banco Central que desde hace años es anormal. Pero la realidad es que ese comunicado no da respuestas con relación a los flujos del sector externo, que no están siendo favorables y no estamos pudiendo comprar los dólares para hacer frente a los compromisos en dólares. Hay que tener en cuenta que de acá a fin de enero se vencen 7 mil millones de dólares…
-Entonces en un contexto, ¿cuál es la salida para terminar con los vaivenes del dólar?
-El ideal sería un acuerdo con el Fondo, que ingresara dinero y, en todo caso, producir un toque marginal razonable en el tipo de cambio. Me parece que el Gobierno ha conseguido algo muy favorable que fue reducir la tasa de inflación y haber logrado que, a pesar de la fuerte caída de la actividad, a partir de marzo-abril la economía se esté recuperando a niveles mucho más bajos. En este contexto, no quiere producir una devaluación porque se le iría a precios y a nivel de actividad. Pero el tema es cómo cambias las expectativas sin dinero fresco: a la Argentina se le pide pagar los interés y los vencimientos de la deuda, que no es algo insólito, pero como somos el peor alumno de la clase en el planeta, es imposible.
No podés pagar el vencimiento de la deuda de capital de un país. Los países renuevan. Nadie habla, pero Estados Unidos tiene una deuda que va a atravesar el 100% del PBI y un déficit del 7% anual. De hecho, por la inflación en ese país el costo de construcción aumentó 100% en 10 años. En la Argentina, el costo en dólares está 20% más caro que en 2018, pero en Estados Unidos también aumentó. El dólar tiene un cambio muy volátil en la Argentina. Si el dólar está muy bajo, después tenés una suba violenta y, entonces, cae. Tenemos que tratar de llegar al equilibrio macro y pensar en aquello que te da la composición del costo de construcción que es, en todo caso, la apertura de la economía…Si uno mira los números en Paraguay o Chile, el costo de construcción es una fracción del valor local y en Uruguay, el 150% en la comparación con la Argentina.
-¿Hizo bien el Gobierno en no salir del cepo? Hay un debate entre los economistas sobre si es o no una buena medida...
-Es como una tablita. La experiencia de la tablita a nadie le gusta. Si tenés las expectativas en contra es pedirle demasiado a la economía. Si devaluás, al principio viene bien porque cambia las expectativas, hay ingreso de flujo y se baja la tasa de interés negativa enorme.. Lo que pasó en el país es que a medida que pasaron los meses, el aumento de los costos llevaron a una baja de la tasa nominal al 40%, ahí se generó una baja del dólar terrible y el carry tiene un riesgo enorme. Entonces, se produjo el cambio de expectativas, se viene el cronograma de pagos, el Central deja de comprar reservas, está sacrificando el 20% de la exportaciones que las vende al contado con liqui y no al Banco Central y la lectura del mercado es que no le cierra.
-Entonces, cómo se sale del cepo…
-Para salir del cepo tiene que haber un ingreso de dólares para respaldar el flujo del sector externo y puedas flotar porque si vos flotas y tenés una devaluación del 30%, 40% del dólar oficial, tenés un costo económico inflacionario y del nivel de actividad muy pronunciado. Es decir, la liberación del mercado tiene que venir con apoyo financiero. La Argentina logró todo esto sin un dólar neto de apoyo. El gobierno de Macri tuvo la ventaja que arrancó con una economía complicada, pero el país no estaba endeudado porque al kirchnerismo no le prestaban y la deuda externa era del 20% del PBI, hoy es del 80%.
-Hablemos de ladrillos ¿cómo fue el momento Eureka en el que decidió crear Nordelta?
-Yo empecé mi carrera en el sector financiero, pero desde chico siempre tuve una atracción natural con el desarrollo inmobiliario, también lo veía como una alternativa de inversión porque las propiedades estaban baratas. Me fue muy bien en lo financiero, pero en un momento de mi vida dije “no quiero ser una cuenta corriente”. Yo tenía el 90% de mi patrimonio líquido, buenas perspectivas, me iba bien con los bonos y las acciones, pero quise empezar a hacer algo que pudiera dejar. Ahí fue cuando comencé a desarrollar en la zona de Catalinas y ser desarrollador inmobiliario. Ese fue un cambio. Ahora estoy más equilibrado.
-Y ahora Nordelta está en la etapa final...
-Nordelta tiene dos barrios por lanzar, pero también estamos haciendo acuerdos con vecinos y podrían ser cuatro... quedarán alrededor de un 20% de los terrenos. Tenemos el Nordelta Centro, que son 38 manzanas, 380.000 metros. Esta parte del desarrollo nos llevará 15 años más. No sé si lo veré o no, pero están viniendo universidades, un centro de innovación tecnológica para emprendedores, hay una clínica, estamos con distintos proyectos de viviendas, gastronómicos, de diseño, boutique... es muy interesante y desafiante como centro urbano y corona Nordelta no como un barrio más, sino como un complemento de servicio de ciudad.
