De qué se trata esta nueva tendencia que busca la armonía a través de un equilibrio austero; las claves de una filosofía que apunta a encontrar la felicidad balanceando todo en su justa medida
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El ritmo de vida vertiginoso de estos tiempos lleva a la búsqueda de alternativas para mejorar la calidad de vida. En este contexto, el hogar cobra protagonismo como refugio ante el ruido exterior, y surgen diversas corrientes que apuntan a propiciar la felicidad a partir del diseño y la decoración. Desde Suecia, uno de los países que suele estar entre los primeros puestos en el ranking de bienestar y calidad de vida, llega el Lagom, una filosofía que propone un equilibrio minimalista, sin excesos.
Lagom podría definirse como “la medida justa es lo mejor”, entendiendo que la moderación es el camino para alcanzar la felicidad en el día a día. Su significado en sueco es “casi perfecto, suficiente, adecuado”. Llevado a la vida cotidiana, propone una rutina responsable con uno mismo y con el entorno, destacando la importancia de reducir los excesos que impactan sobre el medio ambiente.
Entre sus premisas están, entre otras, evitar comprar en exceso, disfrutar de los pequeños detalles tratando de no recurrir siempre a lo material, y cuidar de los recursos naturales, teniendo conciencia del medio que nos rodea. Aplicado al hogar, podría traducirse en la adquisición de hábitos responsables, como apagar las luces que no se están utilizando, evitar desperdiciar agua y aprender a reciclar y reutilizar. Además del cambio en las costumbres, siguiendo las pautas de esta filosofía sueca, se pueden crear ambientes que mejoren la calidad de vida. ¿Cómo lograrlo?
Claves del lagom en casa
Equilibrio sin excesos: La decoración debería encontrar un punto medio. La idea es no sobrecargar los ambientes, pero tampoco caer en espacios donde reine una sobriedad absoluta. Para poder cobijarnos adecuadamente, la casa debe combinar calidez y un equilibrio sensorial sin exceso de estímulos.
Mobiliario flexible: Teniendo en cuenta que la idea es encontrar un balance, los muebles deberían ser pocos, pero versátiles y multifuncionales, para poder utilizarlos de acuerdo a la ocasión.
Una paleta balanceada: Los colores cálidos, neutros y clásicos son ideales de acuerdo a esta filosofía.
Funcionalidad: Los objetos que se conservan en casa deberían ser prácticos, necesarios y de buena calidad, ya que el objetivo es que duren mucho tiempo. Materiales como la madera son ideales en este sentido, gracias a su calidez y durabilidad.
Sustentabilidad: Un buen aprovechamiento de la luz y la ventilación natural puede hacer una gran diferencia. En este sentido, es importante revisar la disposición de los ambientes y el mobiliario teniendo en cuenta ventanas y accesos al exterior. Además, la casa entra en contacto con la naturaleza y es fundamental aprovechar las vistas, si se puede, e introducir plantas que ayudan a reducir el estrés.
El orden es primordial: Es imprescindible que el hogar no sea un trabajo. La austeridad y la funcionalidad deberían ayudar a que la casa sea fácil de limpiar y ordenar.
Separar trabajo y placer: Trabajar desde casa es una práctica bastante habitual. Aquí la recomendación es diferenciar espacios para poder desconectar cuando se desea hacerlo. La casa debería tener un equilibrio entre vida privada y trabajo.
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