“Más metros, más ambientes y comodidades” pensaron los ingleses que buscaban crear una vivienda de bajo costo sin perder confort
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Amazing Spaces es uno de los programas de televisión más populares en el Reino Unido, un show en el que el carismático George Clarke, el conductor, recorre proyectos en los que la gente transforma espacios muy chicos en espectaculares lugares para vivir, trabajar, o simplemente pasar el tiempo libre.
Luke Walker (27) y Charlie MacVicar (26) son una pareja del condado de Essex que, inspirados por el programa de TV, decidieron hacer algo parecido. “Al principio, la idea era una típica reconversión de container de carga, o simplemente comprar una casa rodante y equiparla”, le contó MacVicar a LA NACION. Buscaban un lugar al que pudieran mudarse juntos con la menor cantidad de gastos posible, y cuando apareció la oportunidad de comprar uno de los famosos doubledeckers (los colectivos de dos pisos color rojo típicos de la ciudad de Londres), en el 2018, no lo dudaron un segundo. “Nos pareció la mejor solución: dos pisos, más ambientes, más espacio”, explicó MacVicar.
Por más que suene insólito, la pareja dice que tenía nula experiencia en trabajos de construcción, pero que recibieron mucha ayuda de familiares y amigos, además de carpinteros, plomeros y electricistas para las instalaciones técnicas. “Ojalá pudiera llevarme todo el crédito, pero nos ayudaron un montón”, se ríe. A pesar de no ser las personas mas “manuales” del mundo, lo que a esta pareja inglesa le sobra es espíritu aventurero. MacVicar cuenta que, antes de la crisis del Covid-19, viajaban durante meses, y esa es otra razón por la que necesitaban reducir los gastos en la mayor medida posible. “No necesitábamos más que un lugar donde hacer base en el Reino Unido cuando no estábamos de viaje, en lo posible ahorrándonos todos los gastos de hipoteca y alquiler”, comparte la joven inglesa. “Mi familia tenía un lote vacío en Essex, estaba la opción del bus, tuvimos mucha suerte y se dio todo”.
MacVicar y Walker compraron el colectivo por unas £2500 (equivalentes a casi US$3500) y pusieron manos a la obra. Fueron diez meses de renovaciones, y el costo final, dice ella, fue de entre £15.000 y £18.000 (US$21.000 y US$25.000). El resultado es realmente impresionante. La nueva casa tiene todas las comodidades, desde cocina totalmente equipada hasta salamandra, pasando por pisos de parqué, bañera de piso e incluso una pileta que armaron, hace unos pocos meses, en la pequeña laguna sobre la que está el terreno. Son poco más de 50 metros cuadrados en total, y la estructura, de marca Volvo y que hace menos de cinco años seguía deslizándose por las calles de Londres, tiene unos cuatro metros y medio de alto, casi 10 de largo y 2,5 de ancho.
Increíblemente, MacVicar dice que el bus todavía puede funcionar como tal. “Es manejable y si quisiéramos podríamos sacarlo a la ruta. Hasta ahora no lo hicimos, pero en el futuro quizás…”, aventura. Ya van tres años desde que la pareja se mudó a su casa sobre ruedas.
Sobre las cuestiones prácticas, los aventureros cuentan que tienen electricidad conectada a la red y que para el gas usan garrafas, “mas que nada para el horno”. Para calefaccionar el ambiente instalaron una salamandra: calienta muy bien, aunque obviamente en invierno a veces pasamos un poco de frío. No es grave, y además esa es la época en la que en tiempos de viaje estaríamos viajando”, cuentan. Consultados sobre la instalación de paneles solares, dicen que aún no lo han hecho pero que también es una posibilidad. Todo lo que es plomería desagota en un tanque séptico. “La verdad que no exige demasiado trabajo ni mantenimiento, por lo menos no más de lo que demandaría un departamento normal”, cuenta MacVicar. “Y entre que está en un terreno de la familia y prácticamente no tenemos gastos, la verdad es que las cuentas cierran”.
Las únicas contras que le ven, hoy por hoy, son las temperaturas. En invierno se puede poner frío y en verano, demasiado caluroso. Pero eso, dice MacVicar, se compensa con la increíble posibilidad de vivir en un lugar alejado, con un espacio tranquilo y natural para ellos. La pareja cuenta que aprovechan la vida natural; han instalado un “living” exterior, un acceso y demarcación en la laguna que hace las veces de pileta, y que suelen tener amigos de visita. “Nos encanta ser anfitriones. Hay mucho espacio afuera, es lindo y no molestamos a nadie, lo hace ideal para recibir gente”, cuenta. “Al principio todo el mundo nos decía que estábamos locos, pero ahora les encanta a todos”. MacVicar dice que lo que más disfruta probablemente sea la sensación de darse un baño de inmersión, mirar por la ventana y ver la laguna y los patos. Además, la flexibilidad que la pareja tanto buscaba. “Vamos a poder ir y volver sin problema, nos da mucha libertad no estar atados”, se entusiasma.
Si bien disfrutan de su hogar (y la gente con ellos: se han vuelto una sensación de Instagram), y están cómodos, MacVicar confiesa que el verdadero anhelo no ha cambiado: “Espero que el covid termine pronto asi podemos viajar de nuevo”.
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