En algunas localidades de la Argentina se rumorea desde hace décadas que sus edificios más emblemáticos se confundieron de ciudad. Sus estructuras destacan por ser atípicas para la zona donde se encuentran ubicadas y, dada la casualidad de que el nombre del pueblo en donde están establecidos es casi idéntico al de otras latitudes, el mito arquitectónico se fue arraigando entre los pobladores y con el paso del tiempo casi que se convirtió en una verdad: los constructores se perdieron en el mapa y emplazaron en un lugar lo que debía construirse en otro.
Algunas de esas historias rozan lo verídico, tienen su razón de ser y los arquitectos algo equivocados estaban. Pero en otras, las leyendas se fueron alimentando por el boca a boca cuando no eran más que eso: mitos fáciles de creer, con una buena historia para contar detrás.
San Salvador de Jujuy… ¿o de Entre Ríos?
En la década del ’40 se construyó en el pueblo de San Salvador, provincia de Entre Ríos, el edificio del Correo Argentino. Para la época, la construcción tenía proporciones desmesuradas para una población que en ese entonces no superaba los 3000 habitantes. Con una dimensión de dos plantas, galpones de distribución, estacionamiento privado pavimentado y una estructura antisísmica, los lugareños comenzaron a preguntarse si sus arquitectos no se habían confundido con San Salvador de Jujuy.
“Es cierto, el edificio era desproporcionado para una ciudad que tenía casas bajas asentadas en barro. El hecho de que otros edificios de correo no tuvieran ni cerca esas dimensiones, incluso en la ciudad cabecera departamental que en ese entonces era Colón, alimentó el mito. Pero toda la documentación de la gestión, proyección y los planos de la época dicen expresamente ‘San Salvador, Entre Ríos’”, explicó Matías Rodríguez, referente de turismo de la ciudad.
“Aunque suene raro, puede que se trata de las buenas gestiones, fue una época de gran crecimiento para la zona. Pero lo extraño de la estructura es que no es un modelo de la época, no conozco otro correo igual en Entre Ríos. Generalmente las sedes importantes ocupan casonas que fueron reconvertidas o son edificios de líneas más simples”, acotó Rodríguez.
Sin embargo, en la década del 40 el edificio del correo no fue la única construcción de grandes proporciones que se asentó en la ciudad. En 1942 también se construyó el primer Banco Agrícola de Entre Ríos y en 1944 el Banco de la Nación Argentina, lo cual es explicado por el éxito del cultivo de arroz y la aparición de las primeras industrias arroceras. Para 1953 San Salvador fue nombrada Capital Nacional del Arroz.
Cafayate y Calafate: la construcción patagónica que fue a parar al norte
A metros de la Catedral Nuestra Señora del Rosario y rodeada por la arquitectura colonial que caracteriza al Cafayate (Salta), una sucursal del Banco Nación irrumpe en el paisaje. Sus techos son de chapa, inclinados como para hacerle frente a la nieve, y las paredes exteriores se encuentran recubiertas de piedras. Las características son comunes de una edificación en la Patagonia argentina.
Cuando se construyó a mediados de la década del ’70, generó revuelo y muchas críticas. ¿Puede ser que se hayan confundido al pueblo de Cafayate con el Calafate? ¿Qué hacía una estructura de ese tipo en ese lugar? “Sí, es cierto. Se confundieron con la estructura de construcción, era para el Calafate. Lo sé por comentarios en reuniones”, afirman los vecinos del pueblo hoy en día.
Sin embargo, los arquitectos actuales del Banco Nación no creen que pudo haber sucedido semejante error. “Es algo que siempre se dijo, pero no tiene ningún resguardo. No podés mandar un proyecto para otro lado y no darte cuenta porque no te entra en el lote y hasta los accesos son diferentes”, señalaron.
Lo que es cierto, es que hubo una puja de intereses con la Municipalidad. Jesús Ávila se convirtió en intendente de Cafayate en 1974, cuando la localidad tenía poco más de 3000 habitantes. Cuando le presentaron el proyecto y le mostraron los planos se horrorizó. “No se podían aprobar porque tenían características para un lugar con frío, con nieve. Yo les dije que no podía ser, que tenían que modificarlo, pero me respondieron ‘Si no firma, lo hacemos en otra parte’”, cuenta hoy en día el ex-intendente.
Si se construía, la sucursal del banco se iba a convertir en el edificio más importante de todo Cafayate. Además, la edificación atraería nueva población, más trabajo, viviendas y progreso. Tras consultarlo con el Concejo Deliberante, las autoridades locales decidieron aprobar el proyecto: la entidad financiera ya tenía las partidas presupuestarias aprobadas.
“Desde los orígenes teníamos claro que era un edificio que no correspondía con el lugar. Con conocimiento de lo que ocurría, y a pesar de que tanto antes como ahora no nos gusta porque no es de acá, firmamos. La gente dice que se confundieron con Calafate por las características que tiene el edificio y por la similitud entre los nombres. Lo que puedo asegurar es que no lo hice a propósito, las circunstancias históricas que me tocaron eran que firmaba o me perdía un proyecto que iba a generar muchas buenas cosas para el lugar”, concluyó Ávila.
Cambio de planos
Otro de los mitos arquitectónicos más difundidos es el cambio de planos de los estadios de Mendoza y Mar del Plata. Durante la dictadura militar, el Ente Autárquico Mundial ’78 fue la entidad encargada de remodelar y construir los estadios futbolísticos para la Copa del Mundo, que tuvo sede en la Argentina. En total, se pusieron en pie tres nuevos estadios: el Chateau Carreras en la ciudad de Córdoba, hoy conocido como Mario Alberto Kempes; el Malvinas Argentinas en Mendoza; y el José María Minella de Mar del Plata. Pero, según los rumores y el mito urbano cuentan, los arquitectos se habrían confundido los planos -casi idénticos- de los estadios de La Feliz y los de la ciudad del vino.
¿La razón? En poco tiempo la estructura de hierro del estadio marplatense se vio corroído por el salitre del mar. Su visible deterioro dio pie a que los ciudadanos comenzaran a difundir que el estadio tenía características antisísmicas, mientras que el estadio anticorrosivo debía de encontrarse en Mendoza. Sin embargo, lo cierto es que el estadio Malvinas Argentinas debió de resistir a los terremotos desde el momento en que comenzó su edificación y así lo hizo.
“Uno de los ingenieros me comentó que el 23 de noviembre de 1977, en plena construcción del estadio, a las 6 horas y 23 minutos se produjo el terremoto de Caucete (San Juan), que en Mendoza se experimentó fenomenalmente. Este profesional me dijo que la viga de prensa estaba a medio construir y él estaba seguro de que se había caído. Luego de comprobar que su entorno familiar estaba todo bien, salió muy rápido hacia el estadio pensando que se iba a encontrar con la viga caída y me comentó justamente que ya no había tiempo de construir otra nuevamente en el sector de prensa. Estamos hablando del 23 de noviembre de 1977 y el Mundial comenzaba en junio de 1978, por lo que Mendoza se quedaba sin Mundial, y la Argentina, sin una de las sedes. Pero por suerte, la viga aguantó y nada de eso ocurrió”, recordó Julián Toscano, profesor y licenciado en Geografía, según dio a conocer el gobierno mendocino.
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