A medida que las congregaciones religiosas en todo Estados Unidos se marchitan y desaparecen, los templos que dejan atrás se están convirtiendo en hogares privados; se calcula que hay 1100 igleisas en venta en Estados Unidos
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Cuando Louis Cahill era un niño en el sur de Virginia, un vecino compró una antigua capilla católica y la convirtió en una casa, algo que le fascinó. Así que en 2022, cuando él y su esposa Kathy estaban pensando en jubilarse, decidieron hacer lo mismo. Estaban enamorados de los techos altos y las enormes vigas de madera que se encuentran en los templos del sur.
“Construyen iglesias de esa manera por una razón”, dijo Cahill, de 62 años, y agrega: “Para elevar el espíritu y hacer que la gente se sienta inspirada”.
Desde su base de operaciones en Atlanta, la pareja (ambos se criaron en la religión y finalmente se convirtieron en ateos) recorrió el sureste. Finalmente, en un viaje de exploración el año pasado, se toparon con la antigua Iglesia Metodista Unida de Deyton Bend en Green Mountain, Carolina del Norte, una comunidad bohemia en las Montañas Blue Ridge.
La estructura de ladrillo de 290 metros cuadrados, construida en 1943 en aproximadamente un lote de 4000 m², tenía solo un dormitorio. Había una cocina en la planta baja, una sala para reuniones, un espacio común abierto y un porche cubierto. Había sido puesta a la venta por US$325.000 en mayo de 2023, luego se redujo a US$275.000 unos meses después.
“El edificio me resultaba familiar y cómodo”, dijo Cahill, que creció en la iglesia metodista. “Huele como una iglesia, lo cual me gusta mucho”, agregó.
Los Cahill la compraron el pasado noviembre por tan solo US$232.000, sumándose a una ola de compradores que están recogiendo iglesias abandonadas de costa a costa a medida que las congregaciones se marchitan y desaparecen. Desde aproximadamente el año 2000, el número de estadounidenses que pertenecen a una iglesia, sinagoga o mezquita se ha desplomado de alrededor del 70% a alrededor del 47% en 2021. La disminución se atribuyó a varios factores en conflicto, incluido el rechazo de la religión organizada por parte de los estadounidenses más jóvenes, el auge de las iglesias regionales, los cismas internos en las iglesias e incluso la pandemia de COVID-19.
Las iglesias pequeñas fueron especialmente vulnerables. En 2020, el tamaño medio de una congregación en una iglesia estadounidense se había reducido a solo 65 personas , y quedaron innumerables edificios vacíos.
“Quedamos solo tres cuando tomamos la decisión de cerrar la iglesia”, dijo Travis Abernathy, de 81 años, uno de los últimos feligreses de la Iglesia Metodista Unida de Deyton Bend.
Después de que él y los otros dos miembros decidieron unirse a otra iglesia y vender el edificio en Green Mountain, querían que una nueva congregación viniera y se hiciera cargo del lugar, pero tuvieron dificultades para encontrar interesados. Fue entonces cuando aparecieron los Cahill. “Nos alegramos de vendérselo a Louis y Kathy”, dijo Abernathy, quien agregó: “No podríamos haber elegido a alguien mejor que ellos para que viniera y se hiciera cargo de este lugar”.
Los Cahill han presupuestado alrededor de US$150.000 para las renovaciones, que incluirán un nuevo techo y una pared para atravesar el salón principal y crear espacios habitables. El dormitorio principal reemplazará la plataforma elevada del altar y construirán un altillo bajo las vigas de madera para que sirva de biblioteca. Cahill está reutilizando los bancos, algunos de los cuales está convirtiendo en cabeceros o utilizándolos como asientos de comedor, y el altar, que está transformando en un bar. “Si lo piensas, es una mesa construida especialmente para servir vino”, dijo.
