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La impresión 3D sigue traspasando fronteras y transformando todo tipo de rubros, desde la fabricación de elementos pequeños y especializados, como repuestos de maquinaria, hasta objetos de consumo diario, como juguetes, pasando por armas, casas o infraestructura urbana. Ahora fue el turno nada más y nada menos que de un puente peatonal. Casi seis años después del puntapié inicial del proyecto, se inauguró en Ámsterdam el MX3D Bridge, con la presencia de la mismísima Reina Máxima, vestida en un naranja eléctrico.
La ubicación del nuevo puente es sorprendente: el Distrito Rojo de Ámsterdam, una parte de la capital neerlandesa conocida por la absoluta liberalidad, un imán global de turistas por su regulación de la prostitución y por la legalidad del consumo de drogas, pero también por la exquisita belleza de sus canales, calles empedradas y sauces inclinados sobre bicisendas y típicas casitas holandesas. Una combinación de diseño vanguardista, hedonismo occidental y estética de pueblo europeo.
El puente de doce metros cruza el canal Oudezijds y fue diseñado por el estudio de diseño Joris Laarman. La construcción, por su parte, estuvo a cargo de MX3D, una compañía holandesa de robótica, y Arup, una empresa de ingeniería. Está hecho de varillas de acero inoxidable que fueron colocadas por brazos robóticos de seis ejes equipados con equipos de soldadura.
La estructura consiste de 4500 kilos de acero inoxidable, los cuales fueron impresos en 3D por robots en una fábrica durante seis meses, antes de ser colocados en su lugar con grúas. Tiene una forma modernista en “s” y todo el proyecto se elaboró a través de un software de modelización.
El diseño, por más singular, no es el único dato saliente. Además aparecen la funcionalidad y el aprovechamiento de datos. Arup, una de las compañías constructoras, junto con el Alan Turing Institute, instalaron una serie de sensores que le permiten al puente coleccionar información y datos y después, a través de la inteligencia artificial, extraer conclusiones sobre la corrosión de la estructura, cambios en el peso de la carga, condiciones medioambientales y uso peatonal. El puente es un verdadero monumento al mejoramiento del diseño basado en datos.
“Esta tecnología robótica va a permitir la optimización del diseño de grandes estructuras impresas en 3D usando metales”, explicó Gijs van der Velden, uno de los cofundadores de MX3D. El punto de fondo: el aprovechamiento quirúrgico de datos del entorno para asegurar estructuras más eficientes que usen menos materiales. Según la empresa, la tecnología de impresión 3D justamente permite construir con menos peso y menos impacto medioambiental, ya que en el proceso no intervienen la industria del petróleo y gas o la construcción tradicional. “La industria de la construcción tiene el gigantesco desafío de ser neutral en emisiones de carbono para el año 2050. Este tipo de cosas son un paso en esa dirección”, aseguró Stijn Joosten, ingeniero de Arup.
Joris Laarman, fundador del estudio homónimo y autor intelectual del proyecto, tuvo la idea de avanzar en la construcción de un puente cuando empezó a probar con la combinación entre brazos robóticos y máquinas soldadoras, en un proceso que inicialmente lo llevó a descollar en el diseño (y la venta) de muebles de interiores y exteriores. Aunque el proyecto original era “imprimir” in situ, con robots trabajando en las dos orillas del canal, el emprendedor aseguró que está conforme con el resultado final y que sin dudas le permitirá seguir incursionando en la impresión 3D, aún considerada una “industria del futuro”. El más nuevo de los puentes de Ámsterdam prueba que no, que esto ya es más presente que nunca.
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