La excavación para la remodelación del edificio fue un viaje hacia el pasado del Buenos Aires colonial; se encontraron infinidad de objetos domésticos y de uso personal en perfectas condiciones que el nuevo hotel exhibe a modo de museo para sus huéspedes y visitantes
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En San Telmo, el casco más antiguo de la ciudad porteña, las calles empedradas llevan a sus visitantes a través de rincones que parecen haberse extraviado en el tiempo. Cada paso los sumerge en un mundo olvidado donde los secretos del pasado se entrelazan con el presente. La atmósfera es única y una arquitectura transporta a épocas pasadas, aunque no siempre se encuentra a plena vista.
Sobre la calle Bolívar se sitúa el antiguo Pasaje Belgrano, un emblemático edificio construido a finales del siglo XIX. Hoy, este tesoro histórico se encuentra meticulosamente restaurado y funciona como un petit hotel que conserva su esencia y se fusiona con modernas instalaciones para brindar a sus huéspedes una experiencia inigualable.
El hotel recibió el nombre de Cassa Lepage en honor a Enrique Lepage, un destacado pionero belga de la fotografía y el cine que se estableció en uno de los locales del pasaje hace varios años. Este lugar emblemático ofrece a sus huéspedes 22 habitaciones, cada una con un diseño único. Los amplios ventanales permiten la entrada de abundante luz natural, mientras que los pisos de madera brindan calidez al ambiente. Cada habitación tiene baño privado y está decorada con objetos de arte contemporáneo de artistas argentinos.
Los cambios según pasan los años
A lo largo de los años el edificio experimentó varias transformaciones significativas. Una de ellas fue cuando la Municipalidad decidió ensanchar la avenida Belgrano en 1952. Parte del pasaje fue demolido entonces para dar paso a la expansión vial y redujo su extensión. Hoy se accede al complejo únicamente a través de la calle Bolívar.
Este edificio tuvo un papel destacado en la historia de la ciudad. Fue sede de la primera importadora de equipos cinematográficos en Buenos Aires y del emblemático Círculo de la Prensa. Años después, en 1932, el arquitecto argentino Alejandro Virasoro lo remodeló al estilo Art Decó. Después de 1950 el pasaje se fue deteriorando y a fines del siglo XX quedó abandonado.
Afortunadamente, años más tarde una mujer lo compró y se ocupó de restaurar la imponente estructura original. “En 2002 mi hijo, que vivía en la zona, me avisó que el edificio estaba a la venta”, cuenta la actual propietaria y arquitecta del hotel, Ana María Carrio. “El simple hecho de que fuera una propiedad tan cercana al casco histórico me entusiasmó muchísimo. Ni siquiera sabía que estaba protegido”, menciona la arquitecta.
La elección de convertirlo en un hotel temático fue motivada por su deseo de rescatar y honrar la memoria del lugar, para que los visitantes tuvieran la oportunidad de conectarse con el glorioso pasado de Buenos Aires. “En este tipo de propiedades es de vital importancia tener en claro cuál será su destino desde el principio”, asegura Carrio.
Como el edificio contaba con protección estructural, era obligatorio que la fachada se mantuviera intacta. Además, en caso de querer construir algo nuevo, debía ser discretamente ubicado, fuera de la vista desde el exterior. “Yo pienso que cuanto más roto mejor”, dice la arquitecta entre risas. Aunque no tenían permitido alterar la estructura original, tenían la libertad de renovar las partes en mal estado, las cuales eran numerosas.
Hasta el año 2003, la calle Bolívar era transitada por numerosas líneas de colectivos; hasta que la intervención personal del sacerdote de la Parroquia de San Ignacio de Loyola impidió su paso. Las vibraciones generadas por el tráfico pesado estaban ocasionando daños tanto en la antigua iglesia como en otros edificios históricos de la zona, incluyendo el Pasaje.
Después de varios años de trámites y aprobaciones, finalmente llegó el momento de iniciar la obra. Sin embargo, lo que nunca imaginó la dueña fue que en medio del proceso de restauración, que ya estaba en marcha, se desvelarían numerosos hallazgos que otorgarían un valor aún mayor a este proyecto de recuperación.
