Son emprendedores con raíces inglesas, importaron un producto que existe desde hace siglos en el Reino Unido y que era utilizado por pastores en la antigüedad
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Las raíces familiares marcan y dejan una huella en sus descendientes. Las tradiciones, costumbres y valores se transmiten de generación en generación y, a veces, impulsan a los sucesores a continuar un legado o a volverlo inmortal. Esto se ve plasmado en la historia de Louise Rhodes y Martín Wilson, dos emprendedores argentinos, hijos de ingleses, que se lanzaron a fabricar las shepherd’s huts, o casas de pastores. Construidas en el Reino Unido hace mucho tiempo para generar un alojamiento práctico, duradero y confortable para los pastores, hoy se venden o se ofrecen en alquiler en Maldonado, Uruguay (cerca de Manantiales, por la ruta 104), para alojamiento turístico u otros fines, proveyendo una experiencia viva, original y con historia.
Hace cientos de años el shepherd’s huts funcionaba como un refugio en los campos, que facilitaba el cuidado del rebaño. Los animales se alimentaban de hierba y, luego, junto al pastor y los perros, impulsados por caballos, se trasladaban con la casa a otro terreno con pastos crecidos. Se utilizaban como una vivienda sobre ruedas en las tierras bajas del sur de Inglaterra y, en el caso de lugares más accidentados, con terrenos pantanosos, rocosos o en las áreas montañosas, como es el caso de Escocia, Gales o Moreland, se dejaban fijas como un puesto.
“Existen registros del siglo XVI que mencionan estas cabañas portables y movibles usadas por pastores de ovejas”, señala Wilson y cuenta que se construían en granjas y chacras con lo que encontraban a mano: si en el pueblo había un carpintero, se usaba madera, y si existía un herrero, se utilizaba metal. “Ya en la era victoriana se empezaron a fabricar comercialmente. Pasado el tiempo, en la década de 1950, surgió la construcción de galpones que permitían guardar las ovejas, sin necesidad de trasladarse en casas de pastores.” Hoy las shepherd’s huts existen en Inglaterra y se destinan, en general, para otros usos, como tener una habitación extra en el fondo del jardín.
Las raíces familiares de Louise y Martín, vinculadas a las tierras de la isla británica, marcaron el surgimiento de las casas de pastores en nuestras latitudes. Rhodes, mejor conocida como Lúlu, nació en Inglaterra y a los cinco años se mudó a la Argentina. De padre inglés y madre argentina, siempre mantuvo un nexo con su país de origen. “Mi padre, desarrollador inmobiliario, realizaba estas construcciones para lugares donde era más dificultoso conseguir los permisos de construcción. Al ser sobre ruedas, no constituían una casa propiamente, sino que se asemejaban más a un vagón”, cuenta Rhodes.
Martín Wilson es también hijo de madre inglesa y toda su familia reside en ese país; su abuelo, al igual que el de Lúlu, peleó en la RAF (Royal Air Force del Reino Unido) durante la segunda guerra mundial y su tía abuela “fue de las pocas pilotos mujeres en el mundo que volaron también en esa guerra”. De chico, cuando visitaba a su familia en esas tierras, veía en los pueblos las shepherd’s huts, sin saber que más adelante sería uno de los impulsores de ellas. Junto con Lúlu han pasado sus últimos años investigando los orígenes de las casas de pastores, visitando familiares y allegados, artesanos, constructores, recolectando experiencia y el know how. Juntos, han llevado este modelo de casas a Uruguay, manteniendo la identidad de sus orígenes y ofreciendo una nueva propuesta turística.
¿Cómo son por dentro las shepherd’s huts?
Originariamente concebidas para recorrer los campos y contar con un lugar para reposar en la noche, las shepherd’s huts tenían todo lo que necesitaba un pastor para vivir: contaban con una cocina para cocinar y dar calor, una zona para descansar y un lugar para estar, un armario en la esquina para lo esencial y los medicamentos veterinarios. Disponían de camas altas, ya que debajo de ellas había un espacio destinado a los corderos enfermos o huérfanos, que ayudaba a mantener el calor ambiente. Además, contaban con una ventana a cada lado para no perder de vista las ovejas y dos puertas de establo partidas (en los laterales o una sola doble hoja en el frente), posicionadas fuera del viento, para oír a las ovejas y evitar que se perdieran.
Hoy las necesidades son distintas y los espacios se utilizan de otra manera, pero se mantiene la esencia y la identidad de las casas de pastores. Diseñadas para ser ocupadas por hasta dos personas, cuentan con cocina eléctrica, cama doble, baño, wifi, heladera y electricidad. Decoradas con madera noble y techo alto, están también equipadas con estufa a leña, una ventana para ver caer el sol, un sofá para leer, un escritorio y un espacio para invitar amigos.
