Cómo diseñar los espacios de trabajo fue uno de los temas sobre el que se profundizó en la sexta edición del evento de real estate organizado por LA NACION
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Diversos protagonistas del mercado inmobiliario participaron este miércoles del Summit de Real Estate organizado por LA NACION. A través de paneles, exposiciones y conversaciones, los actores realizaron diagnósticos, identificaron tendencias y trazaron posibles panoramas, con aportes provenientes de diversas disciplinas y especialidades. Fue en ese marco que Carla Quiroga, conductora del evento y editora de La Nacion Propiedades, conversó con Paula De Elía, referente del mundo de la arquitectura, para reflexionar sobre el futuro de los espacios de oficina, una cuestión fundamental de la nueva realidad pos pandemia.
El primer punto, sobre el que a esta altura parece haber pocas dudas, es el carácter permanente del llamado modelo híbrido. El fenómeno es común a prácticamente todos los rubros: las horas laborales ya no se concentran en el espacio de trabajo, sino que se dividen entre la oficina y la casa u otros espacios, como pueden ser los co-workings. La proporción de esa división de tiempo depende del sector y de la empresa, pero lo que es cierto es que las oficinas deberán transformarse para adaptarse a nuevos hábitos. “Es sin dudas un cambio histórico: los empleados no irán más a trabajar durante ocho horas, todos los días, como si fueran robots”, sentenció De Elía. Que los trabajadores tengan la posibilidad de elegir se vuelve esencial: “Las empresas se deben adaptar a los empleados, no al revés”.
Dicha flexibilidad se traduce, no solamente en el tiempo, sino también en el espacio. El diseño de nuevos ámbitos, más abiertos, espaciosos y pensados para el trabajo en conjunto, es probablemente una sentencia de muerte para el puesto fijo de la oficina de toda la vida. Para trabajar solo y aislado, el empleado se queda en la casa. “Habrá más espacios comunes para ir a sociabilizar y encontrarse”, vaticina De Elía. El foco en la oficina se traslada al brainstorming y la colaboración, los espacios de reuniones y presentaciones.
Paula, que trabajó en el diseño de las oficinas porteñas de Mercado Libre, dice que la empresa fue pionera en asegurar dicha reconversión del espacio. “Muchos espacios para trabajar, tanto individuales como para reuniones. Un formato de ‘hormiguero’ para asegurar el desplazamiento de la gente y la socialización”, explica. Una tendencia que se profundizó.
Por su impacto en el mundo del real estate (y no solamente corporativo), la pregunta del millón es si todos estos cambios suponen una menor demanda de metros cuadrados. Después de todo, no habrá la misma cantidad de gente en una oficina en un mismo momento, sino un sistema de rotación. De Elía cree que la respuesta es positiva, pero destaca que, al mismo tiempo, también será un metro cuadrado más caro. “Las empresas tendrán que invertir y dar a todos los empleados la posibilidad de ir a la oficina”. A su vez, crece la demanda de terrazas y espacios abiertos, e incluso la necesidad de contar con infraestructura que permita adaptarse al uso residencial. Para sobrevivir, los edificios deben ser aptos para el multiuso, en una mezcla entre “lo corporativo y la vivienda”.
La oficina del futuro, dice De Elía, es “un desafío único y espectacular”, que se enmarca en el un concepto más macro como es la redefinición de las ciudades mismas. “Hay que pensar en la resignificación no solamente de los espacios en los que trabajamos, sino en los espacios en los que vivimos”, cerró.
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