A pesar de haber convertido la iglesia en un hogar, la pareja se considera a sí misma como la guardiana de un pilar de la comunidad. Dieron muchos de los bancos a los miembros de la congregación y repararon el viejo campanario, que había quedado en silencio hace años. Ahora tocan la campana los domingos, un bienvenido regreso de un sonido familiar en Green Mountain.
“Una vecina vino a visitarnos, una mujer que estaba muy involucrada con la iglesia, y nos preguntó si la campana se quedaría”, dijo Cahill. Le aseguraron que sí, y luego le preguntaron si quería tocarla ella misma. “Estaba emocionada”, dijo. “Hay algo en el sonido de esa campana que es muy alegre”.
La tendencia de la reconversión
A medida que surge un mercado para compradores privados con gusto por los campanarios y las fachadas grandiosas, abundan las ideas sobre cómo convertir una iglesia en algo más: la iglesia de Santa María Magdalena, en Homestead, Pensilvania, se convirtió en un circuito de cuerdas . En San Luis, un grupo comunitario convirtió la abandonada iglesia católica de San Liborius (se incendió el año pasado) en un parque de patinaje.
“No hay duda de que hoy en día hay más iglesias a la venta que hace unos años”, dijo Eric Knowles, quien dirige el grupo de instalaciones religiosas y educativas de la firma de corretaje Kidder Mathews. Calcula que actualmente hay aproximadamente 1100 iglesias antiguas a la venta en los Estados Unidos, pero las idiosincrasias del diseño no siempre se prestan a conversiones comerciales. “Si una iglesia pequeña y rural no tiene estacionamiento, entonces tiene un potencial de conversión comercial bastante limitado, lo que significa que la mayoría de las veces termina convirtiéndose en una residencia”, detalla.
Las iglesias suelen ser más baratas que las casas convencionales en términos de precio por metro cuadrado, pero tienden a permanecer en el mercado durante mucho más tiempo. Los posibles compradores a menudo deben atravesar un complejo proceso de rezonificación y renovaciones significativas. “Esas iglesias de 100 años de antigüedad a menudo tienen designaciones históricas, por lo que los desarrolladores no se sienten tan atraídos por ellas, lo que significa que hay una menor demanda”, dijo Knowles.
Cómo es comprar una iglesia antigua
En Michigan, Mike Messier lleva más de 40 años vendiendo propiedades de iglesias. Al principio, dijo, la mayor parte de su negocio se centraba en las ventas de propiedades de iglesias a otras iglesias. Pero eso ha cambiado. “Ahora estamos viendo muchas más conversiones en escuelas, guarderías y residencias”, dijo Messier, que trabaja con Real Estate Professional Services en Utica, Michigan. “Hay gente que sabe lo que se necesita, pero aún así puede ser muy caro”.
Las iglesias suelen carecer de dormitorios, cocina o baños adecuados. Las más antiguas presentan los mismos problemas que cualquier casa abandonada, incluidos problemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, electricidad y plomería. Es mucho lo que cualquier comprador debe asumir.
“El mercado inmobiliario no está preparado para saber qué hacer con todas esas propiedades vacías”, dijo Ryan Burge, profesor de la Eastern Illinois University y autor de “The Great Dechurching”. Burge, que también es pastor, vio recientemente cómo su propia iglesia, First Baptist Church, en Mt. Vernon, Illinois, cerraba debido a la disminución de la congregación y a los altos costos de mantenimiento.
Dijo que los tasadores contratados por la iglesia no tenían mucha idea de cómo tasar el edificio y utilizaron propiedades comerciales con metros cuadrados similares como comparables. La congregación rechazó una oferta de un promotor inmobiliario y optó por donar el edificio a una escuela cristiana clásica local.
