A menos de 2 horas de CABA hay un pueblo que ofrece un conjunto de 20 manzanas con edificios perfectamente conservados en su casco histórico y una propiedad recuperada que funciona como casa de té
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En San Pedro, ciudad ubicada a poco más de 170 kilómetros de Buenos Aires, está el Paseo del 900, un conjunto de manzanas que aún mantienen latente el recuerdo de quienes habitaron e integraron por primera vez la incipiente población que llegó a la ciudad con la idea de progreso.
A comienzos del siglo XX el pueblo daba señales de un importante crecimiento social, político, económico y religioso. Es por eso que ahora, en 2024, se puede disfrutar de aquellos edificios que conforman el casco histórico, que hasta hoy en día mantienen el estilo que los marcó durante su época de esplendor.
Diferentes viviendas le otorgan a este paseo un aire señorial y pintoresco, y dejan al descubierto la diversidad de estilos arquitectónicos: en su mayoría son del período colonial español e italiano, aunque también se encuentran algunos de art nouveau, que marcaron una época de prosperidad. El Paseo del 900 busca, a través de sus 20 manzanas del casco histórico y más de 50 edificios antiguos, concientizar a la población acerca del legado patrimonial que dejó aquel pueblo de inmigrantes que arribó al país.
El recorrido en la localidad se inicia en la calle Mitre 460, donde funciona la Biblioteca Popular Rafael Obligado, una de las pocas instituciones que se mantienen en pie y actualmente continúa en actividad, según contó la Asociación de Amigos del Centro de Estudios Históricos de San Pedro a LA NACION. Fue fundada gracias a la Ley Sarmiento y construida por Gustavo Eppens y Pedro Iribarne.
En dirección hacia el río Paraná, ubicada en la intersección de las calles Liniers y Mitre, está la llamada “casa 1830″, que algunos se animan a definir como la construcción en pie más antigua de San Pedro. Actualmente, funciona allí la Secretaría de Turismo de la ciudad.
Si hablamos de historia, también el lugar fue emblemático para el periodismo y el espectáculo. Donde actualmente se ubica la sede del INTA de la ciudad, sobre calle Mitre 299, funcionó la imprenta y el periódico El Independiente de Alejandro Mascetti, abuelo del reconocido y fallecido periodista César Mascetti. Por otra parte, sobre calle Pellegrini 360, a ambos lados del Palacio Municipal (inaugurado en 1902, es un edificio que se destaca por sus tres jardines con un aljibe y su importante torre que lo destaca de las demás construcciones), una sucesión de casonas de ensueño que dan un toque único al lugar, algo muy codiciado por los cineastas. Allí se desarrollaron escenas de la película Cuarteles de invierno, dirigida por Lautaro Murúa, y en cercanías también se filmó Buscando a Mónica, que contó con la actuación de la española Carmen Sevilla.
Otro de los sectores más codiciados por los turistas es la escuela N°1 Domingo Faustino Sarmiento, en calle Mitre 402. En este lugar funcionó la Casa de la Corona Española, que tenía como función la recaudación de impuestos.
Para recorrer el Paseo del 900 es indispensable visitar el Museo Histórico Fray José María Bottaro, que está abierto los días sábados, domingos y feriados de 10 a 13 y de 16 a 19 horas.
Una casa de té en un castillo
Otro de estos tesoros arquitectónicos es “El castillo”, una construcción que inmediatamente evoca la imagen de un palacio señorial, con sus ventanales y una torre que parece sacada de un cuento de hadas.
La mansión fue encargada por Henry Garret, un agrónomo francés que llegó a San Pedro a finales del siglo XIX. Tras trabajar en una fábrica de alcohol y luego incursionar en la fruticultura, transformó la industria del durazno en la región. Sus ganancias le permitieron construir la mansión, diseñada por el arquitecto García Pagano en estilo art nouveau, con vitrales importados de Francia y una característica torre que le valió el apodo de “El castillo”.
El resultado final fue una casa de dos niveles con una terraza. En el primer piso, se ubicaron dos habitaciones de dimensiones reducidas, mientras que en la planta baja se dispuso un amplio vestíbulo central, una sala de estar con chimenea y seis habitaciones, junto a una cocina de tamaño compacto.
La construcción se finalizó en 1914 y, posteriormente, en la década de los años 50, la propiedad cambió de manos a Mariano y Olga Veiga. Luego de estar varios años deshabitada, la edificación se encontraba en un estado de deterioro considerable, por lo que entre 1959 y 1961 se llevaron a cabo varias mejoras y obras de restauración. Durante esta etapa, se modernizaron las instalaciones de agua, electricidad y gas en la cocina, se hicieron mejoras en la fachada y se restauraron la torre y los pisos.
A lo largo de los años en que la familia Veiga hizo de “El castillo” su hogar, la casa parecía siempre estar habitada. Olga, una querida profesora de San Pedro, solía celebrar las graduaciones de sus alumnos en el espacioso vestíbulo central de la casona. Este mismo lugar también se convirtió en testigo de innumerables bodas de amigos y familiares.
