Se presentó un estudio que calcula el impacto del aislamiento térmico de viviendas en el ahorro energético en la Argentina; las cifras arrojan hasta un 80% de menor consumo si se consideran aspectos determinantes en la construcción de nuevas viviendas y la adaptación de las ya existentes
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En el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) se presentó un informe que reveló los ahorros que la Argentina podría alcanzar mediante la aislación de las viviendas. El estudio desarrollado por el ingeniero Roque Stagnitta, doctor en Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario, se centró en el análisis de diferentes escenarios para el aislamiento térmico, el mismo permite calcular los nuevos requerimientos de energía a partir de haber mejorado el aislamiento térmico en los hogares.
El encuentro, organizado por la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes (ANdIMA), Argentina Green Building Council (AGBC) y el Instituto de la Construcción en Seco (INCOSE), continuó con la temática del primer Congreso Argentino de Etiquetado de Viviendas realizado en 2021. Luego de la presentación del informe, tuvo lugar una mesa redonda conformada por Paola Sandoval, asesora de la Secretaría de Energía; la senadora por la provincia de Buenos Aires, Gladys González; Iván Kerr, ex subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Nación entre 2016 y 2017; la arquitecta Dolores Huerta Carrascosa, directora general de Green Building Council España (GBCe); el ingeniero Gerardo Rabinovich, vicepresidente del Instituto Gral. Mosconi; y el arquitecto Damián Tabakman, presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos.
“El informe muestra que es muy conveniente aumentar la aislación de una vivienda porque el costo de esta inversión termina siendo muchísimo más bajo que el costo de importar gas para calefaccionarla”, explicó Stagnitta quien tiene un Máster en energías renovables, eficiencia energética y generación distribuida del Politécnico de Milán. Destacó que, en un contexto en el que el Estado tiene que proveer de energía a la población, también es posible colaborar con las personas para lograr una eficiencia energética, lo que significa consumir menos energía para la misma prestación. “En el estudio se detalla el cálculo en el ahorro de divisas para el Estado nacional asociado a que las casas consuman menos energía”, añadió el ingeniero. Para esto es necesaria una valuación económica de las inversiones para el aumento de la aislación de una vivienda.
Para este estudio denominado El impacto del aislamiento térmico de viviendas en el ahorro energético en la Argentina se tomaron cinco localidades de distintas zonas del país, entre ellas la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Rosario, San Miguel de Tucumán, la ciudad de Mendoza y San Carlos de Bariloche, la variedad responde a la intención de cubrir los distintos climas a lo largo y a lo ancho del país. En cada lugar se evaluaron dos prototipos sugeridos por el programa Procrear, a partir de una vivienda de 60 m² y dos tipologías: un departamento de piso intermedio y una casa en planta baja entre medianeras.
Según Stagnitta, para evaluarlas se propusieron distintos escenarios de aislación que fueron del 0 al 4 de menor a mayor, acumulativos, hasta llegar a niveles de aislación muy interesantes. Se partió en primer lugar con aislar el techo, luego las paredes e incorporar aberturas, mientras que en un escenario 4 se incorpora un sistema de aislación steelframing.
En este contexto, hay que tener en cuenta que, si bien el costo del gas depende del momento del año y del contrato que el Estado realice para importarlo, en muchísimos casos, resulta más conveniente y más económico invertir en la aislación de las viviendas. A su vez, aclaró que el análisis de la eficiencia de un hogar se hace mediante la comparación de diversos escenarios. Por ejemplo, si se construye sin aislación, la casa va a consumir mucha energía, mientras que si se construye con buena aislación, lo que obviamente sale un poco más caro, en la vida útil de la vivienda -que podrían ser unos 30 a 50 años- genera un beneficio mucho más grande en el ahorro de gas para el Estado.
“Para las distintas localidades y los diferentes escenarios que se analizaron el sobre costo de aislar no es muy alto y el beneficio obtenido es importante. Tal es así que se logra un 40%, un 60% y hasta un 80% de ahorro de calefacción”, enfatizó. Según detalló durante su exposición, los resultados generales son muy homogéneos para las cuatro zonas a excepción de Bariloche (por las particularidades de un clima de bajas temperaturas), y consideró esto muy promisorio.
