Una joya modernista en pleno centro histórico de Buenos Aires deslumbra con su cúpula de cristal
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A pocos pasos de lugares emblemáticos como el Congreso de la Nación y la Confitería El Molino, un antiguo edificio es el centro de atención para cualquier amante de la arquitectura que levante la vista hacia su cúpula de cristal. Ubicado en la intersección de la avenida Rivadavia y la calle Ayacucho, este tesoro de la arquitectura tiene más de 100 años de antigüedad.
En 1907, el ingeniero Eduardo Rodríguez Ortega le devolvió el esplendor construyó el edificio con planta baja, entrepiso, cuatro pisos de departamentos y la terraza de 350 m², que fue inaugurado en 1914. Las decoraciones florales, los rostros femeninos y las figuras de guerreros medievales en la fachada del edificio (similares a las que se encuentran en la fachada de la Sagrada Familia y en la Terraza de la Casa Milà o La Pedrera, todas obras de Gaudí en Barcelona) añaden un toque de singularidad, aunque lo más destacado de este edificio es su maravillosa cúpula.
El impacto del reconocido arquitecto catalán Antoni Gaudí se hace evidente en el edificio en cuestión, así como en el cercano Palacio de los Lirios en la misma cuadra (Rivadavia 2023), ambos diseñados por el mismo autor. Esta vivienda destaca por las bandas de revoque que adornan su fachada, con forma de tallos alargados coronados por flores, dándole su distintivo nombre. Con una planta baja y tres iveles, sus balcones están decorados con barandas metálicas que hacen referencia a las características ondulaciones presentes en el estilo art nouveau.
No hay sueños imposibles
La historia del edificio sobre Rivadavia 2001 no fue ajena a los estragos del tiempo, al igual que muchos otros monumentos históricos en la ciudad. Sin embargo, la fortuna sonrio en 1999 cuando una empresa privada adquirió el cuarto piso completo, incluyendo la propiedad de la invaluable terraza y la magnífica cúpula, para hacerse cargo de su restauración.
El arquitecto Fernando Lorenzi usó 952 piezas de vidrio espejado para cerrar todas las aberturas y rescató las ornamentaciones, réplicas exactas de la famosa Casa Battló, que hasta incluyen algunas chimeneas que muestran siluetas de guerreros. En 2009 se hizo una puesta en valor del edificio y en la base de la cúpula se incorporó una leyenda en catalán: “No hi ha somnis imposibles” (No hay sueños imposibles), como un homenaje más a Gaudí.
Conocido por su enfoque innovador y su actitud audaz hacia la arquitectura, el catalán desafió las convenciones y materializó ideas que muchos consideraban imposibles. Su obra maestra, La Sagrada Familia, es un claro ejemplo de su mente visionaria y su capacidad para convertir los sueños en realidad aunque él no haya podido verla terminada antes de morir.
Este testimonio vivo del esplendor arquitectónico del siglo pasado se compone de un local comercial en su planta baja, tres pisos de viviendas y un remate con departamentos adicionales. Aunque su estilo modernista catalán y su cúpula con forma de bulbo son un guiño al estilo de Gaudí, la obra presenta una apariencia severa y austera que no se ajusta completamente a esta comparación.
Entre la parte de abajo y la parte de arriba del edificio, hay unas columnas grandes de estilo corintio, ornamentadas con hojas de acanto. En la parte superior de estas columnas, se reemplazaron los adornos originales por rostros femeninos. También se destacan los faroles que se encuentran entre la planta baja y el piso intermedio, colocados en línea con las columnas de los pisos de arriba.
Sin embargo, la característica más distintiva del exterior de este edificio, en un estilo claramente modernista, es la cúpula compuesta por 952 piezas de vidrio espejado. Situada en la esquina del edificio en el último piso, consta de tres niveles: la base de la cúpula tiene una forma poligonal, mientras que el nivel intermedio presenta una decoración en forma de cebolla con gajos. Las ventanas curvas de vidrio tienen formas redondeadas y en la parte más alta de la cúpula, un pequeño adorno corona esta obra maestra arquitectónica.
La terraza que rodea la cúpula abarca aproximadamente 350m² y cuenta con dos estructuras de hierro que son reproducciones a escala de la famosa Puerta del Dragón de la Finca Güell en Barcelona, España, la cual fue diseñada por Gaudí.
En venta
Como dice la frase escrita en la cúpula, no hay sueños imposible. Y quienes sueñen con vivir en una residencia excepcional en este edificio, pueden hacerlo: uno de los departamento está actualmente a la venta por US$350.000. Ubicado en el tercer piso, con una superficie total de 219 m² distribuidos en seis amplios ambientes más una dependencia. El interior de la vivienda deslumbra con sus detalles originales cuidadosamente restaurados.
Sus aberturas recuperadas y ambientes impecables son solo algunas de las características que reflejan el esplendor de la época. La doble altura brinda una sensación de amplitud y luminosidad en todo el departamento, mientras que los pisos originales, testigos del paso del tiempo, aportan calidad y autenticidad.
Entre los espacios disponibles, se encuentra una sala de reuniones o un amplio living. Actualmente, los baños no cuentan con ducha, ya que el departamento fue utilizado como oficina. Sin embargo, existe la posibilidad de reformarlos para restituirlos a su estado original. Son dos baños modernos (sin ducha) y un toilette.
Un total de ocho balcones rodean la propiedad y mantienen sus herrerías originales, además de ofrecer vistas panorámicas de la avenida Rivadavia y al Palacio Barolo.
El ambiente principal, orientado hacia la entrada, cuenta con un balcón al frente que ofrece vistas hacia la avenida Rivadavia, mientras que a la derecha se encuentra una amplia habitación que también cuenta con un balcón al frente. A la izquierda se encuentra otra habitación, aunque esta tiene la particularidad de que su pequeño balcón tiene forma de arco, lo que añade un toque distintivo a la habitación.
Continuando el recorrido, se llega a un amplio salón o dormitorio. Este espacio de gran tamaño cuenta con dos balcones que se abren a la calle Ayacucho. Otro salón dormitorio, con baño privado, se encuentra en la esquina del departamento. Un pasillo ancho lleva hacia el siguiente espacio, donde se encuentra un baño adicional. Una habitación pequeña, con un altillo, ofrece versatilidad y puede adaptarse según las necesidades. Se encuentra antes de llegar al pasillo que conduce a una cocina independiente con espacio para comedor. También incluye un cuarto de dependencia o servicio.
Aunque la terraza donde se encuentra la cúpula es privada y exclusiva para el departamento del último piso, el resto de las unidades tienen acceso a una pequeña terraza de área común desde la que se puede apreciar el domo de cristal.
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