Otros promotores inmobiliarios están teniendo más suerte. El año pasado, Rob Oliverio compró la abandonada iglesia comunitaria North Newry en Newry, Maine, por US$150.000. El edificio de madera de dos habitaciones de 1904 con un modesto campanario se encuentra solo en una carretera rural a unos kilómetros de Puzzle Mountain. Cuando la ciudad votó a favor de venderlo (los votos a favor derrotaron a los votos en contra por 15 a 10), Oliverio y su esposa, Hannah Ramsey, vieron una oportunidad de convertirlo en un pequeño albergue ecológico.
Después de “un poco de alboroto”, dijo a los feligreses que mantendría la integridad del edificio. “Mucha gente se me acercó y me contó sobre su relación con la iglesia”, dijo Oliverio, quien vive en Key West, Florida, donde es dueño de una empresa de ecoturismo. “Todos ahí tienen algún tipo de vínculo con ella: bautismos, bodas, funerales, lo que sea”.
Cuando se completen las renovaciones, la pareja espera publicarla en plataformas de alquiler a corto plazo.
Brooks Morton, que fue bautizado en la iglesia de Newry cuando era niño, fue uno de los 10 que se opusieron a la venta. “Quería que la iglesia pasara a manos de una organización religiosa”, dijo, “pero la ciudad no quería saber nada de eso”.
El señor Morton, de 72 años, recuerda haber asistido a clases en la escuela de una sola aula situada al lado de la iglesia: “Cuando entras allí, es como si estuvieras retrocediendo cien años”.
Oliverio, de 51 años, tiene cierta experiencia en la conversión de iglesias. En 2016, compró la Iglesia y Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana de Key West y transformó la escuela dominical anexa en un apartamento de dos habitaciones para él y su familia. El edificio de la iglesia todavía celebra servicios religiosos e invitaron a la comunidad literaria local a utilizar el espacio para lecturas y talleres.
“Desde pequeño me ha interesado la arquitectura de las iglesias”, afirma. “Tienen un gran significado. Se ha puesto mucho amor y energía en estos edificios”, agregó.
En otras regiones, las iglesias vacías esperan que alguien venga a salvarlas. Durante 15 años, en el histórico barrio Indian Village de Detroit, la iglesia bautista misionera Mount Olive East, de 370 metros cuadrados, estuvo vacía, como una iglesia abandonada entre hileras de hermosas casas de estilo Tudor y colonial. El edificio abandonado terminó en manos de la Autoridad del Banco de Tierras de Detroit, que tuvo dificultades para encontrar un comprador dispuesto a adaptarlo a las normas para una residencia. (“¡Traiga a su arquitecto histórico!”, decía el anuncio). Finalmente, este mes, una familia local lo compró por US$399.000 y planea convertirlo en su residencia principal.
James Bufalino, el agente inmobiliario que se encargó de la venta, dijo que la combinación de la designación histórica del barrio y los importantes costes de renovación hicieron que fuera una venta difícil, incluso cuando los compradores se enamoraron de él. “Fue difícil”, dijo Bufalino.
Taranta Gatson-White, analista de políticas públicas de la ciudad de Detroit que vive al otro lado de la calle de la iglesia desde 1987, se sintió aliviada cuando la iglesia se la vendió a una familia. Le preocupaba que, si se convertía en un espacio comercial, pudiera cambiar el carácter del barrio y afectar la zonificación. “Era una congregación pequeña, pero siempre muy acogedora con la comunidad”, dijo Gatson-White, de 67 años.
Honrar a una comunidad que siente cierta sensación de pérdida puede ser el ingrediente secreto de estas conversiones. El mes pasado, en Carolina del Norte, la casa de los Cahill resultó gravemente dañada por las inundaciones provocadas por el huracán Helene. El acceso al agua potable y a la electricidad ha sido escaso. La pareja ha estado ayudando a sus vecinos a recuperarse.
“Fue increíble ver a todos trabajando juntos. Ahora nos sentimos realmente unidos a esta comunidad. Todos los problemas que tenemos con la casa se pueden solucionar. Hay bendiciones en todo”, concluyó Cahill.
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