Una noche en el museo
Desde su apertura, Cassa Lepage ofrece una experiencia hotelera sin igual. Sus habitaciones, ubicadas en los pisos superiores, fueron restauradas con sumo cuidado para conservar su esplendor original y los elementos históricos, brindando a los huéspedes una sensación única de alojarse en un auténtico tesoro histórico. Además, el hotel cuenta con un restaurante de alta cocina peruana, una sala de convenciones para eventos y conferencias, así como una galería de arte que exhibe obras de artistas locales y renombrados, realzando la experiencia cultural de los huéspedes y comensales.
Sin embargo, la joya más preciada del hotel es el tesoro arqueológico descubierto durante las excavaciones en el subsuelo del edificio. “Mi equipo notó de inmediato que algo extraño ocurría”, señala Carrio. Mientras removían y excavaban el suelo para instalar el sistema cloacal y evaluar su estado, comenzaron a encontrar objetos inesperados.
Los elementos rescatados databan de los siglos XVII, XVIII y XIX, y actualmente se exhiben en un espacio especialmente diseñado para ellos. Los visitantes pueden maravillarse con una variada colección de artefactos históricos, como vajilla de porcelana, canicas de vidrio y frascos utilizados para perfumes, que ofrecen una fascinante ventana al pasado de Buenos Aires. Para permitir una observación sin interferencias, se instalaron pisos vidriados en el nivel inferior para brindar una experiencia única de inmersión en la historia de la ciudad.
No obstante, alcanzar este punto llevó 15 años de trabajo. Tras los hallazgos, Carrio contactó a Daniel Schavelzon, director del Centro de Arqueología Urbana, y juntos comenzaron a investigar los restos encontrados en el pozo original. Y a medida que continuaban explorando los cimientos en otras áreas del edificio, aparecían más objetos.
“Desde el 2008 íbamos periódicamente a evaluar el subsuelo y así determinar las áreas propicias para excavar”, cuenta la actual guía del museo, la arqueóloga Flavia Zorzi, sobre la coordinación del trabajo de campo. Desde el 2005 hasta 2011 se dedicaron a retirar los materiales de relleno que encontraron en cinco pozos de basura subterráneos. Estos espacios originalmente desempeñaron funciones de almacenamiento de agua, como cisternas, aljibes y pozos ciegos, hasta que se volvieron obsoletos para los residentes y se convirtieron en lugares de desecho de residuos.
Con el tiempo fueron descubriendo una fascinante colección de objetos de lo más variados, como vajillas, cerámicas chinas y de origen indígena, ollas, vasos, botellas, decantadores, todos elementos típicos de contextos domésticos. “Recuerdo estar muy sensibilizada al encontrarme con contextos tan antiguos y tener la oportunidad de tocar objetos que no habían sido perturbados durante 400 años”, reflexiona la experta. Personalmente, menciona que los objetos que más la conmovieron fueron aquellos que reflejaban el gesto humano, donde se percibían huellas digitales o el rastro de una mano sobre la arcilla, o incluso el reciclaje de una pieza rota.
Mientras se desarrollaba el largo proceso de restauración por parte de expertos en arqueología urbana, paralelamente se restauraba la deteriorada estructura del edificio. Se recuperó el pasaje como espacio público y se reutilizaron los antiguos locales para la galería de arte, el restaurante y salas de convención. Se realizaron mejoras funcionales, renovaciones estructurales y actualizaciones de instalaciones, incorporando elementos contemporáneos que se diferencian de los originales. Además, se creó el museo subterráneo para exhibir los hallazgos arqueológicos.
Línea de tiempo
Desafortunadamente, cuando el hotel estuvo listo para abrir, se desencadenó la pandemia. El año 2020 se caracterizó por grandes pérdidas, debido a que se tuvo que mantener al personal sin recibir a ningún cliente. Actualmente, el hotel ya funciona de manera exitosa y los huéspedes tienen acceso ilimitado al museo, mientras que los visitantes externos al hotel pueden hacer recorridos guiados con reserva previa todos los jueves.
Cassa Lepage se convirtió en un nuevo hito en el centro histórico de Buenos Aires, ofreciendo a los visitantes una oportunidad excepcional de sumergirse en la rica historia de la ciudad. Con su esplendor arquitectónico restaurado, su enfoque temático único y su tesoro arqueológico expuesto, el hotel es un lugar donde pasado y presente se entrelazan en perfecta armonía.
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