Actualmente, Rhodes y Wilson ofrecen dos casas de pastores construidas y terminadas, ubicadas en Maldonado, Uruguay, a 10 cuadras de la playa. Su localización es en una ciudad concurrida, pero al estar a 10 cuadras del mar, se combina la cercanía de la playa, con la distancia del ruido. “Son casas de descanso al aire libre en espacios increíbles, pero contando con las necesidades y comodidades del mundo de hoy”, asegura Martín Wilson. Cerca de la zona, se encuentra una laguna, que permite apreciar el sonido de los pájaros y de las ranas a la noche, a la vez que guarda cercanía con la ciudad y comercios, para comprar lo que haga falta.
Una nueva opción para visitar lugares remotos
Al día de hoy llevan construidos dos módulos, pero buscan lograr el objetivo de terminar una unidad por mes. Aunque la oferta de alquiler turístico que ofrecen se ubica en la zona de Maldonado, también los diseñan para venta, con la posibilidad de trasladarlos y pasar vacaciones o instalarse a vivir en espacios apartados y remotos, o con la opción de utilizarlos como módulos agregados en propiedades existentes, como salas de estar o casas de huéspedes. “El que busca algo más artesanal, con calidez y que invite a salir para estar en contacto con el entorno, ya sea el mar o un arroyo, elige esta opción”, sostiene Wilson.
Las dimensiones son las permitidas para poder trasladarlos en ruta y van de 2,5 metros de ancho x 5,90 de largo, aunque algunos pueden tener un tamaño un poco más grande. Uno de los elementos característicos que los conforman y que remiten a sus orígenes son los techos curvos. Antiguamente, en el Río Támesis, al sur de Inglaterra, se vendían especies venidas de todo el mundo, que se almacenaban en depósitos construidos con techos de este estilo, que los protegía del viento. A medida que fue pasando el tiempo, esos lugares se fueron desmantelando y se reciclaron las chapas para las casas de pastores. “Es más fácil hacerlo con un techo recto, pero queríamos respetar esa estética y legado que dejaron”, agrega Wilson.
En el caso de la venta, aunque lo esencial del diseño se mantiene, puede variar el equipamiento o el tamaño de la casa. “Hay gente que los usa con electricidad, pero hay quienes sólo utilizan un generador para la heredera. Otros hacen uso de paneles solares y algunos directamente prefieren no tener luz eléctrica”.
El precio de las casas de pastores van desde US$18.000 a 30.000 dólares en Uruguay. El valor varía según el equipamiento y los materiales que se utilicen: el revestimiento interno que tenga, la madera que se utilice, el tipo de grifería, la instalación de cocina que contenga, el tipo de estufa a leña que se instale, la aislación térmica con la que se lo equipa, entre otros.
Lo que las distingue de las tiny houses es su historia, su diseño y la posibilidad que ofrecen de trasladarse sobre ruedas. “Funcionalmente pueden ser parecidas; pero tienen un extra; al poder ser tiradas por una camioneta, tenés la posibilidad de llegar a lugares remotos”, señala Rhodes. Además, al ser movible, no necesita de una platea en el suelo (una base de cemento que se utiliza para dar estabilidad y que equilibre la superficie), como se utiliza para instalar las tiny houses.
Una leyenda viva
Los diseñadores de este proyecto, que se llevó ahora a Uruguay, fueron los mismos Martín y Lúlu. Copiaron los planos que utilizaba el papá de Louise, adaptándolo a las necesidades que veían en su público. Por su parte, Martín también trajo planos de Inglaterra, haciendo hincapié en respetar los característicos techos curvos.
“A mí no me sacan más de acá”, asegura Wilson, que desde hace más de un año se mudó a vivir a una de estas casas de pastores. “Son originales, con carácter, personalidad, historia y con raíces, que a lo largo de generaciones se fueron adaptando a los tiempos”, añade.
“Un texto viejísimo de 1596, canta ´the Shepheard hath his Cabbin going upon a wheel for to move here and there at his pleasure’, que traducido significa: ´El pastor tiene su cabina sobre una rueda para moverse de acá para allá cuando se le antoja’”, asegura Wilson.
Por el momento se encuentran trabajando con distintas empresas constructoras locales, y cuando esté totalmente afianzado el equipo, comenzarán a construir en escala. “No creemos que tenemos algo mejor, sino una opción distinta”, señala Rhodes.
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