Elogiado por sus construcciones sustentables al servicio de las comunidades, fue galardonado este martes, convirtiéndose en el primer africano que obtiene la más alta distinción en la categoría
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El burkinés Diébédo Francis Kéré, elogiado por sus construcciones sustentables al servicio de las comunidades, fue galardonado este martes con el Pritzker 2022, convirtiéndose en el primer africano que obtiene la más alta distinción de la arquitectura.
Conocido por sus construcciones de escuelas, centros de salud, viviendas, edificios cívicos y espacios públicos a lo largo de África, Francis Kéré, como es conocido profesionalmente, es tanto “un arquitecto como un servidor”, dijo en un comunicado Tom Pritzker, presidente de la Hyatt Foundation, que patrocina el evento.
Con 56 años y doble nacionalidad de Burkina Faso y Alemania, donde realizó buena parte de su formación desde que era un adolescente, la arquitectura de Kéré “mejora las vidas y experiencias de innumerables ciudadanos en una región del mundo a veces olvidada”, explica la fundación que otorga este Nobel de la arquitectura.
“Como arquitecto, no quiero simplemente construir sino que quiero diseñar un espacio que sirva para los que lo utilizan. Quiero que mi edificio ofrezca refugio, comodidad e inspiración”, dijo Kéré en un comunicado tras recibir el premio.
La narrativa que proporciona la arquitectura de Kéré, nacido en una comunidad de Gando, en Burkina Faso, “puede ser una fuente de felicidad y alegría continua y duradera”, asegura el jurado que eligió su trabajo.
“Espero cambiar el paradigma, empujar a la gente a soñar y asumir riesgos. No porque seas rico debes desperdiciar material. No porque seas pobre no debes intentar crear calidad”, sostuvo el arquitecto, que pudo estudiar al ser el primogénito del líder de la comunidad donde nació.
“Todo el mundo merece calidad, lujo y comodidad. Estamos interconectados y las preocupaciones por el clima, la democracia y la escasez nos afecta a todos”, agregó en el comunicado.
Doble objetivo
Sus soluciones arquitectónicas responden a un doble objetivo: la funcionalidad y modernidad de sus estructuras es una, la otra es combatir las temperaturas extremas y garantizar la luminosidad para “colmar una necesidad esencial y redimir las desigualdades sociales”.
Sus edificios permiten la entrada de rayos de sol, contienen patios y espacios intermedios que permiten combatir las tórridas temperaturas y techos altos para que circule el aire sin necesidad de aire acondicionado.
Sus soluciones como el techo de concreto de la biblioteca de la Escuela Primaria de Gando tienen huecos que permiten que el calor escape mientras la luz natural se filtra para iluminar los interiores. Una fachada construida con madera de eucalipto rodea el edificio con forma elíptica, creando espacios exteriores flexibles que emiten luz verticalmente.
Pero la nueva escuela creada en su tierra natal también ha contribuido a atraer a los alumnos, pasando de 120 a 700 estudiantes.
Los muros del colegio Benga Riverside (2018, Tete, Mozambique) tienen pequeños huecos que filtran la luz y una transparencia “que evocan un sentimiento de confianza en sus estudiantes”, resalta el jurado integrado por arquitectos como el chileno Alejandro Aravena, los neoyorquinos Barry Bergdoll y Deborah Berke, el crítico de arquitectura brasileño André Aranha Corra do Lago o la arquitecta italiana Benedetta Tagliabue radicada en Barcelona (España).
Lo mismo ocurre con los muros del Centro de Salud y Seguridad Social de Laongo, en su país natal, de 2014, que están adornados con modelos de marcos de ventanas de diferentes tamaños con vistas de paisajes que pueden disfrutar todos, desde los médicos a los pacientes.
Kéré “conoce desde el interior que la arquitectura no tiene que ver con el objeto sino con el objetivo; no con el producto, sino con el proceso”, y sobre todo nos enseña que sus edificios, que están realizados para y con las comunidades, “son directamente de estas comunidades con su hacer, sus materiales, sus programas y sus caracteres únicos”, dice el jurado.
Además de en Benín, Burkina Faso, Malí, Togo, Kenia, Mozambique, Togo y Sudán, la arquitectura de Kéré, radicado en Berlín, también se puede encontrar en Dinamarca, Alemania, Italia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. Y todos sus trabajos llevan impresos su cultura africana donde la comunidad está en el centro de la estructura social.
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