En Belgrano, un edificio resuelto en pocos metros se vuelve singular gracias a una arquitectura vanguardista y sustentable; sus “balcones limeños” son una celebración de la naturaleza
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Emplazado en una cuadra de edificios de diez pisos, su diseño pone el acento en el movimiento y la fusión, con un claro protagonismo de la naturaleza que da vida a su fachada y contrafrente. Se trata de un edificio de viviendas colectivas de 11 pisos, planta baja y subsuelo, y 32 unidades que hoy están ocupadas en su totalidad, ya sean sus monoambientes (33 m2) o departamentos de dos ambientes y medio (55 m2) a tres ambientes (66 m2). En total son 1800 m2 construidos y su diseño tiene la particularidad: cada monoambiente puede integrarse con otro de manera de ampliar los espacios y lograr unidades más grandes de acuerdo a las necesidades de sus habitantes.
Sus balcones están inspirados en el “balcón limeño”, esos típicos de la época colonial limeña que se resuelven tipo cajas, con laterales y techo, pero, en este caso, su disposición es totalmente novedosa. “Los balcones se disponen en un patrón dinámico, no son iguales uno con otro, pero se ven en una composición que le da un juego formal”, explica Valeria Del Puerto, arquitecta socia del estudio Puerto-Sardin. La arquitecta sostiene que sus obras tienen una intención detrás, “en este caso, la fachada tiene un lenguaje expresivo particular y una singularidad que a la vez acompaña porque no es una estructura que impacta o produce una especie de quiebre. No nos interesa que aparezca como una fractura, sino que acompañe al contexto con una búsqueda especial”, asegura.
"Cuando uno hace un edificio tiene limitaciones por el espacio, pero tiene otros recursos expresivos, la idea es que la fachada tenga un dinamismo y que sea ese su atractivo, la construcción tiene algo distintivo, no es un edificio más."
Valeria Del Puerto, arquitecta socia del estudio Puerto-Sardin.
Los balcones están organizados en el frente y contrafrente y todos tienen una pérgola metálica por donde trepan las enredaderas, que se mantienen con el riego automático. “La presencia de la naturaleza es importante, por eso la idea es que las plantas vayan trepando y dando un sentido de unidad al proyecto”, sostiene Del Puerto. A su vez, todo el edificio está pintado de blanco, desde los muros, carpinterías, herrería, los balcones y soldaduras, todo es sintético, “es el telón de fondo de la vegetación que irrumpe con su color y movimiento”, explica.
En cuanto a los materiales utilizados, en los interiores los pisos son de porcelanato y de vinílicos reciclados, según la elección del propietario de cada unidad. El cielorraso es de hormigón visto, la carpintería de aluminio y como en el exterior “todo tiende al blanco: la mesada, muebles de cocina, baño, todo es neutro”, señala la arquitecta.
Además, el edificio fue diseñado desde una perspectiva sustentable, por ejemplo, se recolecta agua de lluvia para el riego de las plantas en planta baja y vereda y tiene un sistema de riego automático para las enredaderas de los balcones, “es un aporte a la incorporación de la naturaleza con un cuidado mínimo”, agrega. Para evitar un consumo innecesario, los servicios son individuales y no centrales, de manera que solo se usan si los departamentos están ocupados. Por otra parte, el piso de la parte descubierta de la planta baja, en el sector de pulmón de manzana es absorbente, lo que mitiga la necesidad de sacar agua de lluvia por fluviales.
La dualidad convence y conquista en este edificio que no pasa desapercibido. “Lo cartesiano de lo construido y lo imprevisible del componente orgánico, generan un equilibrio entre lo artificial y lo natural. De esta forma se realiza un aporte para reinventar el paisaje urbano”, finaliza Del Puerto.
Ubicado en Ciudad de La Paz 2761, la construcción de este edificio concluyó a fines del 2020 y estuvo a cargo de los estudios Del Puerto-Sardin Arquitectos y Arquitectonika, la obra se realizó a través de un fideicomiso al costo de la desarrolladora Fiduciaria Rioplatense SRL.
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