Al ofrecer confort y comodidades en espacios reducidos, estas construcciones conquistan a aquellos que buscan un estilo de vida minimalista y una alternativa ecológica y eficiente con bajo presupuesto
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En los últimos años, una tendencia arquitectónica gana terreno en el país, y no precisamente en tamaño. Las casas diminutas, también conocidas como tiny houses, se presentan como una opción innovadora para aquellos que buscan un estilo de vida más simple y sostenible, sin renunciar al confort y la comodidad.
Estas viviendas, diseñadas a partir de conceptos minimalistas, tienen un tamaño que generalmente oscila entre los 10 y 30 metros cuadrados. Aunque parezca sorprendente, en ese reducido espacio, se logra crear un ambiente acogedor y completamente funcional.
Una de las ventajas más destacadas de las tiny houses es la rapidez con la que se pueden obtener. Diferente a las construcciones tradicionales que pueden llevar meses o incluso años, estas mini casas pueden estar listas en un plazo no mayor de 90 días. Esta agilidad en la construcción las convierte en una solución viable para aquellos que buscan una vivienda propia sin esperar demasiado.
Sin embargo, se deben cumplir ciertos requisitos, como contar con un terreno donde emplazarla y disponer de un monto entre US$20.000 y US$25.000. Si bien el costo puede parecer un desafío, es importante tener en cuenta que estas viviendas presentan una opción bastante más económica que las construcciones tradicionales, permitiendo a muchas personas hacer realidad el sueño de una casa propia.
Pero lo que verdaderamente hace resaltar a las tiny houses es su enfoque en la sustentabilidad y el respeto al medio ambiente. Estas casas están pensadas para ser construidas con materiales nobles y ecológicos, lo que implica una reducción significativa en el consumo de recursos naturales. Además, su tamaño compacto permite un menor uso de energía y agua, contribuyendo a la conservación del medio ambiente.
Vivir en una casa diminuta implica adoptar un estilo de vida minimalista, en el que se valora la calidad sobre la cantidad. Aunque las dimensiones sean reducidas, estas casas ofrecen todas las comodidades y el confort de una vivienda tradicional. Cabe destacar que las tiny houses se diferencian de las casas rodantes, ya que no están pensadas para la movilidad constante, sino para ser una vivienda permanente con todas las comodidades que ello implica instalada en un lugar fijo. Algunas se construyen en fábricas y se trasladan hasta el terreno donde quedarán.
Además de ser una tendencia mundial, la pandemia jugó un papel importante en el crecimiento de la popularidad de estas viviendas en nuestro país. Con el deseo de alejarse de las aglomeraciones y buscar un mayor contacto con la naturaleza, muchos optaron por salir de las grandes urbes y encontrar refugio en espacios más tranquilos y menos congestionados. A medida que el fenómeno de éxodo se afianza en ciudades como Nueva York, Los Ángeles, París o Madrid, en nuestro país esta tendencia va en aumento, especialmente entre aquellos que disponen de terrenos libres.
La idea de gastar menos en alquileres e hipotecas fue un factor decisivo para aquellos que buscan una mayor independencia financiera y una forma más sostenible de habitar. A medida que esta tendencia crece, es probable que veamos cada vez más comunidades de tiny houses surgir en nuestro país, dando paso a una nueva forma de vivir y experimentar la vida cotidiana.
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