La Casa sobre el Arroyo, emblema mundial del modernismo, reabrió como museo tras 20 años y agota sus tickets; el acceso es libre y de 30 personas por turno
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En pleno auge de la temporada de verano en La Feliz, una propuesta destaca entre las diversas opciones disponibles. En Mar del Plata, una ciudad con una amplia oferta de atractivos turísticos, culturales y de entretenimientos para quienes visitan este destino costero durante las vacaciones, este año se presenta una joya oculta que capturó la atención de turistas y amantes de la arquitectura. Después de varios años, la Casa sobre el Arroyo emerge como un punto turístico único que tiene fechas agotadas para su visita hasta fines de abril.
Ubicada en Quintana 3998, esquina Funes, esta obra del siglo XX fue distinguida como Monumento Histórico Artístico Nacional e incluso recibió reconocimiento internacional al convertirse en un elemento integral de la exposición “Crafting Modernity: Design in Latin America, 1940 – 1980″, que se exhibirá en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York a partir de marzo.
Emblema de la arquitectura moderna argentina y conocida a nivel local como Casa del Puente, esta construcción experimentó una impresionante revitalización después de 20 años de abandono, durante las cuales sufrió modificaciones, desatención, actos vandálicos e incluso incendios. El proceso de restauración, que se extendió por más de dos años, buscó devolver a esta pieza arquitectónica diseñada por Amancio Williams su esplendor original, tal como la estrenó su padre, Alberto Williams, destacado músico que encargó la casa de verano a su hijo.
Una casa, muchas vidas
Su historia se remonta al año 1915, cuando el terreno ubicado entre las calles Matheu, Rodríguez Peña, Dorrego y San Juan, fue adquirido por Matilde de Anchorena, quien la convirtió en un extenso parque forestado. En 1942, la familia Williams compra la primera hectárea en un remate público y construye la Casa sobre el Arroyo más otra vivienda contigua, y para 1948, la familia había añadido una segunda hectárea a la propiedad.
Tras la muerte de Alberto Williams en 1952, la casa pasó a su hija Irma, quien la vendió en 1968 a Héctor Lago Beitía. Es entonces cuando la casa cambia su funcionalidad y pasa a establecerse allí una emisora de radio que transmite desde 1970 hasta que es clausurada por el gobierno militar en 1977. De todas maneras, la propiedad permaneció bajo el cuidado de Lago Beitía hasta su fallecimiento en 1991. Como consecuencia, la casa entró en un extenso proceso de sucesión de aproximadamente 13 años, y durante este periodo, la propiedad experimentó vandalismo, daños significativos y dos incendios, el último en 2004.
En 2005, la Municipalidad de General Pueyrredón asumió la tutela, implementando medidas de seguridad y saneamiento. Pero no fue hasta el 2012 que la municipalidad compró la casa junto con dos hectáreas de tierra, convirtiéndola en el Museo Casa sobre el Arroyo.
Las etapas de la restauración
En agosto de 2014, comenzó la restauración del Pabellón de Servicio mediante la intervención coordinada de las áreas de Preservación Patrimonial y Arquitectura de la Secretaría de Planeamiento Urbano y el Ente de Servicios Urbanos (Enosur). Esta fase inicial del proyecto integral, orientado a convertir el lugar en un Museo de Sitio, representó un trabajo en conjunto del Municipio de Gral. Pueyrredón, la Secretaría de Cultura a través del Museo y la Asociación de Amigos Casa Sobre el Arroyo. Después de estos primeros trabajos, se iniciaron los trámites con Nación para restaurarla completamente. La obra inició a principios de 2021 y en marzo de 2023 se presentó con la restauración casi completa.
“La casa fue completamente restaurada”, asegura Francisco Taverna, director general de Cultura. Detalla que las labores abarcaron desde la limpieza del hormigón con agua y jabón para eliminar grafitis, con un minucioso trabajo manual y un suave lavado a presión, hasta la renovación integral de todas las carpinterías. Incluso la cocina fue recuperada de manera precisa mediante fotografías, incluyendo la reproducción del horno original. “Se logró recuperar cada detalle de los muebles interiores, desde las sillas BKF hasta el piano utilizado por Alberto Williams, que se encargó a la misma fábrica”, destaca el director.