-Como inversor, ¿es un momento para invertir en proyectos de Real Estate o hay que esperar?
-Nosotros siempre invertimos y pensamos en el largo plazo aunque a veces tenés las vicisitudes de la macro. Igual que nuestros colegas, pensamos en darle valor a los proyectos que realizamos. Lo que ocurre es que hay proyectos que no lanzamos [hasta que] encontrás el timing. Por ejemplo, nosotros hemos invertido US$140 millones en la compra de tres terrenos en la zona de Catalinas, los hemos escriturado y salió un Decreto Ley que modificó el límite del puerto, desdiciendo un Decreto Ley anterior y al día de hoy estamos trabados. Nosotros queremos lanzarlo, pero estamos trabados. Es un empredimiento en el que trabajamos cientos de horas de más de millones de dólares. Son tres torres de vivienda y usos mixtos.
-Arrancar con un marco jurídico y que después cambie, para proyectos como el de ustedes, imagino que es algo que se quiere evitar...
-Lo que pasó con Catalinas es algo impensado. Tenemos problemas con los permisos. Nordelta y Puertos es una ciudad, uno va lanzando nuevas zonas, barrios y hay que pasar por distintas etapas de permisos. Hay que tener paciencia y cumplir con todos los requerimientos. El caso de Catalinas es una arbitrariedad porque fue el terreno fue pagado y confío que se va a resolver. Nuestros proyectos son de largo plazo. La Argentina tiene, lamentablemente, una particularidad: vos tenés un sector público quebrado y un privado con más o menos US$300.000 millones. Si nosotros creyéramos en la Argentina, solucionaríamos el sector externo. Si uno hace proyectos buenos, en términos generales la demanda está y, en definitiva, los paga. Nosotros estamos próximos a cerrar un acuerdo con una institución para vender nuestros proyectos con garantía hipotecaria. Lo aplicaríamos para el proyecto que desarrollamos obre la avenida Huergo. Somos argentinos que vivimos acá. Yo ahora estoy en Punta del Este, pero espero el año que viene volver a la Argentina.
-¿Cómo sería ese financiamiento que negocia?
-Se va a poder comprar a un plazo de, mínimo, 10 años con una cuota indexada mucho más baja. Esto vuela si la inflación se consolida a la baja. El país debería ir convergiendo a mediano plazo a menos del 10%, porque, si no, con una inflación del 40 por ciento anual –aunque ahora es más- la indexación hace que la cuota sea muy elevada. Todos los países alrededor nuestro tienen crédito hipotecario, entonces, el acceso a la vivienda baja en la pirámide.
-¿Mira oportunidades fuera del país?
-Estamos mirando Uruguay y Miami aunque esta última la veo cara con una demanda que se aquietó. Cuando hicimos nuestro último proyecto tuvimos un costo de US$8000 entre terreno y la construcción, hoy ese mismo costo es de US$20.000 por metro cuadrado porque el terreno se multiplico por tres y el costo por dos. Esto significa que se tiene que vender por encima de los US$30.000 por metro cuadrado, un precio que el mercado no lo está pagando.
-¿Qué es para usted lo mejor y lo peor de ser un empresario argentino?
-Es una vocación. Creo que uno siempre puede hacer en la Argentina, a pesar de la inestabilidad macro. Uno se puede especializar muy bien en su territorio y hacer las cosas bien. Hay que pensar estratégica y creativamente, pero se pueden hacer las cosas. Si el país fuese estable, se podría hacer más y derramar a lo social. La Argentina está muy desdoblada educativamente, hay un segmento con muy buena educación y otra con muy mala, sin acceso a la vivienda y es un problema grave. Los que tenemos la ventaja de haber sido educados y tener esa posibilidad, tenemos la obligación de desarrollar al máximo nuestra capacidad, la honestidad por empezar, la profesionalidad y la voluntad de involucrarse y crear.
-Marcó un récord en materia de inversión en arte, ¿eso es emoción, racionalidad, una mezcla o una pasión que no importa el precio?
-Es una mezcla. Como se le dice: amor al arte. Esto es un proyecto que tiene 40 años. Rindo homenaje a Ricardo Estévez, un amigo mío que está con ciertas dificultades, y yo compro lo que le falta a la colección. La idea fue crear una colección latinoamericana, tuvo un sentido. El Malba tiene la mejor colección de arte latinoamericana exhibida en el mundo. Cuando empecé en el arte latinoamericano era poco cubierto. Hay obras que rajan la tierra, únicas y están a un nivel internacional y eso es lo que yo busco. Hace 20 años Frida valía US$1,3 millones y hoy vale US$35 millones o US$40 millones.
- Como si fuera poco, va a ser papá..
- Sí, claro, es mi última creación.
- Si le pudiera hablar hoy, ¿cuál es el país que quiere para él? ¿qué le diría?
- Nuestro plan es volver a la Argentina y que nazca acá.
-Ni más ni menos...
Sí, claro. Es el amor a la Argentina.
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