“Una política pública que vaya en este sentido, como puede ser un etiquetado o un posterior incentivo asociado al etiquetado es, aparentemente fácil de implementar porque hay una población muy homogénea en lo que tiene que ver con la construcción y con los requerimientos de calefacción y refrigeración”, señaló Stagnitta. El consultor en eficiencia energética subrayó que el estudio se enfoca en demostrar qué pasaría si se empezaran a aislar viviendas en el país. “El informe arroja que, indistintamente de la ubicación o de si es departamento o casa, en términos generales, es mucho más conveniente ahorrar hoy, es decir, invertir en eficiencia energética que tener que estar importando gas este año, el que viene y en 10 y en 20 años”, concluyó.
Los desafíos por delante
En cuanto al etiquetado energético de viviendas, el tema tiene ya varios años de desarrollo en el país aunque todavía no se logró una ley a nivel nacional. En ese sentido, Sandoval aseguró que el hito durante este año fue la creación formal de un programa en la órbita de la Secretaría de Energía, con el objetivo de implementar un sistema de etiquetado de eficiencia energética de viviendas unificado a nivel nacional. A partir de la resolución 418, de mayo de este año, se determinaron los lineamientos para que este programa se concrete.
La etiqueta evalúa la eficiencia en términos de energía primaria que es lo que se considera el verdadero costo en el recurso en el sistema energético nacional. “Vemos necesario comunicar este tipo de medidas para que se comprenda cuáles son los beneficios y por qué razón se definen estas políticas y también lo que implica al Estado Nacional los ahorros en la importación de energía”, agregó la asesora de la Secretaría de Energía.
Desde Madrid, Huerta Carrascosa aseguró que el etiquetado de viviendas en España se hizo en forma progresiva a lo largo de los años. La herramienta de certificación se estableció para mejorar el diseño de las viviendas, para que se tuviese en cuenta un menor consumo energético y para hacerlas más eficientes. “Las políticas energéticas se han ido endureciendo de forma rápida y drástica para alcanzar el objetivo de la independencia energética y, por otro lado, el compromiso de concretar la neutralidad climática en 2050″, aseguró Huerta Carrascosa.
Por su parte, la senadora González, impulsa actualmente un proyecto de ley sobre etiquetado energético de viviendas. “Necesitamos principios generales en todo el país, con un sistema único, teniendo en cuenta las características bioclimáticas de cada zona. Venimos un poco lentos en el Congreso Nacional para sacar esta norma y, de hecho, las provincias nos están ganando, ya hay seis o siete que tienen su ley de etiquetado, en las que ya es una obligación tenerlo”, aclaró. Además advirtió que muchas de ellas están otorgando incentivos como reducción de impuestos a aquellos desarrollos que se realicen teniendo en cuenta la eficiencia energética.
Incentivo y concientización
Son dos elementos clave para el futuro del ahorro energético en el país. Para Stagnitta, a partir del análisis que resulta del estudio surgen varios disparadores. En primer lugar, aseguró que es necesario dar a conocer el gran potencial que tiene la Argentina en eficiencia en el uso final de la energía, básicamente mediante la aislación. En ese sentido, advirtió que hay países que avanzaron muchísimo con este tema desde hace décadas y que hay mucha tecnología resuelta a nivel mundial sobre eficiencia energética.
Asimismo, sostuvo que en la Argentina hay mucho por hacer. “En nuestro país, los subsidios lograron que quien va a construir una vivienda preste poca atención a la cuestión energética porque la energía no representa el verdadero costo”, admitió. “Pero lo bueno es que existen programas que emiten la etiqueta, hay provincias que ya tienen leyes de etiquetado, hay localidades que tienen ordenanzas donde obligan a aislar con ciertos niveles. La cuestión es que hay distintas posibilidades de aislación para el gusto y bolsillo de cada constructor. Hoy la energía está barata porque el Estado la subsidia, pero en la mayoría de los casos conviene invertir para mejorar la aislación, en vez de importar gas”, dijo.
En cuanto al programa de etiquetado nacional destacó que, en este momento, no obliga a nadie a hacer nada, simplemente se brinda la información. A partir de la concientización luego pueden surgir otras políticas, por ejemplo, de incentivo, de ayuda y, finalmente, de exigencia, pero para esto último aseguró que aún es necesario esperar muchos años. Subrayó también que los incentivos suelen ser medidas efectivas, “por ejemplo, en algunos países dan créditos hipotecarios de mayor valor para quienes construyen casas con una buena etiqueta”, explicó el ingeniero.
“Queda en evidencia la conveniencia de implementar una política pública prescriptiva, mandatoria, ya que con muy poca inversión se generan muy buenos ahorros en una vastísima región del país muy homogénea en términos de consumo. Lo que hicimos con este estudio fue mostrar el beneficio general, como país, para las cuentas públicas y para el ambiente”, finalizó.
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