Los diseños más insólitos de casas recorren desde temáticas musicales o le hacen apología al vino
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La cuenta de Instagram Ugly Melbourne Houses (Casas feas de Mebourne) dedica sus publicaciones a dar a conocer las estructuras más dispares que presenta el paisaje de ladrillos australiano. En sus últimos posteos, el usuario que suma Más de 34.000 seguidores se dedicó a mostrarle a su público las casas que, a su parecer, son las más raras y feas de la ciudad de Melbourne, Australia.
Para los melómanos, una casa enteramente dedicada a la música puede sonar como el paraíso. En este caso, la fachada se destaca por sus dos parlantes negros, un piano debajo del balcón y la figura más alta de la estructura: un violín gigante. El resto de las paredes están pintadas de blanco para aunar los elementos en armonía.
Los amantes de un buen vino sabrán apreciar esta decoración inusual. Digna de las tierras mendocinas, la pared del frente de esta casa tiene incrustada en sus piedras una copa de vino gigante. El líquido, que simula una variedad del tinto, actúa de balcón y las líneas de metal que conforman la copa de rejas para el mismo.
Digno de un pabellón universitario de Ciencias Exactas, este edificio tiene escrito en toda su fachada fórmulas y cálculos matemáticos. Flechas y parábolas decoran los gráficos que luce esta residencia entre sus balcones y ventanas.
Como si se tratara de una baraja de cartas que acaba de ser repartida, las paredes de esta fachada están inclinadas para ambos lados. La única que se mantiene derecha es la que contiene la puerta principal. A pesar de que parezca que se están cayendo, esta propiedad tiene perfecta estabilidad.
Muchas personas deciden embellecer sus jardines con flores, arbustos y estatuas. Sin embargo, no todos optan por darle forma a la vegetación. Como si fuera un vigilante, estos dueños decidieron podar una de sus plantas de modo tal que quede la forma de una cabeza humana. Con pelo, ojos, nariz y boca, el gran arbusto mira con atención y una expresión de alerta a los transeúntes que pasan por su frente.
Decidir el color de la fachada de una casa puede ser difícil. Están quienes dejan lucir el color natural de los materiales, como pueden ser piedras, madera o ladrillo, y quienes eligen cubrirlo con pintura para dar una estética más homogénea. Las personas más arriesgadas a veces elijen colores intensos y osados como rojos o violetas, pero la gran mayoría se inclina por la tradicional gama de los blancos y claros con algunas variaciones de arena. Sin embargo, la excepción hace a la regla. En este caso, los habitantes de una casa optaron por no quedarse con un solo color sino con seis. Con un tono juguetón y simulando una casa construida con legos de distintos tonos, el exterior de la edificación está pintada de rojo, naranja, verde, azul, amarillo y blanco.
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