En el mercado inmobiliario crece un nuevo perfil de potenciales propietarios que prestan cada vez más atención a las construcciones sustentables
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Si bien resulta algo relativamente nuevo en la Argentina, el etiquetado de viviendas no escapa a las típicas preguntas que se haría cualquier persona que, por ejemplo, va a una concesionaria a comprar un vehículo. Más allá de los gustos por el modelo o color, el comprador indaga en cuestiones vinculadas al mantenimiento: si es a nafta o a gas, si se decide por un modelo eléctrico o híbrido. Esta información le permitirá, por ejemplo, tener una idea de cuánto se puede ahorrar en el pago de la cuota de un vehículo, lo que repercutirá directamente en el dinero que destinará mensualmente. La misma dinámica podría aplicarse a las viviendas con etiquetado energético: gracias a esta herramienta, el comprador de la propiedad podría sopesar de antemano cuántos gastos en servicios deberá afrontar mes a mes. Por eso, saber cuánto sale mantener una casa puede ser la diferencia entre adquirirla o no.
“Con el etiquetado energético vos podrás saber de acá a los próximos años cuánto va a ser el nivel de consumo y en base a eso calcular los gastos fijos de la misma manera que se puede calcular la cuota de un crédito, o las expensas”, apuntó a LA NACION Federico García Zuñiga, Consultor Técnico de Andima, Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes.
En este sentido, Zuñiga explicó que se trata de una herramienta que es “aplicable a la vivienda en general”. Hoy vas a cualquier inmobiliaria de Francia o Inglaterra por ejemplo y las viviendas están clasificadas según el nivel energético”, añadió.
Es decir, más allá del valor para el medio ambiente que tiene el etiquetado de viviendas, una cuestión cada vez más reclamada por las nuevas generaciones que impulsan un estilo de vida guiado por hábitos sustentables, también resulta clave en términos de ahorro de energía y reducción de gastos en hogares de menores recursos. “Más allá de ser más eficientes con el medio ambiente, en términos económicos va a aliviar a las personas de menores recursos. Por eso es que el etiquetado atraviesa transversalmente la cuestión de la vivienda”, indicó Zuñiga.
Pero, ¿qué significa el etiquetado de viviendas? Se trata de un instrumento que brinda información acerca de las prestaciones energéticas de una vivienda y que constituye una herramienta de decisión adicional a la hora de realizar una operación inmobiliaria, evaluar un nuevo proyecto o realizar intervenciones en viviendas existentes.
Las propiedades se dividen en siete categorías, de la A a la G, de acuerdo a su eficiencia energética. Es decir, se evalúan diversos factores que indican, de antemano, qué nivel de consumo energético necesitará ese hogar, y de acuerdo a esa evaluación se la califica.
El impacto del aislamiento térmico
Durante el Primer Congreso Argentino de Etiquetado Energético de Viviendas, que se llevo a cabo en octubre pasado y reunió a los principales actores involucrados en el proceso de etiquetado energético de viviendas, el Departamento de Energía de la Facultad de Ingeniería de la UBA presentó un estudio que tuvo como objetivo analizar el impacto que implica la mejora del aislamiento térmico eficiente en las viviendas de Argentina en términos de ahorro de energía y emisiones de CO2, considerando un tipo de vivienda en distintas regiones climáticas.
El estudio tomó de referencia el consumo de energía en climatización de una vivienda característica del parque edilicio construido, de 60m² Nivel C, es decir, sin aislación térmica eficiente, y los niveles B y AB recomendados y avalados en las normas vigentes. Los resultados mostraron las reducciones de consumo logradas a partir de la aplicación de soluciones constructivas de aislación térmica eficiente, en muros y cubiertas, que permitan llegar a niveles B o AB de aislación térmica.
La investigación buscó demostrar cómo los beneficios de la aislación térmica eficiente impactan directamente a nivel individual pero también tienen efectos positivos para el país.
Desde el punto de vista del individuo, se destacaron tres beneficios: la reducción del valor de la factura energética, una mejora en la capacidad de compra y las condiciones de confort y la reducción de enfermedades, generadas por inexistencia de aislación térmica.
En cuanto al país en general, una aislación térmica eficiente impactaría en una menor demanda de energía y mayor seguridad energética, mejorando la balanza comercial, con mejor acceso a la energía y aumento de inversiones, PBI y empleo. Así mismo el aporte de subsidios evitados por el Estado podría ser redireccionado a programas de financiamiento para la mejora del aislamiento de las viviendas.
En este sentido, el Estado -que gastó $105.150 millones sólo durante el primer trimestre para subsidiar tarifas de gas y energía eléctrica en el AMBA-, ahorraría enormemente si el consumo residencial, que representa más del 25% del consumo final total del país, fuera más eficiente.
El empleo también sería un aspecto muy favorecido si se llevara a cabo un plan de rehabilitación energética en Argentina. Según estudios a nivel internacional, en términos de creación de empleo, este puede crecer a lo largo de una década generando más de 55.000 puestos de trabajo nuevos, en paralelo al incremento del número de viviendas rehabilitadas, ya que impulsaría la actividad en el sector de la construcción e industrias relacionadas.
“Este tipo de estudios y los resultados y conclusiones a las que se llegan muestran la importancia y la urgencia de avanzar en la optimización del etiquetado energético de viviendas porque es el instrumento que tenemos como país y sociedad para conocer acerca de las prestaciones energéticas de una vivienda y ser conscientes del consumo que podemos reducir. Además, puede constituirse en una herramienta de decisión adicional a la hora de realizar una operación inmobiliaria, evaluar un nuevo proyecto o realizar intervenciones en viviendas existentes”, comentan las autoridades de las Asociaciones organizadoras del Congreso.
Durante el encuentro -que fue organizado por AGBC (Argentina Green Building Council), ANDIMA y el INCOSE (Instituto de la Construcción en Seco)- participaron expertos internacionales, desarrolladores y estudios de arquitectura que ya utilizan el etiquetado energético como herramienta de diferenciación para sus proyectos. Además, de representantes del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, la Secretaría de Energía de la Nación, Legisladores nacionales, y diferentes entidades.
Ninguna contra, todos beneficios
“La implementación de la norma de etiquetado de viviendas augura sólo beneficios en una industria que atrasaba, en términos de construcción comprometida con el medio ambiente, respecto de experiencias como la de Europa o Estados Unidos”, indicó el arquitecto Gabriel Torraca, titular del estudio de arquitectura Gatarqs. Gatarqs apuntó que los beneficios que aporta su cumplimiento son diversos:
- Ofrece un indicador cierto para la comparación entre viviendas etiquetadas desplazando lentamente del mercado a las que no etiqueten.
- Incorpora al mercado inmobiliario el uso de indicadores, hasta ahora poco conocidos, indispensables para la toma de decisiones.
- Estimula la mejora continua en términos de sustentabilidad.
- Elimina la utilización del “marketing de la sustentabilidad” como recurso, muchas veces engañoso, con falta de valores normalizados que homologuen transversalmente los nuevos desarrollos.
- Estimula el desarrollo y formación de nuevas Pymes ofreciendo nuevas oportunidades de servicios y productos que atiendan los distintos aspectos que mejoran la clasificación de la etiqueta.
- Contribuye a la reducción de Gases Efecto Invernadero (GEI) debido a la elevada incidencia que tiene la industria de la construcción en su generación.
- Colabora en la búsqueda de un modelo de certificación argentino postergado comparado con países desarrollados.
- Unifica a nivel nacional los criterios de evaluación y calificación energética de viviendas para la aplicación de políticas públicas de ahorro de energía.
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