Además, se logró la restauración exitosa del curso del espejo de agua del Arroyo Las Chacras que pasaba por debajo de la casa gracias a la colaboración de OSSE (Obras Sanitarias Mar del Plata-Batán). Esta cooperación abarcó la reintegración de un tramo de 120 metros del arroyo, una parte fundamental del entorno. “Desde que el arroyo fue entubado en Mar del Plata, comenzó a secarse. Para contrarrestar este efecto, se instaló una bomba que simula el flujo de agua bajo la casa, que le da sentido a su nombre”, explica Taverna.
La Casa sobre el Arroyo abre sus puertas por primera vez
Este año, junto con el 150° aniversario de la ciudad, La Casa sobre el Arroyo marcó un hito histórico al abrir sus puertas al público el 2 de enero por primera vez en su historia. El entusiasmo fue palpable, y según el director, “la gente había estado esperando esta apertura durante mucho tiempo; era la joya oculta que todos deseaban ver en Mar del Plata. Incluso aquellos que desconocían su existencia se anotaron para explorarla”.
Taverna destaca el interés generado por esta atracción turística como “excepcional”, llamando la atención entre las propuestas de la ciudad por ser algo “nuevo” en el sentido de que es la primera vez que se abre al público en general, y además, es gratuito. Mientras que en otros lugares como Villa Victoria, la casa de Victoria Ocampo en Mar del Plata, se cobra una entrada de $400, La Casa sobre el Arroyo ofrece acceso libre, lo cual contribuye a su atractivo único.
Anteriormente, la residencia solo recibía a arquitectos, estudiantes y eventos especiales con periodistas, pero ahora adoptó un enfoque más inclusivo. “La Casa sobre el Arroyo transformó su función; ahora ofrece visitas guiadas de lunes a viernes, con turnos de capacidad limitada y un recorrido estructurado. Antes, abría esporádicamente, pero no operaba como un museo de acceso libre. Actualmente, cuenta con personal que guía a los visitantes a través de las etapas históricas de la casa, de Mar del Plata y del barrio”, comparte el director.
Un dato sorprendente es que las inscripciones se abrieron una semana antes de la apertura, y actualmente, todos los turnos disponibles están asignados hasta finales de abril. “Las visitas de todo el verano se agotaron en menos de dos semanas. El primer día que abrimos las inscripciones estaban agotadas hasta el 21 de marzo. Hasta el momento, más de 3000 personas visitaron la casa”, menciona el Taverna.
Aunque los turnos están restringidos a un máximo de 30 personas, la demanda es tan significativa que en cada visita, se permiten hasta 40 personas en espera. “Confiamos en la responsabilidad de aquellos que se registran y no podrán asistir para que cancelen su reserva y así dar la oportunidad a otra persona. De todas maneras, en cada visita hay 20 inscriptos por turno con gente que llega sobre la hora esperando que haya algún lugar libre y se suma. Incluso aquellos que no encuentran espacio para la visita principal exploran el parque y se toman fotos frente a la casa”, destaca el director.
La gestión cuidadosa de la afluencia es esencial para preservar la carga de la casa. A pesar de algunas obras pendientes, como instalaciones sanitarias y oficinas esenciales para el funcionamiento adecuado de un museo, la prioridad este verano fue su inauguración. La falta de servicios no impidió la apertura; se alquilaron baños químicos y se estableció un espacio administrativo en un contenedor acondicionado.
Aunque quedan algunas obras por concluir, como la batería de servicios y algunos andamios, se espera que se completen en febrero y que siga siendo un foco de interés todo el año. Incluso esperan poder dotar la casa de una cafetería. “Es más que un museo; es también una reserva ambiental. La intención es enriquecerla con servicios adicionales para hacerla más atractiva durante todo el año. Incluso estamos recibiendo consultas de facultades de arquitectura que desean visitarla y trabajar en proyectos durante el año lectivo”, concluye Taverna.
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