Tras enfrentar la pérdida de su esposo a una edad temprana, Olga optó por permanecer en “El castillo”, incluso después de que sus hijos se independizaran. Dado el gran tamaño de la residencia y su vida en solitario durante mucho tiempo, Olga decidió limitarse a vivir en una parte de la casa. Sus hijos instalaron mirillas en las puertas para permitirle verificar si había algún ruido o algo inusual en otros sectotres sin necesidad de abrirlas. Después de su fallecimiento en 2014, la casa quedó nuevamente abandonada, marcando así la segunda vez en su historia que quedaba en desuso.
Afortunadamente, este no fue el fin. En el 2022, la propiedad tuvo un nuevo despertar como casa de té llamada Bohemia, liderada por Natalia Tronconi y Agustin Paoloni. Bohemia operaba como una cafetería desde 2016, pero enfrentó desafíos cuando el propietario del local original decidió no renovar el contrato en 2021. Tras una búsqueda de tres meses, lograron mantener la esencia al encontrar una nueva ubicación en el casco histórico cerca de la costa, lejos del bullicio del centro.
Después de una sugerencia casual, los propietarios de Bohemia consideraron alquilar “El castillo” de los Veiga, a pesar de que inicialmente no lo habían considerado debido a su estado descuidado y desconocimiento de su historia. La hija de los Veiga, coincidentemente, compartió la misma idea con los propietarios de Bohemia en una reunión casual. Después de coordinar una visita a la propiedad y evaluar los costos de renovación, hicieron una propuesta económica y cerraron el trato. Se mudaron a “El castillo” el 1 de marzo de 2022 y, después de un mes y medio de trabajo, lograron abrir Bohemia.
La restauración de “El castillo” de San Pedro
A pesar de haber estado cerrada durante aproximadamente nueve años, la estructura se encontraba en buenas condiciones, por lo que apenas recibieron las llaves, se pusieron manos a la obra. Durante esas semanas, trabajaron día y noche. “Primero tuvimos que limpiar todo el lugar, pensar cómo íbamos a acomodar la sala y redistribuir funcionalmente el negocio”, menciona Natalia Tronconi. Decidieron utilizar la pequeña cocina original de la casa, aunque los productos congelados se almacenan en otra habitación debido a las restricciones de espacio. Un detalle encantador de la cocina es que todos los muebles se hicieron a partir de antiguas mesas de luz, las cuales habían sido personalmente encargadas por Olga.
En cuanto a los elementos más antiguos, Tronconi lamenta no haber podido restaurar completamente el vitral, aunque asegura haber dejado el resto de la casa tal como estaba. Durante la restauración, descubrieron algunos tesoros que lograron preservar y que ahora adornan Bohemia, como unos sillones Luis XV que actualmente decoran el vestíbulo central. “Conservamos los techos originales, numerosas lámparas y candelabros antiguos, espejos y mesitas de luz. Siempre cumplimos con el requisito fundamental de los dueños de no modificar la estructura, sino de mejorarla y restaurarla”, explica la fanática de las antigüedades, que de hecho vive en una casa restaurada en el casco histórico.
Tronconi asegura que el valor de la casa se concentra en el hall y en la recepción, que es el salón con la chimenea y la impresionante araña de cristal que lo adorna. Sin embargo, menciona que existe una parte de “El castillo” que todos desean visitar, pero lamentablemente no es accesible debido a cuestiones de seguridad. La torre, un elemento icónico del edificio, permanece cerrada al público, aunque se está restaurando para preservarla. Un dato curioso es que una peculiar familia de búhos blancos la habita desde hace años.
“En la actualidad, disponemos de un amplio espacio exterior en un jardín lateral y en el frente que rodea toda la casa, con capacidad para entre 40 y 50 personas. Además, en el interior podemos atender a otros 60 comensales, casi la misma cantidad que podíamos acomodar en nuestro antiguo local”, explica la dueña.
Lo que no esperaban fue la gran expectativa que se generó los días previos a la inauguración. “A medida que abrimos nuestras puertas, muchas personas acudieron inicialmente para descubrir cómo habíamos restaurado el lugar”, recuerda Tronconi. Con el tiempo, Bohemia volvió a recibir a su clientela habitual. “En términos turísticos, la mudanza definitivamente añadió un toque distintivo y hoy en día atrae a quienes visitan la ciudad”, comparte la dueña.
Bohemia abre sus puertas los domingos, martes y miércoles de 8hs a 21hs, mientras que de jueves a sábado y feriados de 8hs a 1hs. A pesar de que nunca cierran el lugar para eventos privados, sus salones son lo suficientemente amplios para acomodar celebraciones especiales. En definitiva, “El castillo” de los Veiga y Bohemia han fusionado la historia, la arquitectura y la tradición en un rincón único de San Pedro, que sigue encantando tanto a los locales como a los turistas. Este lugar icónico, que se mantuvo latente durante décadas, hoy resplandece como un ejemplo de restauración y preservación del patrimonio histórico.
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